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Manic Street Preachers, himnos de ira rock y fogonazos pop en el BIME

El acústico y maduro último disco de los galeses, 'Rewind the film', quedó oscurecido por sus grandes éxitos w Anoche se esperaba en el BEC a Gossip

Manic Street Preachers, himnos de ira rock y fogonazos pop en el BIMEJuan Lazkano

bilbao. Tres años después de su visita al Bilbao BBK Live, Manic Street Preachers volvió a Bizkaia como grupo estelar en la primera velada del BIME musical, iniciativa apoyada por la Diputación de Bizkaia, que anoche concluyó de madrugada en el BEC de Barakaldo. Su momento de éxtasis comercial ha pasado, pero los galeses volvieron a convencer en directo, como (casi) siempre, con su mezcla de ira guitarrera, entre el punk y los mensajes izquierdistas, y los fogonazos pop de éxitos como Tsunami o Motorcicle emptyness, que oscurecieron la presentación de su último, emocionante y maduro disco, Rewind the film.

Dos décadas y 40 singles después -la mayoría picaron muy alto en las listas de éxitos internacionales- los Manics son un grupo adulto, que ve lejanos, con sapiencia y resignación, sus inicios de filiación punk y su posterior estatus como banda llenaestadios. Aludiendo al título de su último disco y camino de los 50 tacos, se han replanteado su presente y futuro, por lo que han vuelto a la cuna, "rebobinando la película", en alusión a su vida, y echado la vista atrás, a los paisajes personales y físicos de la infancia y juventud. Por ello, su repertorio reciente ha aparcado los lemas filocomunistas y anticapitalistas de sus estribillos, como aquellos de "la esperanza reside en la plebe" o "si toleras esto, tus hijos serán los siguientes", para mostrarse más melancólicos y apegados a sus ancestros.

Y a Gales, de donde proceden, como confirmaron las dos banderas desplegadas en el escenario y algunos de los versos de las escasas canciones de Rewind the film que sonaron. El trío, reforzado con una guitarra rítmica, un teclista y un puntual pero efectivo trompetista, rescató en el BEC las guitarras airadas que no se llevó al estudio para grabar sus últimas canciones, como evidenció desde el arranque del recital, en el que rescató Motorcycle emptyness, reconocible desde que emergió su riff legendario. Toda una declaración de intenciones con esta inmersión en su debut, Generation terrorism (1992).

carrusel de éxitos Con un sonido potente en watios, eléctrico y a veces excesivamente afilado y agudo, los Manics jugaron sobre seguro, dando lo que esperaba a los 8.000 fans (según la organización) que acudieron al BEC: un carrusel de éxitos entre el rock y el punk, y el fogonazo pop de unos estribillos imperecederos. De su último disco solo sonaron el tema titular, el delicioso Anthem for a lost cause y el single, un Show me wonder que pervivirá con éxito entre las gemas de los galeses por la claridad y efectividad que desplegó su estribillo, propulsado por la trompeta soulera. Perros viejos, partiendo de su magnífica sección rítmica (pegada contundente del batería y el bajo efectista, saltarín y molón de Nicky Wire, dominador del escenario y, en esta ocasión, sin boa en el pie del micro) y con la voz aguda y el pulso eléctrico de James Dean Bradfield al frente, lograron que un público excesivamente tranquilo saltara y coreara muchas de sus canciones.

Sin apenas espacio para el descanso, que solo se instaló en el escenario con las piezas recientes y la revisión acústica que realizó James de The everlasting, los Manics soltaron - orgullosos y sin solución de continuidad- gemas de rock altamente melódico como Your love alone is not enough, You stole the sun from my hear, You love us, A design for a life, Tsunami? Uno de los pocos peros resultó la ausencia de las cuerdas originales de muchos de estos clásicos, imposibles de sustituir en directo con los teclados. Todo pasó al olvido con un final cañero protagonizado por el punkarra y adolescente Motown junk, precedido por un reiterativo "revolution, revolution" y los "uuh uuh" de sus coros antes del agur militante de If you tolerate this your children will be next. Durante hora y cuarto, pareció que volvían a tener 25 años.

A pesar de su ira, los Manics siempre han tenido un marcado poso melancólico. No tanto como los vascos McEnroe, a quienes nos acercamos después para mojarnos los pies -y el corazón- en Las orillas de su último disco. Los getxotarras. que viven el momento más dulce de su carrera, jugaron en casa y volvieron a emocionar con su pop-rock-folk dubitativo, calmo e introspectivo, con algunas concesiones a la distorsión. Lucharon contra el espacio y la hora, la una de la madrugada, quizás "un poco tarde para cantar canciones de amor", como ellos mismos reconocieron desde el escenario. Pero canciones todavía jóvenes como La Palma, La cara noroeste o Mundaka, junto a otras antiguas como Los valientes o Tormentas, volvieron a alegrarnos-entristecernos. Para eso se compusieron ¿no?

espectadores La jornada vespertina de ayer - segunda y última de conciertos en el BEC del BIME y a la que, a la espera de la valoración de la organización, acudió un número similar de fans, en torno a 8.000- estuvo marcada por la caída del cartel del grupo británico Everything Everything. Los de Manchester, banda de pop art que iba a presentar su último CD, Arc, suspendieron su recital "por cuestiones logísticas", según fuentes de Last Tour International, lo que obligó a modificar los horarios del resto de músicos del escenario 1, el principal.

El grupo estatal Supersubmarina, que actuaba a media tarde, tuvo que trasnochar, ya que estaba previsto que saltara a escena a las dos de la madrugada. Tanto These New Puritans - cercanos al art rock- y The Courteeners - más abiertos a la electrónica con su tercer disco, Anna- tuvieron que adelantar unos minutos sus actuaciones, justo antes de que los fans, a la hora de cerrar esta edición, se vieran obligados a elegir entre la actuaciones de The Wedding Present, Mark Lanegan y Mercury Rev, que actuaron en diferentes escenarios a la misma hora. Después, la mayoría se concentraron para disfrutar de Gossip.