'Cantad' a José Luis Ibarzabal
El próximo 15 de julio se clausura el centenario del nacimiento de este músico vizcaino
EL sabio ilustró: "Pensar es más interesante que saber, pero menos interesante que mirar". Ha llegado el momento de poner los ojos, la mirada en la obra del pasionista y músico vizcaino José Luis Ibarzabal Ibarzabal. Compañeros de orden como el también compositor Paskal Barturen y Gregorio Arrien reivindican su figura en un año clave como es el del centenario de su nacimiento, a punto de clausurarse. "Le faltó autoproyección", lamenta el prestigioso investigador etnomusicólogo Barturen.
Ibarzabal nació el mismo año que el hoy también centenario colegio de Gabiria, un centro en el que estudió después los primeros cursos de Humanidades, y al que dedicaría, en su momento, una de sus primeras obras musicales. Natural de la comarca de Lea Artibai (Etxebarria, 15 de julio de 1911), cursó los estudios de Humanidades, Filosofía y Teología en los centros pasionistas de Gabiria, Tafalla y Deusto. Le ordenaron sacerdote en Gasteiz el 26 de mayo de 1934.
Entre sus compañeros de aula hubo un buen número de pasionistas que llegaron a tener, en su día, grandes conocimientos teóricos y prácticos en los diversos campos de la música, la docencia, la escritura y el mundo de la teología y la cultura vasca, si bien "no pudieron darse a conocer y destacar en la medida de sus capacidades reales, debido mayormente a las especiales circunstancias de tiempo y lugar en que les tocó vivir y actuar", valora Arrien.
Aunque no se sabe en qué momento de su vida se inició José Luis en los primeros conocimientos musicales y el aprendizaje de los instrumentos del ramo, seguramente fue a raíz de su mismo ingreso en Gabiria en 1922, donde los directores del centro, los padres Simón Zorroza y Dionisio Aurtenetxe, estaban "perfectamente capacitados" para enseñar el solfeo y los cantos de la vida cotidiana, a la vez que eran ya unos entendidos maestros en el cultivo y fomento del euskera.
Su formación musical propiamente dicha -a nivel de composición, armonización, dominio instrumental y otro aspectos técnicos- tuvo lugar en los años posteriores a su ordenación sacerdotal, bajo la dirección de don Víctor Zubizarreta Arana (Bilbao, 1899), un reconocido músico y profesor, además de director del Conservatorio de Bilbao y organista de la basílica de Begoña. Bajo sus expertas manos y orientaciones, José Luis dio los pasos necesarios para "intentar alcanzar la perfección musical que tanto añoraba y convertirse él mismo en un verdadero maestro en la materia", agrega Arrien.
Como se ha escrito, su experiencia en Francia -donde se refugió- fue de suma importancia tanto para el dominio del idioma de aquel Estado como para el desarrollo de las posteriores actividades musicales y pastorales. La búsqueda de un refugio político más seguro en el país vecino tuvo lugar con la llegada de la II República, con la que hicieron su aparición una serie de problemas sociales y políticos que no presagiaban nada bueno para el desarrollo de la vida religiosa. "Se temía con razón que alguna medida gubernativa pudiera obligarles a abandonar el Estado español sin tener nada previsto como asilo"; por lo que, a mediados de 1931, los superiores pasionistas de Bilbao tomaron la determinación de trasladar al retiro de Montaigu (Vendée) a seis estudiantes, que acababan de finalizar en Tafalla el primer curso de su formación teológica. En el grupo se encontraban, entre otros, José Luis Ibarzabal y el famoso Aita Patxi. Les precedieron, en calidad de profesor, Estanislao Aguirre y Arturo Crespo.
Mientras que los jóvenes estudiantes siguieron en Montaigu los estudios de Teología Dogmática y Moral, se fundó en Iparralde la residencia de Askain, situada a unos seis kilómetros de Donibane Lohizune. Pero ellos no pasaron por esta residencia, abierta ex profeso para acoger a los religiosos refugiados, al mismo tiempo que servir de expansión en Europa a la provincia religiosa vasca. Los estudiantes regresaron a Deusto en 1933. Allí complementaron su formación.
