Bilbao. Periodista de carrera y profesión, Elena Moreno siempre ha estado unida a las letras "porque en la mayoría de los casos llegamos al periodismo porque queremos escribir". Ha sido negra de escritores y periodistas "que no puedo nombrar, pero que pagaban muy bien". Habla del periodismo muy críticamente: "Está hecho un asco", dice. Reflexiones sobre su profesión, sobre su ciudad, sobre Euskadi... todas ellas para dar color a una novela sobre las vivencias de dos mujeres con ansias de exprimirle todo el jugo a la vida. El salón de la embajada italiana es una novela fácil de leer y con mucha literatura entre sus páginas. Una combinación sinónimo de éxito.
Primera novela, con Planeta, una edición muy cuidada y una primera tirada muy superior a lo habitual. ¿Cómo se ubica eso en el panorama editorial actual?
La apuesta ha sido impresionante. Es rarísimo, una cosa única. Y he tenido muy buenas críticas. Acaba de salir y está funcionando a tope.
Contenta, entonces.
Muy contenta, nunca pensé que iba a publicar. Tengo mucho pasado y soy muy realista y consciente de que es muy difícil que pase lo que me ha pasado. Todos los días me levanto y tengo que creérmelo, porque todavía estoy un poco aturdida. Hay que tener los pies en la tierra y ser muy prudente tanto con el éxito como con el fracaso.
Escrita en primera persona, con protagonista periodista y madre de dos hijos, parece que sabe bien de qué escribe.
Sí, pero no es para nada autobiográfica. Lo que ocurre es que la novela tiene una estructura muy difícil y cada vez que te pones a escribirla sales de un mundo y entras en otro; es una esquizofrenia absoluta. Por eso he cogido unas líneas que conocía bien -Bilbao, periodista, madre...-, para que no me resultara tan complicado. Y aun así he tardado cinco años, compaginándolo con el trabajo y las obligaciones cotidianas.
Ha tardado cinco años en escribirla, pero se dice que la primera novela se gesta durante toda la vida.
Eso es cierto, porque para escribir una novela se necesita posar toda una vida, se necesita ser feliz, sufrir; se necesita probar casi todas las emociones. Si vas a encarnar a un personaje que va a vivir, tú tienes que haber vivido.
La literatura solo funciona cuando se basa en experiencias reales.
Efectivamente. ¿Cómo vas a hablar de un tomate si nunca lo has comido? Seguro que te quedas corto. Esto es lo mismo. Por eso es normal que los escritores tengan cierta edad, porque para hablar de la vida hay que haberla vivido.
¿Es ésta una novela de amor o de desamor?
Es que el amor y el desamor es lo mismo. El amor es sentir, y se sienten cosas que nos gustan y cosas que no nos gustan, cosas que nos hacen sufrir y cosas que nos hacen gozar. Para mí amor y desamor son la misma palabra, que le das la vuelta depende de cómo le de el sol. El amor es igual que el Guggenheim, depende de cómo le de el sol. Hay veces que es rosa, hay veces que es plomizo, otras veces de un color topo...
Escribe usted en un pasaje de la novela que el amor es como el agua: encuentra huecos inesperados y derrite cosas que parecen sólidas.
Eso también lo digo de la pasión, que arrasa. En el libro reivindico la pasión, y también el amor, aunque no tengan nada que ver. La reivindico para que la gente sepa que además del amor existe la pasión, por si acaso no se habían enterado (risas). La pasión es una forma de vivir la vida que arrastra. Si tienes alguien pasional cerca te lleva con él.
La pasión es lo que une a las dos protagonistas. ¿Es la novela un elogio a las mujeres de la generación anterior a la suya, que rompieron barreras negándose a vivir encorsetadas?
Yo no diría eso. La generación anterior tuvo que sufrir la guerra, pero todas tienen su cara y su cruz. La nuestra, por ejemplo, tuvo que conquistar la calle y decir: "Oye, que aquí estamos", porque había un vicio de cuarenta años que nos había dejado con los pies en el lodo.
¿Y cómo ve la generación de sus hijos este libro?
Pues mi hija dice que es un poco carca pero, sin embargo, varias amigas de mi quinta se han sobresaltado (risas). La verdad es que me interesa mucho saber la opinión de los jóvenes. Yo diría que es una novela sobre la idea femenina, pero creo que es abierta y que a los hombres les puede interesar mucho para saber lo que pasa por la cabeza de las mujeres. A lo mejor dentro de unos años hablamos de novela masculina. Pero, al final, la narración es la narración, da igual quien lo cuente. Lo mágico de la literatura es que cada uno exprese lo que lleva dentro.