Vacilando, como siempre, haciendo alusión a que habían engañado a sus seguidores… y a todo el mundo. Así se despidió Johnny Rotten, el vocalista de Sex Pistols, en su último concierto en Estados Unidos, en 1978, que acaba de salir a la venta, junto a los dos recitales previos de lo que fue la recta final sobre los escenarios del grupo icónico del punk que cambió las reglas del negocio pop a finales de los 70.

Live in the USA 1978 (Universal Music) ofrece unos conciertos legendarios que se publican por vez primera en ediciones limitadas en vinilo rojo, blanco y azul, compacto y descarga digital. Los fans de Sex Pistols finalmente podrán juzgar por sí mismos la legendaria gira estadounidense de la banda en 1978 con el lanzamiento, por primera vez, de tres álbumes completos en vivo: en Atlanta, en The South East Music Hall, en Dallas, en su Longhorn Ballroom, y el que acogió el Winterland Ballroom de San Francisco.

Entre risas, John Lydon, apodado Rotten por el color verde de sus dientes podridos, se despidió de sus seguidores de San Francisco entre risas y preguntándoles si “alguna vez habéis tenido la sensación de que os han engañado”. Fue el 14 de enero de 1978, en el último concierto ofrecido por la banda, que se disolvió días después aunque casi dos décadas después, en 1996, regresó a los escenarios y su gira recaló en Euskadi, en el Azkena Rock.

La gira resultó inolvidable más por motivos extramusicales que musicales, ya que el grupo, que completaban Paul Cook (batería), Steve Jones (guitarra) y Sid Vicious (bajo) actuó en hervideros donde se les esperaba para la confrontación, con la policía lista para golpear a la mínima y manifestantes religiosos intentando boicotear al grupo británico.

A pesar de ello, estos conciertos muestran al grupo en su salsa, haciendo un recorrido por las canciones del único disco oficial que llegaron a publicar –Never Mind the Bollocks–, temas como God Save the Queen, Bodies, Anarchy in the U.K., E.M.I., Problems, Pretty Vacant o Holidays in the Sun, además de una versión de No Fun, de los Stooges de Iggy Pop, con un sonido crudo y kamikaze, sin aditivos y un sonido relativamente digno.

“A ver, hemos venido a bailar. ¿A qué habéis venido vosotros?”, se oye a Rotten antes de que la banda entone God Save The Queen en Atlanta, antes de calificar la canción como “el nuevo himno nacional británico”. Las grabaciones recién masterizadas trasladan al oyente justo entre la multitud sudorosa y vociferante. “¿No somos lo peor que has visto en tu vida?”, pregunta también el vocalista, quien, después de interpretar No Fun, soltó la sentencia mítica sobre el supuesto engaño.

A los pocos días de ese tercer concierto, Rotten anunció su salida del grupo y la explosión de los Sex Pistols, detonada en la agitación de finales de la década de 1970. Estas grabaciones primigenias documentan las ondas de choque finales de una banda que cambió la cultura pop para siempre.

Historia

Sex Pistols tuvo su germen en la tienda Let it Rock de Malcolm McLaren y su pareja, después llamada Sex. “Era como la Factory de Warhol”, explica su guitarrista, Steve Jones, en su libro autobiográfico Lonely Boy (Cúpula). El músico tilda de “pijo” a McLaren y niega que “él lo planificara todo”. Jones, por entonces “un sin techo” que pasaba horas en la tienda, impulsó el grupo –“era mi banda y Rotten, un recién llegado”, escribe– que “con su sonido hiriente e irritante” puso “al mundo los cojones por corbata”.

El libro recoge la tensión del guitarrista con Rotten; la inutilidad técnica de Vicious, “incapaz de tocar una sola nota, pero con una pinta cojonuda y actitud”; los entresijos de la gira por USA o la grabación de su único disco, que define como “una experiencia cojonuda, lo mejor de estar en los Pistols”. Estos recuerdos escritos por Jones incluyen la visita posterior a Gasteiz, al Azkena Rock, en su gira de reunificación.

Fue un concierto nefasto en esa parte de España que no quiere ser española. Los vascos me jodieron el cuento de hadas. !Después de todo lo que había hecho por ellos!”, escribe sobre los lanzamientos de objetos después de que Rotten provocara al público con un “¡que viva España!”.