DONOSTIA. EL cuerpo como una construcción social y cultural que varía a través del tiempo. La identidad como algo subjetivo que se construye. Así ha representado la artista Dora Salazar (Altsasu, 1963) un mundo simbólico alternativo centrado en el universo femenino.
Cinco figuras de mujer cuelgan del techo, una pequeña silueta se muestra sobre una columna, un busto femenino con alas de mariposa parece salir de una pared decorada con dibujos trampa. "A veces los accesorios parecen que elevan, pero también encadenan. Los roles sociales son una trampa -explicó la artista sobre su obra-. No se trata de una crítica, se trata más de cuestionar los elementos".
La exposición Entrelazar, de Dora Salazar, estará expuesta hasta el 14 de septiembre en la Ganbara del Koldo Mitxelena Kulturunea de Donostia. La muestra presenta figuras que intercambian torsos pero comparten el mismo rostro-máscara. Estos cuerpos, como afirmó Salazar, "están hechos a partir de moldes de cuerpos reales. Me basé en la idea de Frankenstein, de Mary Shelley, y en 1984, de George Orwell -continuó-, en la idea de unir diferentes elementos para crear cuerpos".
obra visual Se trata de una obra visual, espectacular pero vacía, como comentó su propia creadora: "El cuerpo como un espectáculo, la mujer como un espectáculo corporal, como siempre se la ha considerado", y también dijo tener miedo de crear muchos objetos, por lo que ha hecho un reciclaje de obras anteriores reconvertidas.
Las figuras expuestas pertenecen, concretamente, a la serie Princesas, incluida en el libro Cuento para adultos, unidos a los trabajos que inició en Intimidad preservada. Salazar se ha inspirado en obras literarias como Frankenstein, de Mary Shelley, y 1984, de George Orwell, que le "fascinan" y de donde toma la referencia de "presencias fantasmagóricas" en las que se encuentra la "dialéctica del ser y el parecer
La cuerda, el cuero, el acero y el hilo de cobre se convierten en materiales de trabajo para esta artista de Nafarroa para quien Bilbao, Donostia y Zumaia son su hogar, además de tener su estudio en este última localidad. Tras acabar la carrera de Bellas Artes en la UPV/EHU, comenzó a crear, de manera profesional, a finales de los 80 y consiguió un gran reconocimiento en los 90 gracias a sus esculturas que, fundamentalmente, se exponían en espacios públicos exteriores de manera permanente.
"Empecé con figuras humanas, pero más esquemáticas -explicó-. Mi obra es una fusión entre el cuerpo y el vestido, sobre el modo en el que nos mostramos. El cuerpo es mutable, pero el modo en el que se entiende este es diferente". Sus obras están llenas de brillo gracias a los materiales utilizados, con los que emula joyas, la joya que de por sí es una mujer. Estos elementos con los que da forma a sus piezas también se convierten en las pieles o capas de las que están cubiertas las personas. Sus creaciones son una mezcla de la cultura y la naturaleza que hemos perdido.
Los trajes, las costumbres, el maquillaje y los ritos de nuestra sociedad están representados en esta especie de "desfile carnavalesco", como señala el centro expositivo en la información de la muestra. Las pieles, las capas y las máscaras muestran el ser y el parecer, sin las que nos quedamos desnudos, sin nada. Sin esas capas con las que nos cubrimos llegaría el vacío, la muerte.
Los dibujos trampa también destacan en la exposición del Koldo Mitxelena. Observando las paredes podemos encontrar imágenes que representan que lo mismo que en cierto momento puede ayudar, también puede asfixiar o aprisionar. Tu propia trenza puede aprisionarte o arroparte, o un miriñaque doble puede hacer las veces tanto de podio como de jaula: eso muestran estas pinturas.
"Yo creo a mi manera, hago mis piezas, pero cuando te piden algo por encargo tienes que ceder para representar lo que te están diciendo. Debes adaptarte a las exigencias del lugar", explicó citando especialmente el encargo de la escultura de Clara Campoamor, que realizó para ser colocada en Donostia el año pasado.
En su trayectoria artística pueden diferenciarse tres etapas que, a su vez, están unidas por la misma búsqueda: la identidad, las capas tras las que se cubre la persona y la reivindicación de cuestiones de género. Busca que la mujer recupere su sitio en la sociedad porque, según añade, "todavía queda mucho trabajo por hacer".
mujer y fuerza El centro Koldo Mitxelena, que alberga esta exposición, se ha unido a la lucha de esta artista por lograr que la mujer recupere su fuerza en la sociedad, para lo que da cabida a mujeres en sus espacios expositivos. "Aunque Dora es navarra, desde siempre ha estado muy vinculada a Gipuzkoa, así que es como si fuera ya de aquí", explicó la directora de Cultura de la Diputación Foral de Gipuzkoa, Garazi López de Etxezarreta.
La obra de Dora Salazar podría entenderse como un discurso sobre la perspectiva del género femenino, como una búsqueda individual o una exploración personal que ha definido su actitud. Su estilo es muy fácil de identificar, a pesar de que la forma de sus creaciones cambie. "Al principio me preocupaba que se identificaran mis creaciones siempre con las mujeres, pero ahora ya no. Creo que hay que comprometerse con lo que se hace y hay que seguir peleando, porque todavía lo tenemos mucho peor que los hombres. A mí me gusta leer un libro en el que me identifico con los personajes, ¿por qué no voy a hacer yo arte sobre mujeres? Tenemos otras vivencias", explica.
Además de expuestas hasta el 14 de septiembre, de martes a sábado de 16.00 a 20.00 horas, sus creaciones están recopiladas en un catálogo que sintetiza su trayectoria artística.