BILBAO

LA década de los ochenta fue un caldero en ebullición. La firma del Estatuto de Autonomía abrió las puertas a un horizonte hasta entonces desconocido, y todos los ámbitos de la sociedad vasca se contagiaron de un optimismo que alcanzó también al mundo de la cultura. Los 80 conformaron un espacio que reunió las condiciones adecuadas para que surgieran miles de iniciativas, entre ellas la de Itoiz, que manó enarbolando una propuesta musical novedosa, al menos para Euskadi. Varios expertos desgranan las claves culturales de ese hábitat extraño y maravilloso, el de los 80.

RAMÓN BAREA

"El cambio político no trajo mejoras al teatro vasco"

El conocido actor, director y guionista bilbaino vivió los setenta y los ochenta con especial inquietud. "Los 80 fueron años curiosos, pero el teatro vasco independiente debe mucho más a los 60. Ahí es donde se crean compañías como Cómicos de la Legua, Orain, Geroa o Cobaya, por citar algunas. Esos grupos también heredan la tradición del teatro en euskera, que arraigó mucho en los sesenta, década en la que empezó a hacerse teatro reivindicativo". En los 80 hubo un cambio radical, y Barea lo explica así: "Resulta paradójico pero el cambio político, el tan ansiado Estatuto, no trajo mejoras al teatro. Se crea el Servicio de Arte Dramático del Gobierno vasco, sí, se crea Antzerti, que cumple dos promociones y desaparece, pero el teatro independiente y reivindicativo queda sumido en una profunda crisis. ¿Por qué? Porque resurge un nuevo teatro comercial, impulsado por la administración. El resto de grupos se autofinancia, son autodidactas y pasan auténticas penurias para subsistir. Así -continúa Barea- la administración se hace con los teatros. ¿Qué ocurre entonces? Que los gustos de los aficionados cambian, se olvidan de las tramas reivindicativas y se acomodan con guiones más comerciales". Barea insiste en que la década de los 80 fue "pantanosa". "Se van creando nuevas promociones de actores y actrices, fruto del trabajo de algunas escuelas de teatro como la Antzerki Eskola de Basauri, Geroa, o una escuela que tuvo también Cómicos de la Legua, y a la vez las compañías empiezan a funcionar como empresas, aunque pocas pudieron seguir adelante. Incluso hubo tentativas, muchas, de crear cooperativas, pero nadie pudo hacer eso".

Según Barea el teatro independiente apenas levantó cabeza en aquella época, "y a pesar de todo surgieron compañías como Karraka, Bederen Bat, Ur, Tanttaka o Maskarada. Se creó EITB, la Orquesta Sinfónica de Euskadi, etc... Y es curioso que en lo único que no entran es en la creación de una Compañía de Teatro Nacional vasca". Los 80 quedan lejos pero las cosas no parecen haber cambiado para el teatro. "Aún ahora, habiendo una red de teatros, el acceso a ese circuito es complicado para los grupos independientes. Se está en el mismo estado de inestabilidad que hace años, con la diferencia que en un tiempo se investigaba, se arriesgaban ideas. Ahora estamos pagando el desisterés que mostró la administración en los 80".

JABIER MUGURUZA

"Oso gauza freskoak sortu ziren, birtuosismotik urrun"

Jabier Muguruza musikari eta idazleak hurbiletik ezagutu zuen 80. hamarkadako musika jarduna, nahiz eta berak ez zuen protagonismo zuzenik izan. "Batetik hainbat talderekin kolaborazioak egin nituen eta bestetik ikusle gisa jarraitu ahal izan nuen mugimendu guzti hura. Nire ikuspuntutik hamarkada horretako ezaugarri nagusia hauxe izan ziren: Leherketa moduko baten ondorioz jende asko animatu zela bere proposamenak plazaratzera. Indar, desio, gogo berezi bat sumatzen zen mugida handi haren inguruan. Eta nahiz eta gerora oso irakurketa abertzalea egin den, politikari guztiekin jarrera kritikoa zuten talde pila bat zegoen, konponente anarkoa oso indartsua baitzen". Kritika garaia izan zen, bai, urte askotan ideiak eta ahotsak ostenduta egon baitziren: "Euskaltasuna ulertzeko era jakin batekin ere oso kritiko azaltzen ziren mugimenduaren protagonista nagusiak, baina musikalki oso gauza freskoak sortu ziren, birtuosismotik urrun. Beste ezeren gainetik, dinamismoa, inprobisazioa eta bizitasuna azpimarratuko nituzke nik".

