bilbao. Desde el pasado 26 de abril vienen sucediéndose actos, reportajes y exposiciones relacionados con el terrible bombardeo de Gernika hace 75 años. Aquel suceso, que tanto marcó, por ejemplo, a los supervivientes de las fotos de David Seymour en La Maleta Mexicana, contrajo uno de los cuadros más famosos de la historia, el Guernica de Picasso. Aquel día, el cielo rojo intenso se veía desde Bolibar, narraba conmocionada a DEIA Juliana Urionabarrenechea, una de las niñas retratadas por Seymour en 1937.

Ese cielo rojo debió de ser tan impactante que protagoniza muchos de los cuadros que Carmelo Ortiz de Elgea preparó hace meses para el Museo Euskal Herria, once Gernika-s que ideó ex profeso, "aceptando el reto del encargo", relata Felicitas Lorenzo, directora del Museo, tras dos meses de exitosa exposición. Este espacio no tiene el mismo talante que su vecino Museo de la Paz, pero cuenta con un programa en torno a la fecha del bombardeo desde hace 5 años, además de que desarrollan "una didáctica no formal", engarzada en "el tejido local". A una semana de la conclusión de la muestra, Felicitas asegura que "estamos muy contentos con el interés que ha puesto la gente en la pintura de Carmelo -un 27% extranjeros-, además de que era muy importante para nosotros que estuviera aquí".

Así, este autor -que ahora se encuentra en Reno (EE.UU.)- ha sido el único que se personó en el museo gernikarra, para que su obra estuviera en sintonía también con el entorno. El promotor de la idea y comisario, Xabier Sáenz de Gorbea, destaca que la dificultad de estos Gernika pasa por que "tratan de acercarse a la complejidad del drama desde la asunción de la existencia de distintas voces". Carmelo afirma que quería plasmar "el desastre, la ruina, el ataque a un pueblo...". Para ello, por ejemplo, se sirve de un caserío cuyo tejado en llamas "se rebela ante esa agresión. El caserío está vivo, está denunciando", subraya.