Las resonancias de 'Psallite' Según el conocido organista y compositor Paskal Barturen, que ha efectuado el recuento y clasificación de la producción musical del padre José Luis, sus obras llegan a una treintena en total, quedando clasificadas de la siguiente manera: 1) Obras para órgano; 2) Obras vocales con órgano; 3) Composiciones corales (religiosas y profanas). La obra Psallite (Cantad o Salmonead), comprendida en el primer apartado, está catalogada como la más lograda y compleja de sus trabajos. Se compone de dos cuadernos o tomos, cada uno de los cuales consta, a su vez, de un determinado número de composiciones de muy diferentes características en cuanto a su inspiración, estructura y extensión.
Hay constancia de que los dos cuadernos de Psallite se encuentran publicados por la Casa de Música Vda. de Manuel Vellido, Bilbao, y talleres gráficos Ordorika. Hay también publicadas otras obras y composiciones del músico vizcaino. "Se considera un músico de trascendencia aquel que tiene más de un centenar de obras e Ibarzabal compuso una treintena. No obstante, partituras como Psallite están bien elaboradas y trabajadas", valora el concertista de órgano Paskal Barturen.
El primer cuaderno de su obra cumbre, preparado para órgano o armonio, recoge seis obras que llevan los siguientes títulos: Salutación, Ofertorio, Improvisación, Canción, Súplica y Toccata. Todas ellas, dedicadas a algún importante músico de la época, cuentan con una base orgánica muy interesante, si bien son de dimensiones diferentes. La última de estas obras, Toccata, dedicada al maestro Víctor Zubizarreta, termina en una forma muy solemne y "casi homófona de mucha fuerza y garra", valoran.
Los estudiosos han analizado ya las fuentes de inspiración de cada uno de los casos. En realidad, la música culta y profesional de todas las épocas, aun la más elaborada, se ha inspirado a menudo en la música popular. Lo mismo le sucedió a José Luis, quien en sus trabajos tomó como punto de inspiración, por este orden, las siguientes melodías religiosas vascas de carácter popular: Adoratzen zaitut, Agur Maria y Santa Maria, Agur Dolorezko Ama, Aurtxo polita seaskan, Glosa de una plegaria-súplica, e Ite, missa est.
En cuanto al segundo cuaderno de Psallite ( para gran órgano) recoge cuatro obras: Preludio-Pastoral, Adoración, Berceuse (canción de cuna), y Fuga. Como se hace ver en la portada, funciona en su conjunto como una pequeña Suite, con una unidad temática navideña. Las composiciones de esta parte se inspiran en temas de claro sabor popular, tales como Adeste fideles, Birjiña maite y otros temas de matiz pastoril. Al decir del estudioso Paskal Barturen, la última obra "es una fuga de escuela debidamente estructurada, con el tema y episodios inspirados en el tema pastoril del Preludio y el Adeste fideles, transformada rítmicamente en Pastoral hasta llegar a la eclosión final de la tercera sección con el tema de Adeste fideles, claramente expuesto, mientras el pedal juega con el ritmo pastoril. Estas cuatro obras de Psallite tienen una unidad de estilo y de intensidad navideña.
Los testimonios de los contemporáneos del padre José Luis se refieren a lo mucho que gustaban al público, que no dudaba en ensalzar la interpretación de ambos tomos. "Con ocasión del 80 cumpleaños de nuestro protagonista, le dediqué en 1991 un concierto entero en el Santuario de S. Felicísimo de Deusto, interpretando tanto obras suyas a capella (con la intervención del coro Ikas-Ama) como otras obras al órgano. El concierto preparado y dirigido por mí, contó con la presencia del propio José Luis, que los presentó y mostró al final su agradecimiento", evoca Barturen.
Entre sus obras a capella, resalta Gólgota, como una de las más logradas por su extensión y dramatismo.
