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Abstracción y vanguardia de los 60

El grupo El Paso protagoniza la nueva exposición de la Sala KuboKutxa de Donostia

Donostia

cOnviene de vez en cuando revisar el pasado más reciente, y confrontarlo con el momento actual, y con el de otras coordenadas temporales y grupos. Esto es lo que la Sala KuboKutxa de Donostia ha hecho con el grupo El Paso (1957-60) de la mano de Dolores Durán, comisaria de esta cuidada muestra. Conviene también reseñar que siempre que en España se habla de Vanguardia se cita a los Grupos Dau al set, y El Paso, pero nunca se habla del grupo Gaur de Escuela Vasca. Y sin embargo se cita a algunas de sus personalidades, de sus obras, y de sus contactos y correlaciones mutuas.

Las décadas de los años 50-60 fueron ciertamente interesantes para la renovación del arte y de la cultura española. En el año 57 se constituyeron dos grupos artísticos diferentes como El Paso, y Equipo 57, que supusieron un revulsivo, y una recuperación de las vanguardias de preguerra. El Paso se formó en Madrid por Antonio Saura, Manuel Millares, Rafael Canogar, Luis Feito, Manuel Viola, Manuel Rivera, Martín Chirino, Pablo Serrano, Antonio Suárez y Juana Francés, todos ellos informalistas aunque con diversos matices y procedencias. Sus autores trataron de dar respuesta a los problemas sociales de la sociedad que les tocó vivir, así como de crear un nuevo lenguaje, que hiciera posible recuperar las vanguardias precedentes, y mostrar un claro rechazo a los artistas integrados en el sistema. De un arte laudatorio, se pasa a un arte crítico, al decir de Valeriano Bozal y otros tratadistas. Su arte trataba de transformar la estructura social , cultural y artística y no se conformaban con un simple cambio de lenguaje o de sintaxis artística.

Saura reescribe la iconografía figurativa tradicional con un lenguaje inserto en la pintura de acción, en la que los negros, blancos y ocres cubren el lienzo, mientras Millares trabaja con telas de arpilleras y objetos encontrados en la basura, cubiertos de negro, blanco y rojo. Canogar y Viola manchan y salpican sus telas con trazos cargados de pasión y de ira, mientras Feito crea focos de tensión entre lo oscuro y lo iluminado, lo racional y fuerzas irracionales. Juana Francés es la más lírica y mística en la transfiguración de la materia, mientras que Suárez resulta más opaco y pastoso en el tratamiento de las mismas. Rivera es, sin duda, más poético y trascendente en la utilización de sus rejillas y telas metálicas, mientras los escultores Chirino y Serrano presentan puntos de contacto y referencia a los mundos de Chillida y Oteiza.

Ciertamente, la obra de este grupo y de este período resulta sobria, recia, expresiva, violenta, inconformista, cargada de fuerzas irracionales y de gritos, ante una situación y parámetros que no les gustaban, y que trataban de rechazarlos con fuerte vehemencia y con una cierta carga lírica. Expresionismo abstracto frente a sociedad cerrada y opresiva. Pintura de acción, tachismo, y gestualismo ante un régimen franquista y una dictadura cerrada y opresiva. Gesto y materia se oponían. Esto era El Paso. En conexión, por supuesto, con el informalismo francés y el norteamericano.