bilbao - ¿Qué es el cine vasco? ¿Hay alguna especificidad que pueda dar a entender que existe como corriente? Esta cuestión y muchas otras están encontrando respuesta en las jornadas organizadas por la Filmoteca Vasca y la UPV-EHU durante esta semana, jornadas enmarcadas dentro del ciclo Cine vasco: tres generaciones de cineastas. La primera tuvo lugar el miércoles, en el Palacio Miramar de Donostia, y en la misma participaron los más veteranos (Imanol Uribe, Montxo Armendáriz, Ana Díez y Pedro Olea -Victor Erice no llegó por culpa de un retraso en su vuelo de Iberia-). Ayer tomaron el testigo Juanma Bajo Ulloa, Daniel Calparsoro, Helena Taberna y Enrique Urbizu, y hoy cerrarán el ciclo los más jóvenes: Koldo Almandoz, Borja Cobeaga, Asier Altuna, Pablo Malo, Isabel Herguera y José Mari Goenaga.
Muchos nombres y muchos estilos. Así, no ha sido fácil hablar de cine vasco o de generaciones compactas o definidas. Ayer mismo, Enrique Urbizu abordaba este tema: “Para empezar habría que clavar qué quiere decir cine vasco. ¿La vida mancha es cine vasco? Está producida en Madrid, con actores de allí, somos vascos el guionista, el director y uno de los productores,... No sé si me interesa mucho una denominación nacional para la cinematografía, el cine es una autopista internacional. Además, yo me siento más cineasta que patriota; mi patria es el lenguaje”.
Bajo Ulloa sí se atrevió a explicar cuáles son, a su juicio, los puntos que tiene en común con el resto de cineastas. “El cine que me enseñó a narrar fue el comercial, básicamente el americano, por lo que no me interesaba mucho la visión de la generación anterior, que hacía un cine más literario”, aseguró, y dijo comulgar con los jóvenes realizadores que empezaron a tener “más en cuenta lo visual”. Aunque nació en Barcelona, Daniel Calparsoro vivió su juventud en Hondarribia. Conoció a Ulloa en el estreno de La madre muerta; le sorprendió tanto que le animó a quedarse en Euskadi. “Creo que en aquellos años hubo un cambio en la manera de entender el cine como lenguaje, como algo cinematográfico y audiovisual. Directores como Urbizu, Bajo Ulloa o Medem hacían películas en las que el aspecto espectáculo tenía un peso muy fuerte. Eso me motivó”.
Por su parte, Helena Taberna dijo no tener sensación de pertenencia al grupo porque entró más tarde en el cine y porque ha funcionado siempre a su “libre albedrío”. “Siempre he querido construir historias que emocionen sin estar inscrita a ninguna normativa”, manifestó la guipuzcoana. Eso sí, la directora piensa que la existencia del vídeo fue “esencial” para empezar a trabajar en la creación de obras experimentales.