BILBAO. "El arte no se ha de entender, se ha de sentir", decía Tapies cada vez que le interpelaban sobre el manido tema, y Cristina Iglesias no se desmarca un ápice de este teorema. "Sería un fracaso para una obra de arte que solo pudiera entenderse mediante un guía o una explicación externa", proclamó hace tiempo. De hecho, sus obras nacen para ser vividas, tal y como lo ha explicado la propia escultora en repetidas ocasiones: "Me gusta que la pieza te llame, te lleve, te conduzca, que acompañe al espectador en su recorrido, que pasee junto a él, que le trace el camino". Para ello inventa narrativas trenzadas con hierros, resinas o alabastro, espacios de recogimiento, refugios del alma que acogen y sugieren, que ofrecen textos que hablan de arquitectura, de la materia y del hombre.

A partir del 5 de febrero sus obras invadirán el Museo Reina Sofía de Madrid, donde se presenta la mayor retrospectiva que se ha realizado hasta la fecha, dentro y fuera del Estado español, sobre la artista donostiarra. Aunque ya se le dedicó una exposición en el Palacio de Velázquez en 1998, esta antológica cuenta con más de cincuenta piezas y examina la amplia producción de la artista desde los inicios de su carrera, a mediados de los años ochenta, hasta la actualidad. La muestra Cristina Iglesias: Metonimia será una ocasión única para adentrarse en la obra de una de las creadoras vascas con mayor proyección internacional, y ayudará a conocer "la fundamental contribución que ha hecho a la escultura, tanto pública como privada", según apuntan desde el Museo.

Lynne Cooke, comisaria de la exposición y gran conocedora de su obra, "sacará el máximo provecho a las posibilidades del edificio Sabatini jugando con la luz, el espacio, y la arquitectura", anuncian desde el Reina Sofía, y añaden que "prácticamente todas las ventanas de la sala A1 se abrirán para que entre la luz natural y así poder situar al visitante en el espacio. Por otro lado, y para establecer una relación entre el interior y el exterior del edificio, las puertas que comunican las salas con el jardín de Sabatini permanecerán abiertas".

variedad Se mostrarán alrededor de cincuenta esculturas, algunas de ellas de más de nueve metros de longitud, realizadas en gran variedad de materiales (bronce, hierro, cemento, madera, resina, cristal, hormigón...). Una parte de la exposición se dedicará a sus conocidas Celosías y otra a los Corredores suspendidos, a través de los cuales el espectador podrá deambular en un recorrido laberíntico. Además, se podrán ver dos de sus grandes pasillos vegetales, así como sus esculturas más tempranas, realizadas en las décadas de los 80 y 90. Estas piezas, de dimensiones más reducidas, se caracterizan por la mezcla de materiales tales como alabastro, tapiz, cristal, resina o aluminio. Por último, se incluirá en el jardín la serie de obras titulada Pozo, de reciente creación y en las que el agua es un elemento escultórico más.

La exposición presentará también una panorámica completa de sus serigrafías en cobre y tela. "Estas obras -insisten desde el Museo- parecen estar impresas en fotografías de instalaciones reales, cuando en realidad representan modelos en miniatura de los trabajos escultóricos de Iglesias, creando una ilusión de profundidad espacial".