Contemplar por primera vez el nuevo Focus provoca la sensación de estar ante algo conocido. Ese déjà vu tan habitual en el mundo del automóvil obedece a dos motivos. Por un lado a los ortodoxos cánones estéticos asumidos por el fabricante y de otro a la decisión de este de difundir con excesiva antelación las primeras imágenes del modelo. El coche que ahora debuta se dio a conocer oficialmente en enero de 2010 lo que anulaba el efecto sorpresa deseable para el lanzamiento. Además, Ford ha ido poniendo en el mercado otros productos también inspirados en el Kinectic Desing, el manual de estilo que encorseta las últimas creaciones de la casa. Esos estrenos -Fiesta, S-Max, Galaxy, Mondeo y C-Max- han habituado al público a la estampa del que estaba llamado a ser el producto estrella, que parece veterano antes de tomar la alternativa.
Ese precoz desgaste de imagen puede restar alicientes a los ojos de algún potencial comprador, pero no afecta a las muchas y notables cualidades del vehículo. Arrancar desde la línea de meta de la generación anterior y hacerlo después que los pesos pesados de la categoría, confiere cierta ventaja al actual Focus, que cumple holgadamente las expectativas de los más exigentes. Gustará más o menos, pero la calidad de este coche no admite debate.
Ford lo comercializa en los cinco continentes sin diferencias técnicas ni estéticas sustanciales. Aquí, el repertorio despliega tres carrocerías, implanta siete motorizaciones y asume dos definiciones de producto. El Focus ha debutado con envase compacto de cinco accesos, al que se unen ahora los formatos largos. En los planes del constructor norteamericano no figuran la interpretación de tres puertas ni un coupé-cabriolet como los de la entrega que se jubila. La férrea disciplina estética de la gama Ford provoca confusiones entre el debutante y sus hermanos. Visto a media distancia o por el retrovisor, el Focus puede pasar por un Fiesta henchido o por un C-Max levemente comprimido. Comparado con el regimiento de enemigos que lo aguarda (C4, 308, Mégane, Golf, Astra, León, Auris, cee'd, i30…), destaca más por su superior envergadura que por su capacidad, muy semejante a la del resto. La corpulencia del armonioso envoltorio -tiene 4,36 metros de largo, 1,82 de ancho, 1,48 de alto y 2,65 de batalla- permite acomodar a bordo cuatro adultos, cinco bien plegados, con una razonable cantidad de equipaje (el compacto brinda 363 litros de maletero).
La cabina, que ofrece diversos huecos para depositar pertenencias, muestra unas plazas delanteras cómodas y un asiento posterior bastante desahogado; los ocupantes más altos no se ven obligados a soportar coscorrones contra el techo pero van un poco justos de piernas. La puesta en escena, los materiales plásticos empleados a bordo y su ensamblaje, merece el aprobado. El puesto de mando, concebido como el de una aeronave, es resultón desde el punto de vista estético pese a que la profusión de botones, interruptores, pantallas y relojes puede llegar a agobiar al conductor.
BUEN TACTO El porte moderno y agradable vaticina lo que el usuario se va a encontrar. Como buen Ford, el Focus ofrece un tacto suave y una respuesta satisfactoria. Es un coche con vocación de masas, no un producto diseñado a la medida de los entusiastas de la conducción. Pese a ello, el repertorio motriz puesto a su servicio presenta candidaturas adecuadas a casi todos los gustos y necesidades. Brinda tanto mecánicas austeras y sosegadas como otras más vehementes que, sin embargo, no pierden la cordura.
El elenco de motores contiene cuatro pretendientes gasolina y tres turbodiésel. Una vez sometidos a ajustes orientados a reducir el consumo (desciende hasta un 18%) y las emisiones, todos cumplen la norma Euro5. En primer capítulo figuran unidades de cuatro cilindros y 1,6 litros. La oferta gasolina comienza con variantes de 105 y 125 CV, asociadas a caja manual de cinco marchas, y continúa con los EcoBoost de inyección directa y turbo que, vinculados a transmisión de seis marchas, rinden 150 y 180 CV. Los datos de homologación prometen cifras de consumo y CO2 más que comedidas: 5,9 litros y 136 g/km de promedio en los más modestos; 6,0 litros y 139 g/km en los otros.
Para esa mayoría que integran los partidarios del gasóleo se destinan tres facturas: 1.6 de 95 y 115 CV, además del 2.0 de 163. Los tres TDCi acoplan caja manual de seis marchas y progresan a la hora de contener el gasto y la contaminación. Los primeros acreditan 4,2 litros y 109 g/km, el superior 5,0 litros y 129 g/km.
Los pedidos se concentrarán en el diésel medio. Es, sin duda alguna, una opción equilibrada. Pero por mil euros menos se encuentra la brillante versión gasolina de 150 CV, alternativa que merece la atención de los conductores ágiles que no acumulan kilómetros. Por otra parte, no se entiende bien por qué Ford descarta comercializar la mecánica diésel de 140 CV, más razonable que la de 163 cuya inclusión deja una gran fisura sin cubrir desde los 115 CV.
CALIDAD-PRECIO El Focus depara una sensación de calidad bastante perceptible. La refuerza con unas dotaciones completas. Todas las versiones cuentan con seis airbags, ABS con distribución electrónica y asistencia a la frenada de emergencia, Start&Stop en algunos motores, control de estabilidad ESP y de tracción, aire acondicionado, radio CD con mp3, ayuda al arranque en pendi ente, etc. La definición Titanium mejora la puesta en escena Trend agregando sensores de aparcamiento y de presión de neumáticos, arranque sin llave, climatizador bizona, autoencendido de luces y limpiaparabrisas, retrovisores eléctricos, pilotos LED, conexión Bluetooth, control por voz V2C, llantas de aleación de 16 pulgadas, etc. La política de descuentos aplicada por el fabricante (1.500, 2.500 y 2.800 euros dependiendo de la versión más el regalo de paquetes de equipamiento) maquilla momentáneamente la tarifa del Focus, acercando su línea de partida económica hasta 14.900 euros. Es el precio del cinco puertas con motor 1.6 Ti-VCT de 105 CV y acabado Trend. Culminan la tarifa el Sedan y el Sportbreak 2.0 T DCi de 163 CV con definición Titanium y provistos de caja automática secuencial PowerShift (24.450 euros). Un compacto diésel de 115 CV arranca en 18.700 euros.