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Carmen Torres retrata el “amor heterodoxo” en su nueva novela

La escritora vizcaina muestra el lado más humano de Leonardo Da Vinci en ‘La dama del cisne’

Bilbao - “La vida actual gira en torno a los descubrimientos de Leonardo Da Vinci, desde los aviones a las aletas de buceo, ¡incluso el primer bocadillo lo ideó él!”, exclama la escritora vizcaina Carmen Torres Ripa. Acaba de publicar su nueva novela, La dama del cisne. En ella, narra una historia de intriga en torno a un cuadro de Leda cuarteado, que entrelaza con la narración, en primera persona, de las vivencias de la misteriosa dama del cisne: Leda, personaje mitológico que reconvierte en hija de Verrochio (quien fuera maestro de Leonardo Da Vinci y Sandro Botticelli, entre otros muchos artistas). Así, la novelista acerca el prolífico Renacimiento a la época actual. Y lo hace de la mano del hombre del Renacimiento por antonomasia: Leonardo Da Vinci.

Empero, en las páginas de La dama del cisne no aparece el lado más conocido del fascinante y polifacético creador, sino que retrata a “un hombre bueno”, enamorado, vulnerable, humano. En paralelo a la trama donde predomina el arte -la autora no olvida citar el Museo Guggenheim de Bilbao o a artistas “queridísimos” como Oteiza-, también pinta un “amor exquisito” entre sus protagonistas, y retrata a una mujer que se caracteriza por su osadía en romper tabúes y que abandera “la libertad sexual, sensual y económica”. Leda es mucho más que una musa, pues “condiciona” a los artistas para los que posa, y cuando lo hace desnuda, “mantiene una gran dignidad”, destaca la creadora de este personaje.

Representa asimismo a un tipo de mujer que recuerda a las protagonistas de sus novelas anteriores, Leonora y La mujer de las nueve lunas (Hildegard de Bingen). Admite que con estos personajes busca romper con machismos que se arrastran “desde Adán y Eva”, pero sobre etiquetas como literatura femenina, aclara: “No pretendo dirigirme sólo a las mujeres, me sentiría frustrada si únicamente gustara al público femenino”.

Erik, el (genio) belga Para crear La dama del cisne, la escritora necesitaba a un falsificador y ladrón de guante blanco. En internet se topó con el nombre de Erik el Belga, y pronto descubrió que residía en Málaga, ciudad donde también vive el hermano de la novelista. A través de él consiguió contactar con este “genial” artista y asegura que desde entonces se han hecho “muy amigos”. Además de dedicarle un capítulo en la novela, Erik el Belga monopoliza el apartado de agradecimientos del libro, pues el veterano falsificador, de 73 años, permitió a la escritora utilizar su nombre real. También compartió confidencias con ella, como el legado que hará público cuando fallezca: “Una lista con todos los cuadros falsos que cuelgan en los museos y que llevan su sello”.