BILBAO. La cuarta edición de La Risa de Bilbao echó ayer la persiana en la Alhóndiga con un bis a bis entre el escritor Juan Bas y el cineasta Fernando Trueba. Un día antes y con la Sala BBK abarrotada, el actor y director Santiago Segura toreó como pudo a un astado que a pesar de los años -70 cumplió en agosto- se mostró bravío a ratos, eso sí, sin llegar a empitonar. Segura entrevistó en inglés a su gran ídolo, al estadounidense Robert Crumb (Filadelfia, 1943) uno de los padres del cómic underground, y lo hizo con desparpajo y oficio, esgrimiendo un inglés tipo a relaxing cup of café con leche. "La verdad es que si me hubieran dicho que viniera aquí a hacerle una felación, en vez de una entrevista, lo hubiera hecho igual: mal pero disfrutando mucho", dijo Segura en los prolegómenos de la interviú.

Los promotores de La Risa ya apercibieron antes incluso de que arrancara la nueva edición del festival: el protagonista de esta edición iba a ser el humor, pero "en su versión contracultural, rebelde y soterrada". Y Crumb ejerció el sábado de rey de pícaros, ofreciendo en la Sala BBK una versión amable e irónica de sí mismo. El viejo Crumb ha perdido chispa, pero mantiene los reflejos y el ingenio que transmite luego en sus provocativas historietas.

El de Pensilvania habló de su infancia, del cariño que profesaba a su madre y del miedo que le transmitía su padre (exmilitar, católico y conservador), de sus inicios como historietista y la influencia de su hermano en su carrera, de Zap Comix, habló de política (poco), de sexo (bastante), de algunos de los personajes creados por él (ya auténticos iconos de la contracultura), opinó sobre la adaptación cinematográfica del gato Fritz (primera película de dibujos animados clasificada X), mentó su colección de discos, su afición por tocar el banjo, habló también de su retiro -algo autista- en Francia ("¿de verdad los Estados Unidos están colapsados?), y de su calculada invisibilidad ("no voy a congresos ni convenciones de cómic porque acabo con la mano cansada de tanto firmar ejemplares y autógrafos"). Crumb vive desde 1991 en un pequeño pueblo del sureste de Francia junto a su mujer, la dibujante Aline Kominsky, que le acompañó hasta Bilbao.

El ilustrador e historietista de Filadelfia respondió también a las preguntas de sus seguidores (algunas resultaron repetitivas, por no decir ridículas), y finalmente recogió el galardón honorífico que le brindó La Risa, en tributo a su dilatada trayectoria; lo hizo con una amplia sonrisa, consciente de que toma el relevo de personas ilustres como Tom Sharpe o Francisco Ibáñez.

Las personas que se acercaron hasta el recinto pudieron disfrutar además de una exposición comisariada por Borja Crespo, compuesta por casi un centenar de planchas y una muestra general del catálogo de La Cúpula, su editorial en el Estado español.

La cuarta edición de La Risa de Bilbao se despide así con éxito de público, con las miras puestas en 2014 y con la agenda repleta de intenciones.