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parece que fue ayer cuando Enrique Urbizu vino a Bilbao a presentar Todo por la pasta, acompañado por una simpática María Barranco. Han pasado dos décadas, pero el infatigable director de cine sigue teniendo esos aires de protagonista de western, a veces afilado, rotundo, claro y directo; otras, socarrón y con un lado tierno. No ha variado su actitud, ni su tenacidad; no quiere hablar mucho de los recortes, y sólo conoce un secreto para seguir haciendo películas: "Currar y currar. No todas son un éxito de taquilla. Tampoco sé hacer otra cosa, si cocinara mejor igual podría poner un restaurante", bromea ante las preguntas de DEIA.
En este ambiente de "gran sentido del humor" se han reunido, durante dos días, 160 guionistas y otros profesionales del sector audiovisual en Bilbao, en un foro que en sus anteriores ediciones tuvo lugar en Madrid y en Valencia (y otro internacional en Barcelona). En el coloquio que ayer redondeó el Encuentro de Guionistas, en el Museo de Bellas Artes, un tranquilo Jorge Guerricaechevarría daba réplica al enérgico y a veces taxativo Urbizu, y advertía pícaramente que se iban a encerrar en el auditorium "hasta que cambien la ley de Propiedad Intelectual". Internet, dicha normativa, las dificultades para aportar presupuesto a los talentos estatales -"sin complejos respecto de Estados Unidos"- les han ocupado estos días pero no frenado. Eso quedó claro ayer, cuando se habló de cine, de buen cine, y de guiones. Con y sin tilde.
El también director Carlos Molinero inquirió a los dos veteranos guionistas vascos por sus modus operandi habituales. Urbizu reconoció que él piensa más como director que como guionista, y que incluso le molesta si el narrador incluye indicaciones técnicas. ¿Un ejemplo de guión a su gusto? Ese accidente de avión con el que empieza Náufrago, y en el que la narración es absolutamente sugerente, "a cuchillo", de los pasos de Tom Hanks. El párrafo a veces induce a la medida de un plano, añadió, declarándose poco enmarcable en el cine de género.
el proceso Urbizu y Guerricaechevarría fueron descubriendo al respetable cómo suelen trabajar. Ambos están acostumbrados a coguionizar. En el caso de Urbizu, acostumbra a comunicarse con Michel Gaztanbide desde Madrid, y luego se reúnen en una sala. Ahí leen partes del guión en voz alta -"es conveniente hacerlo porque ves cosas que no descubres sin ponerle voz", afirmaron los expertos-; en ocasiones piensan en silencio, o se traban y entonces "nos bajamos al burguer"... Sí hay momentos de lapsus, admitieron, y entonces Jorge aconseja "no machacarse, pues a veces no consigues sacar el texto, sólo eso, machacarlo. Es mejor dejarlo en la nevera, parar y luego volver a él. La paciencia es fundamental", propone el autor de la trama de Celda 211, El día de la bestia o Carne trémula.
Más de 20 años llevan dando forma a historias. Jorge estima que no se parte de ideas muy claras, hasta que el guión va tomando más cuerpo. Enrique cree que no es posible emular a Woody Allen, volviendo a rodar un tercio de la película porque se da cuenta entonces de cuál es la trama ideal. La escaleta, muy útil en el bolsillo para directores como Urbizu, quien señala que si una escena "da guerra" al principio a veces seguirá siendo problemática "desde el guión y durante el rodaje". La capacidad de síntesis y el tratamiento son aliados de los creadores de historias exitosas. "Si en la sala de montaje hay silencios, murmullos, toses, ves ahí qué hay que cortar", apuntó Jorge.
Que acompañe la producción resulta esencial, según Urbizu, para que tenga éxito un guión, "aunque sea el mejor del mundo". Todo no sale bien y, por ejemplo, él no terminó de rodar Esos cielos, de Atxaga, y las adaptaciones no serían fáciles. El autor de La Caja 207 y No habrá paz para los malvados admitió que en algunos casos las versiones se suceden "y te equivocas un montón".
En suma, muchas ideas, buenos profesionales e, irónicamente, uno de los mejores momentos técnicos para el cine estatal, recordaba Guerricaechevarría. "Hemos mejorado y ahora se puede hacer películas como Lo imposible, por gente española. Algunos técnicos han recibido Oscars. Tenemos tanta capacidad como los americanos, pero ahora falta el dinero". Urbizu señaló a DEIA que "Berlanga fue un visionario" y que no sólo la derecha trata mal a las industrias culturales, pero se aferraba a las "buenas ideas" de sus colegas. Manuel Hidalgo, quien ha participado en el Encuentro, valoró que "los resistentes son los que perduran y a veces hasta dan la vuelta a la tortilla". Así sea.