Bilbao. Ha escrito cinco novelas, dos libros de cuentos, dos de poesía, tres ensayos e, incluso, tres guiones de cine. Lucía Etxebarria de Asteinza, nacida en Valencia en 1966, aunque de padres bermeanos, cuenta con varios premios literarios de renombre en su haber, entre los que se encuentran el Planeta y el Nadal. No le gustan nada las entrevistas, pero estrena novela y, entre llamada y llamada, no le queda otro remedio que atender a una larga lista de medios de comunicación.
Considera las entrevistas un psicoanálisis, ¿tan mal las lleva?
Es cierto, la verdad es que no me gustan nada. En realidad, las entrevistas no le gustan a nadie que sea tímido.
Pero también es periodista.
Cuando yo trabajaba de periodista era impensable hacer las barbaridades que se hacen ahora. Yo entrevisté a una famosísima estrella de pop rock en su casa. Allí estaba el novio y nunca dije nada. Ahora, a una famosísima estrella no se le ocurriría meter a un periodista a su casa. En aquella época había una ética profesional que hoy ha desaparecido. Nosotros la teníamos. No pondríamos un titular a mala hostia, jamás sacábamos la vida privada de nadie y si había una foto en tetas de un famoso no se publicaba.
¿Cómo cree que evolucionarán los medios de comunicación?
No lo sé, no tengo una bola de cristal. En Lo verdadero es un momento de lo falso los protagonistas están obsesionados con Guy Debord, quien escribió La sociedad del espectáculo en 1967. Este autor ya vio lo que está pasando hoy. Probablemente en el futuro la gente sea completamente dependiente de sus avatares cibernéticos. Ya es normal que la gente llegue a casa y conecte el televisor. Ya existe el mundo de la realidad virtual, descrito en muchas novelas de ciencia ficción, y la adicción a la tecnología.
Su novela muestra que la realidad no existe.
Sí. Tus sentidos filtran la realidad, no te la muestran. Tienes mucho menos olfato u oído que un perro o que cualquier otro animal. Cuando ocurrió el tsunami en Tailandia los animales intentaron huir de los zoológicos y los tiburones se metieron tierra adentro horas antes del tsunami, porque tienen sentidos que nosotros hemos cerrado. Por eso el término percepción extrasensorial se refiere a gente capaz de interpretar la comunicación no verbal, que tiene sentidos que tú ya has cerrado. Así, un rastreador de Kenia puede seguir el rastro de un león.
¿Vemos lo que queremos ver?
Nuestra propia percepción nos muestra lo que queremos ver. Un ejemplo es que la mayoría de la gente no quiere ver que su pareja es infiel, aunque le muestren la evidencia más obvia. Otro ejemplo es que los padres conservadores nunca quieren ver que su hijo es gay o lesbiana. Para ellos vive con su compañera de piso o es soltero porque no ha encontrado una pareja ideal. Lo que te han enseñado cierra tu percepción de la realidad. También es muy típico negar lo que te ha pasado. La gente que ha sufrido abusos sexuales, con el tiempo, creen que ellos sedujeron al seductor porque es muy difícil asumir el abuso.
La portada de su nueva novela está disponible en varios tonos. ¿De qué color ve la vida Lucía Etxebarria?
Durante muchos años muy negra. Ahora intento verla de colores. Rosa no. Alguien que siempre lo viera así estaría permanentemente drogado. Lo ves rosado en los primeros estados del enamoramiento, pero eso no dura ni tres meses.
Pumuky, el protagonista, pasa por muchos estados de ánimo. ¿Qué ha intentado reflejar en él?
Para mí es la imagen típica de un icono de rock que todo el mundo proyecta, es una pantalla. No sabemos que hay detrás de todo lo que se convierte en referencia icónica.
Él ha estado presente en las redes sociales e incluso hay un videoclip de su grupo en internet. ¿Es una buena forma de despertar la curiosidad de los jóvenes por la novela?
En mi caso lo hice para probar como la realidad se falsea. Puedes hacer que el grupo sea real en diez minutos y con dos duros, porque el vídeo se hizo con muy poco presupuesto, entre amigos.
Pero las redes sociales están cada vez más presentes, ¿a qué cree que se debe?
Cuando era pequeña e iba a Bermeo bajaba al parque y todo el mundo sabía quién era yo. Hasta hace muy poco había una sensación de comunidad. El que haya vivido en un barrio lo sabrá. Sin embargo, en muy poco tiempo eso se ha destrozado. Cuando era pequeña conocía a todo el edificio, y además quién vivía en cada piso. Por otro lado, la gente duraba mucho tiempo en sus trabajos y ahora muy poco, de forma que esa sensación de comunidad y de pertenencia que se ha perdido en poco tiempo está dentro de tu código genético porque estamos diseñados para vivir en comunidad. Necesitas engancharte a una red social para sentirte perteneciente a un grupo porque ese conjunto es una herramienta de supervivencia. Esto los medios lo saben perfectamente, lo manejan y lo explotan.
Pumuky siempre está rodeado de mujeres. ¿Por qué?
He invertido el orden clásico de la mujer que vuelve locos a los hombres. Puse el hombre que volvía loco a todo el mundo. Hay muchísimas historias en el cine y la literatura de un montón de hombres que hablan de una mujer maravillosa. Aquí es al revés. Me gusta describir mujeres asertivas. En la novela ninguna es buena o mala. Se entiende perfectamente porqué actúan así. He jugado a eso, a esperar que fueran de una forma y que, de repente, sean de otra. Las mayores putadas que hacen quedan justificadas y las hubiera hecho cualquiera.
¿La fama acarrea prejuicios?
Sí, y ser mujer y escritora también. Hoy no somos ni el 25% de las publicadas, y dicen que ahora tenemos más facilidades, cosa que es mentira. Pero una falsedad repetida muchas veces se convierten en una verdad. Sin embargo, lo cierto es que en las editoriales los altos cargos son siempre hombres. Todas las agentes son mujeres porque han estado en la industria editorial y han visto que no podían subir más, se han largado y han hecho su propia agencia.
Hace años dijo que sería famosa cuando entrase a un bar y no tuviera que pagar una copa, ¿ya le ha pasado?
Ya no voy a bares, pero me han invitado en cafeterías y me han dado copas a cambio de un autógrafo o una foto. No me gusta mucho porque la gente verdaderamente rica no es famosa, excepto Paris Hilton. Ser reconocible es un problema grave a muchos efectos. Si entro a un bar el chico que me gusta jamás me va a mirar porque tiene prejuicios. Se me acercará el pesado que quiere fama. Para mi hija es un gran problema porque oye de todo. Siempre dice que quiere una mamá normal, y ha llegado a oír autenticas barbaridades. La persona que es verdaderamente rica sabe que es mejor protegerse.