BILBAO. Ya demostraron de lo que son capaces hace dos ediciones, en el mismo BBK Live, y en el arranque del sábado lo volvieron a hacer. Kaiser Chiefs, quinteto británico de éxito reciente, mezcló el poder del pop británico más clásico, ese que tan bien explotó Blur en la cima del britpop, con guitarras rugosas y arreglos electrónicos en una fórmula que se reveló exitosa y convirtió al quinteto en el rey de la segunda jornada del festival, por aclamación popular y entre la lluvia.

Hubo que esperar media hora para que el escenario principal quedara liberado tras la actuación de Suede. En el impasse, la lluvia se hizo presente y a pocos minutos de la una de la madrugada Kaiser Chiefs empezó su concierto con la introducción electrónica de Everyday I love you less and less, el tema que abría su debut, Employment. Allí se iniciaron los botes -del dinámico vocalista del grupo, Ricky Wilson, y del público-, que se convirtieron en constantes en una actuación marcada por el repaso a toda la discografía del quinteto, ejemplo de comercialidad pop, guitarras rock y teclas entre el clasicismo y el guiño electrónico ocasional. Cuando se tienen éxitos como Never miss a beat -con Wilson epiléptico, golpeándose la cadera con una pandereta-; el incuestionable Ruby, quizá la canción mejor recibida y más coreada de la noche; The angry mob; Modern way; o I predict a riot, que el grupo interpretó bajo un diluvio, se juega a ganador. Sus melodías, combinadas con algunas de las canciones de su reciente Future is medieval (todavía desconocido por sus fans y de cuyo contenido sobresalió Little shocks) hicieron saltar, bailar y corear al público en una velada que, en bastantes ocasiones, se acercó al karaoke masivo con cierto aire hooligan.