AHORA mismo están echando una película en los cines que plantea que en 2012 se terminará el mundo. Mi objetivo es seguir con vida hasta entonces, para saber lo que pasa. ¡Hay que tirar para adelante!". Este deseo cinematográfico, lleno de vitalidad, es uno de los testimonios que construyen el documental La plaza de la música, un trabajo que aborda el drama que viven los trabajadores afectados por el amianto. La cinta, dirigida por el cineasta guipuzcoano Juan Miguel Gutiérrez, inaugurará hoy la sección dedicada al cine vasco del Zinemaldia, un Zinemaldia que arranca con más ímpetu e ilusión que nunca, a pesar de los recortes.
La frase inicial del artículo corresponde al legazpiarra Rafael Alustiza, ex trabajador de la empresa Patricio Echeverría, quien relata cómo manipulaban el amianto "con las manos". "Como nadie decía nada, lo hacíamos sin pensar", recuerda. Alustiza no sabrá si el fin del mundo llegará en 2012. Falleció en junio, como consecuencia de un mesotelioma, un cáncer producido por la exposición a este nocivo material.
El creador de La plaza de la música avanzó ayer en Donostia este fragmento del documental. Se trata de una narración realista de las "dificultades de los trabajadores" afectados, que muestra "el rostro de las víctimas, de la muerte dolorosa e irremediable de quienes padecen asbestosis o mesotelioma", males producidos por el contacto con este mineral prohibido en el Estado desde 2002.
"cine pobre" Dada la "dureza" del contenido, Gutiérrez agradeció la oportunidad que le ha brindado el Zinemaldia para estrenar esta película rebosante de humanidad y con una clara perspectiva de denuncia, que enmarcó en la corriente del "cine pobre", una cinematografía creada con unos medios económicos muy limitados. Además del testimonio de los afectados y de sus familiares, la cinta recoge opiniones de técnicos, sindicalistas, empresarios y de responsables políticos.
El origen de la película se encuentra en la plaza de la Música de Errenteria, donde hace más de 35 años se levantaba la fábrica Paisa, que trabajaba asiduamente con amianto. "Nuestra casa estaba a ocho metros de los extractores que expulsaban continuamente este mineral. Recuerdo que en la vivienda siempre había mucho polvo", rememoró el cineasta pasaitarra. "Hace seis meses me enteré de que la muerte de mi madre Araceli, hace 30 años, se debió a un mesotelioma pleural", añadió.
Así fue como el cineasta comenzó a investigar sobre todo lo que rodea a estas silenciosas enfermedades, hasta que el "círculo fue ampliándose" y aquella iniciativa cogió forma de un documental de algo más de una hora, que ha conseguido concluir en seis meses. Desde Errenteria hasta las playas de India, donde se desguazan barcos que contienen grandes cantidades de amianto. "También se puede considerar un análisis del capitalismo salvaje, que está detrás de todo esto", concluyó.
src="https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/statics/js/indexacion_Trebe.js">