TRAS curtirse en diversos grupos, Beñat Igerabide debuta en solitario, con apoyo de un trío y tras madurar su repertorio durante casi tres años. Con mimo, a su gusto y a fuego lento. De ahí la satisfacción del músico guipuzcoano ante el resultado: una destacable colección de canciones que beben más del pop eléctrico que del rock, y en las que resaltan varias buenas melodías, en ocasiones con aromas que remiten al blues y al country. Alterna electricidad y pasajes acústicos, medios tiempos como Erre zen, rítmicos en Merezi ote y baladas como Euri tanta, para cantarle a las "cicatrices" y la memoria desde una visión esperanzada del mundo a pesar su crudeza.