Josu Zabala musikaria bete-betean harrapatu zuen 80. hamar-kadak Hertzainak taldean. "Itoiz talde handi bat zenean hasi ginen gu, baina gure proiektua erabat ezberdina zen, justu kontrakoa. Hamarkada horri begira jarri eta kontu bi aipatuko nituzke: batetik Iparraldetik abiatu zen rocka, Errobi eta Niko Etxart-ekin, eta bigarren kontua berbenena da, talde horiek, Itoiz barne, berbenatan jo-tzen zutelako. Askorentzat unibertsitatea izan zen berbena". Euskal Rock Radikala ere sortu zen garai horretan, baina Josuri ez zaio gustatzen etiketa hori. "Marka komertziala zen, oso talde desberdinak biltzen zituena, batzuk besteekin zerikusirik ez zutenak, eta gu ez geunden horrekin ados".

XABIER SáENZ DE GORBEA

"En el arte se superaron las nociones identitarias"

El catedrático de Arte de la Universidad del País Vasco y crítico de arte en DEIA, Xabier Sáenz de Gorbea, también describe los años 80 como "una década efervescente en cuanto al arte vasco se refiere". Gorbea habla de recambio generacional, efervescencia creativa, nivel informativo superior, vitalidad y mucha reflexión. "Se superaron las nociones identitarias y se ampliaron los referentes a la esfera internacional. En 1979-80 se crea la Facultad de Bellas Artes, un empujón potente que se tradujo en la multiplicación del alumnado y de los propios medios". "Existe ese planteamiento de superar a los padres pero sin perder algunos signos relacionados con el país", subraya Gorbea, "una especie de síntesis entre esa memoria ética de comportamiento y la plástica de los lenguajes de las vanguardias vascas junto a los comportamientos internacionales". "Hay maridajes interesantes de síntesis de lo que se llamó la Nueva Escultura Vasca de los 80 o también el Cubo vasco, con planteamientos que trataban de reorientar la posmodernidad con un sentido nuevo de ética moderna en el que el concepto de vanguardia militante queda superado ante un planteamiento un tanto utópico de seguir teniendo un planteamiento ético en el mundo del arte". Gorbea destaca a artistas como Txomin Badiola, Ángel Bados, Irazu, Moraza... Y a Morquillas, "éste con unos comportamientos más alternativos y críticos, pero sin perder referencias a la problemática vasca".

A pesar del movimiento artístico que se registraba el catedrático se lamenta de los "pocos apoyos oficiales que hubo, incluso se crea una asociación de artistas vascos que trató de analizar una política cultural más abierta a la creación. Ahí se crearon una serie de dinámicas de análisis en las que surgieron importantes autores".

Respecto a los logros Gorbea destaca varios: "Pero ante todo hay que recordar que se pusieron las bases de la infraestructura artística actual, tanto de crecimiento de los museos como de nuevos elementos como Arteleku. La administración impulsó también una feria de arte anterior a Arco que se llamó Arteder y que duró tres años. Se creó la exposición itinerante Ertibil, que traía un concepto nuevo al arte vasco, y los premios Gure Artea, y, cómo no, se fomentó Getxoarte. Sí, Getxoarte, que lo que se hace ahora es lo mismo que se hacía pero con una ubicación mejor, claro. Resumiendo, el debate artístico más interesante de los 80 estaba postulado a cuatro niveles: por un lado un cierto vitalismo punky-rockero, donde había artistas interesantes que vivían al límite, como Iñaki de la Fuente, se habla del neo-expresionismo vasco... Luego se habla también de un vivencialismo poético (Alfonso Gortázar), y conectado con este planteamiento plástico podría estar Itoiz, porque lo veo poético, vivencialista, más popero, como el propio Gortázar o Lazkano. También estarían los movimientos más restrictivos y conceptuales, de cuestionar soportes y lenguajes, en donde apuntamos ese otro movimiento de síntesis entre lo vasco y lo internacional donde germinaron Txomin Badiola, Juan Luis Moraza, etc...".

JON KORTAZAR

"En literatura se produjo un boom de editores"

Jon Kortazar es catedrático de Literatura en euskera en la Universidad del País Vasco, crítico literario e investigador. Kortazar también es seguidor del grupo Itoiz. "Tengo gratos recuerdos de aquellos tiempos, no sólo en el plano musical", dice tras escudriñar en los recovecos de su memoria. "En la literatura vasca hubo un boom de los editores. Había mucha gente con ganas de escribir. Fue también la época de las revistas pequeñas, en el 83 se editaron algunos libros de cuentos memorables, como el Narrazioak de Joseba Sarrionandia, otro de Laura Mintegi... La revista Susa se convirtió en editorial y ahí se abrió una nueva línea en poesía con Montoya... Diría que fueron tiempos de autores de un solo libro, escribieron uno y desaparecieron o tardaron mucho en escribir el siguiente. Hubo varios frentes de actuación: las revistas por un lado (Txistu y Tambolíñ, Literatura kazeta...), los editores por otro, y luego la administración, porque empezaron a crearse premios literarios".

