Bilbao. Fernando Sánchez Dragó seduce con afirmaciones que siempre son polémicas. Ha escrito su primer volumen autobiográfico, Esos días azules. Memorias de un niño raro. El 2 de noviembre comenzó a escribir el segundo y así hasta llegar a cuatro. A nivel mediático no tiene desperdicio y va a hacer las delicias de sus incondicionales, también de quien busque el punto de escándalo para ponerle verde. Él sigue igual que siempre y no rehuye polémicas. En este libro expresa un deseo para su reencarnación: quiere ser una mujer guapa y puta. Confiesa que se ha vestido de mujer, que se ha puesto lencería femenina…

En sus memorias, usted reivindica su lado femenino.

Eso está en el libro y está vigorosamente expresado. Mi lado femenino se manifiesta en mi infancia y en mi adolescencia. Todo varón lleva una mujer dentro y cada mujer lleva un varón dentro. Todos tenemos el deber de desarrollar ese otro lado para ser seres humanos completos. Si me preguntas en qué me quiero reencarnar te contestaría que en Dragó- mujer. Deseo ser mujer.

Además, quiere reencarnarse en una mujer puta y guapa. Curioso deseo.

Claro. Yo he sido guapo y golfo. Para ser mujer tendría que ser guapa y puta. Yo me vestía de niña a escondidas de mi madre y de las criadas de casa. Les robaba la ropa.

¿Sigue practicándolo?

Incluso de mayor me he vestido de mujer, he alternado los roles. Me gustan tanto las mujeres que hago un esfuerzo para ser mujer. El fetichismo de la lencería está muy presente en el libro. ¿Qué te parece?

Me deja con la boca abierta, no sé qué decir.

Hasta tal punto me gusta la lencería femenina que me la he puesto yo y he gozado poniéndomela.

Impresionante.

Te juro que no tenía nada que ver con la homosexualidad ni nada parecido, tenía que ver con la androginia, con la búsqueda de mi lado femenino. Tenía que ver con cierta envidia que siempre he sentido yo de las mujeres porque siempre he tenido la impresión que sois más listas que nosotros, eso ya lo sabemos…

Deje de darnos jabón, ¿dónde quiere llegar?

Siempre he tenido la impresión de que lo pasáis mejor que nosotros en la cama.

En fin, luego dice que no es polémico.

No, no soy polémico. Siempre he admirado mucho a las mujeres. ¡Manda huevos que las feministas polemicen tanto conmigo! Me han revestido de una aureola de macho ibérico y de macho alfa, cuando soy lo menos macho ibérico y menos macho alfa que hay.

Su tipo de mujer debe estar por debajo de los treinta años, ¿no?

Es verdad, a mí me gustan las chicas jóvenes. Pero no por eso de la carne fresca o porque son más guapas…

Unos conceptos políticamente incorrectos.

Todo eso está muy bien, a nadie le amarga un dulce. Me gustan las chicas jóvenes porque están más disponibles.

¿Está seguro?

Seguro. Si yo llego a un café y veo a una chica joven y le digo que tengo en la puerta un todoterreno para irme al Sahara y la invito, lo mismo se viene. Si es una señora que ya es mayor, que tiene hijos, que tiene un hogar, que ya está sentada en la mesa camilla, esa no se viene. Yo necesito que la mujer esté disponible. Esa disponibilidad para la aventura la tienen las chicas y no la tienen las señoras.

Con estas afirmaciones no le extrañará que las feministas y también otros colectivos le critiquen.

Pues que me critiquen, qué le vamos a hacer. Qué quieren, que mienta, que escriba un libro de memorias y que no diga lo que siento. El concepto de la juventud va cambiando con el tiempo, cuando yo tenía doce años las niñas jóvenes eran las que tenían ocho, eran mis primitas y esas cosas. Cuando tenía veinticinco, las jóvenes eran las de dieciocho…

¿Y ahora que tiene 75 años dónde pone el límite de la juventud femenina?

Pues para mí ahora las chicas jóvenes son las de 35 o 38.

¿Conquistador?

O conquistado. Al principio parece que estás conquistando y luego te vas dando cuenta de que en la mayor parte de los casos, no digo en todos, han sido ellas las que me han conquistado.

¿Cuántas calabazas le han dado?

Te diré una cosa que parece una chulería, prácticamente ninguna…

Pues es verdad que es chulo usted.

Primero yo era muy guapo, Fui mister Carabanchel cuando estuve en la cárcel. Más tarde fui escogido en una encuesta popular en Diario 16 el quinto hombre más guapo de España…

¡Vaya nivel!

Bromas aparte, yo era muy guapo, simpático, divertido, jacarandoso, atrevido, aventurero, tenía labia, tenía cultura, era escritor…

Un hombre de película.

Es que todo eso junto ayuda a ligar. Sobre todo, lo más sorprendente es que ahora a los 75 años tampoco me dan calabazas.

¿Dónde está el secreto?

En la tele. Vosotras sois más nobles que nosotros, os enamoráis de la cabeza, nosotros nos enamoramos de un culo… La mujeres no, aunque uno sea feo, en mi caso ni eso, os enamoráis de una persona inteligente y culta…

Cómo usted, ¿no?

Siempre me ha fascinado el porqué las chicas se quedan fascinadas por cualquier persona que sale en la tele por muy adefesio y viejo que sea.