Los ángeles. El compositor Lucas Vidal no se considera un niño prodigio, pero a sus 26 años se ha convertido en una de las más firmes promesas de Hollywood, donde su nombre suena ya en proyectos multimillonarios junto al de Bruce Willis o Sigourney Weaver. "Soy un chaval normal", aseguró este madrileño en una entrevista con Efe realizada en el estudio que tiene en Santa Mónica, en Los Ángeles, pocos días antes de irse al festival de cine de Toronto, donde se estrena su próxima película, Vanishing on 7th Street, del director de The Machinist y Transsiberian, Brad Anderson.

Ese thriller es el séptimo largometraje en la vida de este creador de bandas sonoras, de personalidad inquieta y talento innato, que se divierte improvisando al teclado sobre obras de Bach y Chopin o reproduciendo de oído melodías de cine con un piano virtual en la pantalla de un iPhone. "Me doy cuenta de que vivo a toda velocidad, pero es que si estoy parado me muero", comentó Vidal, que descubrió su vocación por la música a los 4 años y supo que quería dedicarse al séptimo arte cuando con 15 realizó un curso de verano en el prestigioso Berklee College of Music en Boston (EE.UU.).

"Me enamoré de aquello", explicó. Tres años después repetiría visita a Berklee con una beca para estudiar simultáneamente los cursos de Composition y Film Scoring, de los que se licenció summa cum laude. "Hice historia en Berklee porque fui el primer alumno en grabar con una orquesta de más de 60 músicos", declaró el artista, que por entonces tenía 19 años.

Fue en Boston donde conoció en una clase de inglés a quien es hoy su socio, Steve Dzialowski, un belga con instinto para los negocios que estudiaba Music Business y con quien terminó fundando su actual empresa, MuMo Productions. Junto con Dzialowski, Vidal logró convertir su proyecto fin de carrera en todo un concierto con más de 140 músicos en el emblemático Symphony Hall de Boston, auditorio sede de la orquesta sinfónica de la ciudad, que sirvió para poner melodía a un corto creado por la escuela de animación de Universal Studios.

un paréntesis Unos años trepidantes para este compositor que se vieron interrumpidos cuando, a los 21, se le detectó un tumor. En plena vorágine tuvo que abandonar sus proyectos para regresar a Madrid y luchar contra el cáncer, que superó tras tres meses de tratamiento. "Ya lo tenía claro antes, pero la enfermedad me dio fuerzas para comerme el mundo. Me da igual que me cierren puertas, eso me da más motivación para seguir", afirmó Vidal, quien en Berklee aprendió la técnica de grabación empleada por John Williams (Star Wars) y James Horner (Titanic).