En las obras profanas (Uso zuria, Matzaren orpotik dator, Loreak udan y otras) se emplea de forma constante y efectiva la melodía popular, alternándola y ambientándola con efectos de boca cerrada y similares. "Creo que cuando más se interpretaron tanto sus obras religiosas como profanas fue con las diversas promociones de estudiantes pasionistas, sobre todo, en Deusto. En Urretxu también, aunque más las que llevan acompañamiento de órgano", apostilla Barturen.
En las crónicas que hacen referencia a las actividades musicales de José Luis, se habla de su labor docente en las casas de formación de Mondoñedo, Gabiria, Melide, Urretxu y otros centros, en los que impartió clases de música sacra y gregoriana, tanto a los alumnos como a los estudiantes de los cursos superiores. Como organista animó la liturgia de las comunidades en las que estuvo. Constituyen un capítulo aparte sus "brillantes" intervenciones y conciertos: acompañó al órgano en Begoña en la ordenación episcopal de Monseñor Olazar (1953), dio conciertos de órgano en la inauguración del órgano de Irun (1954) y de Urretxu (1955).
Asimismo, dirigió la Schola cantorum en Urretxu y el coro de Irun. El grupo Gaztedi de jóvenes que tenía en esta última localidad fronteriza era de apostolado juvenil, que al mismo tiempo cantaba en público y en privado, tras los ensayos de algunos cantos populares para cuidar bien su ritmo.
Autor del Himno de Gabiria Al decir de los exalumnos que lo cantaron por primera vez, fue en el curso 1940-1941 cuando se estrenó el himno en el mismo centro al que estaba dedicado. La melodía pertenece a nuestro protagonista, mientras que la letra es una aportación de otro insigne pasionista, el poeta y escritor padre Roque Aguirre. José Luis compuso también los himnos de San Vicente M. Strambi, Santa María Goretti y la Virgen de Angosto.
Como la mayoría de las composiciones de su género, el himno de Gabiria es una obra coral que expresa los sentimientos de alegría y celebración, siempre de forma positiva. Por su medio, se intenta resaltar los valores de identidad y pertenencia a un Colegio Apostólico, "caracterizado por la vocación pasionista, el espíritu misionero y el amor a la Iglesia", exponen Barturen y Arrien. El texto dice así: "Niño soy del Colegio Apostólico, preferido entre miles por Dios para ser pasionista algún día, para amar y anunciar la Pasión. La Cruz es mi enseña, mi norma estudiar y Cristo y las almas mi gran ideal. Por llevar muchas almas a Cristo su más férvido apóstol seré, misionero seré pasionista de la Iglesia seré honra y prez".
La melodía, cantada por la masa escolar, con el acompañamiento del piano o sin él, no está exenta de una cierta solemnidad y resuena vibrante y vigorosa, sobre todo, en la repetición de los dos últimos versos o frases, que finalizan en una elevada y sostenida tonalidad. El piano le añade una musicalidad y sonoridades especiales de muy difícil descripción.
Por el simbolismo y significación que revestía para el centro, fue durante muchos años el canto de obligada presencia en cuantos actos públicos y jornadas literario-recreativas tenían lugar en el colegio, hasta el momento mismo del cierre de éste en el año 1964. Pero aún después del cierre de las aulas, no se apagaron nunca del todo sus resonancias, y se ha seguido entonando hasta nuestros días, especialmente en los Encuentros de exalumnos: Es una forma de mantener vivo el recuerdo de los años transcurridos en el antiguo caserón de Gabiria.
José Luis Ibarzabal, que falleció en Irun en 1994, se dedicó en vida a lo que más le gustaba y mejor sabía hacer, con las miras puestas en el trabajo bien hecho. En una nota necrológica se dice que la perfección musical "que buscaba en el pentagrama la quería también en los demás aspectos de la vida". "Nuestro objetivo -subrayan Arrien y Barturen- es rendir así un pequeño tributo a su memoria, ahora que estamos celebrando el centenario de su nacimiento".
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