Respecto a las temáticas que se trataron Kortazar es concluyente: "La temática fue variada. Se renovaron las bibliotecas personales de los escritores, y se notó. La literatura de vanguardia influyó mucho a los nuevos autores y se experimentó en poesía, que navegaba arrastrada por la experimentación y el surrealismo (Montoya, Irigoyen, Felipe Juaristi...). Había intención también de impulsar la literatura fantástica (no hay que olvidar que Obabakoak fue un libro que se escribió del 78 al 88) y la narratiba carcelaria (Intxaur oskola). Además, las nuevas generaciones no olvidaban a los escritores clásicos como Gandiaga, Gotzon Garate o Martín Ugalde, que seguían siendo referentes". Otra cosa curiosa que remarca Kortazar es que en Iparralde "se empezaron a mover y pusieron en marcha la revista Maiatz".

Pero, en opinión de Kortazar, los 80 dieron para mucho más. "Algunas novelas se llevaron al cine y los escritores empezaron a sentirse profesionales, empezaron a sentirse, más que nunca, escritores. Proliferaron las editoriales y empezaron a coger fuerza y a reforzar sus estructuras. La creación de EiTB también contribuyó a esa marea de ilusión... Pero no todo fue bonanza, también hubo polémicas, como la que suscitó la publicación de Obabakoak, que reabrió el debate sobre si la literatura debía ser comprometida o no, y antes también hubo otro debate en el que chocaban vanguardia y simbolismo". Según el catedrático "la industria cultural se empezó a reforzar, la Asociación de Escritores Vascos se consolidó, la Ley del Euskera también dio aliento a los nuevos proyectos, y así se pusieron los cimientos de una industria literaria asentada, como es la actual".

CARLOS ROLDÁN

"El cine se nutrió de la realidad, pero no estaba politizado"

Carlos Roldán Larreta es doctor en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid (se doctoró con una tesis sobre la historia del cine del País Vasco). Roldán conoce a la perfección la evolución que ha vivido el cine vasco en los últimos años y también se confiesa fan de Itoiz. "Fueron extraordinarios", opina el investigador, para pasar después a describir aquellos prometedores años en los que el cine vasco buscaba otros parámetros. "Antes de los 80 el cine vasco apenas contó con medios. Había inquietudes, pero sobre todo se hizo cortometraje. La falta de presupuesto y la censura no dejaban que nada asomara. A principios de los ochenta se hace por primera vez un cine de largometraje susceptible de llegar al espectador".

Con la llegada del Estatuto de Autonomía todo cambió radicalmente. Así lo confirma el experto: "El nuevo Gobierno invirtió en este ámbito y en un principio acertó de pleno". A pesar del acierto Roldán insiste en que el plan era difuso: "Querían impulsarlo pero no había una estrategia concreta y, desde luego, tampoco estaba politizado, como he escuchado alguna vez. Así surgieron los emblemas cinematográficos de los ochenta, que fueron La muerte de Mikel, La fuga de Segovia y Tasio, tres películas bien hechas y alabadas por la crítica". No fueron los únicos filmes que se hicieron a primeros de esa década. Akelarre y La conquista de Albania cosecharon también éxitos de taquilla. Pero además del Estatuto otros fueron los motores de este crecimiento. "Los productores vascos se asociaron en el 83 -aclara Roldán- y en el 84 firmaron un acuerdo muy importante con el Gobierno vasco. Con ese convenio se empiezan a articular las medidas oficiales de cara a reforzar la infraestructura del cine vasco. Además, en 1985 la Asociación de Productores y EiTB firmaron varios acuerdos de colaboración y llegó un momento en el que algunas películas se pudieron financiar al 100% con dinero público".

La época de bonanza se frenó en seco a partir de 1985. Las razones radican, según el historiador navarro, "en un hecho contradictorio: el Gobierno vasco inicia una política de producción propia (Hamaseigarrenean aidanez, Zergatik panpox, Ehun metro), asignan los proyectos a personas concretas y eso divide al mundillo del cine vasco porque el resto de productores empiezan a ver cierta competencia desleal. La crisis que siguió a esta decisión dejó tocado al cine vasco. Además, se acabaron los éxitos de taquilla. Tras esa etapa hubo un resurgir, a principios de los noventa, con figuras como Julio Medem, Juanma Bajo Ulloa o Álex de la Iglesia".

Respeto a la temática Roldán apunta que "se nutrió mucho de la realidad, y hay muchas películas de contenido político. La homosexualidad, la represión, las ansias de libertad... Todo eso quedó reflejado en el cine de esa década", pero subraya que no fue un negocio rentable: "No, no lo fue. Algunas películas tuvieron un relativo éxito de taquilla, pero fueron habas contadas. Eso sí, en el aspecto artístico los 80 jugaron un papel esencial".