RESTAURANTE Bedua. Interior. Día. Silencio, se rueda... Acodado en la barra del bar con pose de txikitero genuino, Karra Elejalde pregunta a Dani Rovira cuáles son los ocho apellidos vascos que dice tener. "Gabilondo, Urdangarin, Argiñano, Zubizarreta... Y por parte de ama, Igartiburu, Erentxun, Otegi... ¡y Clemente!", responde titubeante. "Clemente no es vasco ni pa' Dios", brama Karra mientras Clara Lago intenta templar gaitas: "Venga, aita... Vamos a comer".

"¡Corten!", grita alguien del equipo, tras lo cual se relajan los protagonistas y la docena de extras repartidos por el restaurante. Es una de las secuencias clave de Ocho apellidos vascos, sobre todo, porque da título a la película que desde hace unas semanas dirige el madrileño Emilio Martínez-Lázaro en localidades como Zumaia, Getaria y Leitza. Permanecerán en Euskal Herria hasta mediados de mes y terminarán con dos días de filmación en Sevilla.

Caricatura

Sátira vasco-andaluza

Basta asistir a medio minuto de rodaje para pensar inevitablemente en los sketches de Vaya Semanita. No en vano, los guionistas del filme son los donostiarras Borja Cobeaga y Diego San José, que trabajaron en la primera época del célebre programa de ETB. Martínez-Lázaro no tiene problema en reconocerlo, de hecho, ha revisado en YouTube todas las temporadas. "El guion tiene mucho de eso, un montón de equívocos y tono de sátira, subgénero nuevo para mí que incluye la ironía pero también la caricatura", admite sobre una historia ambientada en un pueblo ficticio, Argoitia, que sirve para caricaturizar los tópicos culturales vascos y andaluces. El "catalizador del humor" es Rafa (Rovira), señorito andaluz de pura cepa que nunca ha tenido que salir de su querida Sevilla para conseguir lo único que le importa en la vida: el fino, la gomina y las mujeres. Pero cuando aparece la joven vasca Amaia (Lago), la primera mujer que se le resiste, Rafa se verá obligado a hacer cualquier cosa para conquistarla: incluso viajar a Argoitia, hacerse pasar por un vasco llamado Antxon y engañar a Koldo (Elejalde), el rudo padre de su enamorada.

De ahí la indumentaria que luce Rovira -chaleco de mendizale, pañuelo palestino, riñonera y botas de monte- y su acento vasco tan marcado. "Compagino deporte eta independentzia", dice en un momento de la secuencia el intérprete malagueño, capaz de pronunciar a la perfección la tz gracias a una semana de entrenamiento junto al actor Anartz Zuazua. La madrileña Clara Lago, caracterizada como abertzale de flequillo recortado, también ha practicado el modo de hablar de los vascos. "Cuido la construcción de las frases y remarco un poco las erres", dice la actriz de títulos como La cara oculta o Tengo ganas de ti.

Es el primer papel protagonista en la gran pantalla de Rovira, popular monologuista de Paramount Comedy y El Club de la Comedia, para quien este rodaje está siendo "un curso de cine acelerado". "Pero parece que lo lleva haciendo toda la vida", tercia Lago. Elejalde, el veterano del trío, se deshace en elogios hacia los dos: "Ella es infalible y él tiene una vis cómica enorme".

Como sus compañeros de reparto, el actor gasteiztarra también dedica piropos a Martínez-Lázaro. "He trabajado en cincuenta películas y puedo decir que Emilio es increíble, muy listo, buena onda. Somos amigos, joder", recalca, feliz por la "libertad" que el director les deja para que surja la "chispa", sin tensiones de ningún tipo. Porque hacer reír "no es fácil", advierte Karra, que dice abordar su trabajo siempre con "el mismo rigor", actúe en una comedia, un drama o una de terror. "Hace tiempo que la gente no se ríe a carcajadas en el cine", lamenta. ¿Lo conseguirá Ocho apellidos vascos? "Es difícil saberlo. He hecho muchas comedias pero solo he logrado carcajadas brutales con El otro lado de la cama. De todos modos, yo prefiero comedias más suaves", asegura el autor de filmes como Amo tu cama rica o Los peores años de nuestra vida.

En ese sentido, Rovira ve la historia como una "yincana" de dos personajes que "poco a poco deben salvar los muebles en cada situación". "Lo que empieza como una mentira piadosa para no hacer daño al aita se convierte en una gran bola de nieve", explica Lago sin olvidar el desternillante papel de Carmen Machi, que no estuvo en Zumaia porque ha finalizado su trabajo en esta coproducción cocinada al pilpil por Telecinco Cinema, Lazona y Kowalski Films.

Chiita del RH

Políticamente incorrecta

Emilio Martínez-Lázaro, que rueda por segunda vez en Euskadi tras La voz de su amo, vincula el humor de su comedia romántica con cierto cine americano en el que "el trazo es tan grueso que no parece exagerado". "Es políticamente incorrecta de principio a fin", asegura el realizador, que solo ha "limado" el guion de Cobeaga y San José para darle unidad a las diferentes situaciones y "que los personajes sean más importantes que los chistes".

"Un tío de Salamanca se va a reír igual", dice Elejalde. A su personaje, un arrantzale del PNV cuyo barco se llama Sabino III, le define como un "chiita del RH", pero lo está construyendo de modo "entrañable y emocionante" y "caerá bien" porque "evoluciona hacia otro tipo de relaciones sociales".

Por otro lado, considera "sano" que los vascos nos riamos de nosotros mismos: "Quién mejor que nosotros para quitarle hierro al problema vasco... Al final harán una película sobre el bombardeo de Gernika unos putos australianos, americanos o ingleses cuando deberíamos hacerla nosotros".