Máximo Aguirre, un comerciante de Bilbao para toda la vida (o no)
De formación cosmopolita, mantiene un nombre en el callejero bilbaino bien ganado
El nombre de la calle que les sonará, seguro: Máximo Aguirre. Está bien ganado. No en vano, el hombre que nació en 1791 bajo los influjos de la naciente Revolución Francesa representa el prototipo de personaje formado en la tradición familiar del escritorio para el ejercicio de un comercio de intermediación para ir transformándose en empresario industrial, promotor inmobiliario y fundador de la nueva banca de Bilbao, al tiempo que mantenía el perfil de comerciante.
Según el historiador Quadra Salcedo, a finales del siglo XIX los parajes donde hoy se asienta la calle se conocían como Aguirre aunque el nombre recordaba a un antepasado de Máximo, José Pantaleón Aguirre, alcalde de Bilbao y presidente de la Diputación. Al parecer era un antepasado de Máximo Aguirre Ugarte, nacido en Bilbao en 1791. Educado en Francia e Inglaterra, Máximo Aguirre fue cónsul de Estados Unidos. Muy relacionado con el mundo empresarial era un experto en literatura clásica. Fue fundador y primer presidente de la Sociedad Bilbaina y alcalde de Bilbao.
Fue alcalde de Bilbao, fundador y primer presidente de la Sociedad Bilbaina y primer cónsul de Estados Unidos en la villa
Como decía anteriormente, Máximo Aguirre representa el prototipo de personaje formado en la tradición familiar del escritorio para el ejercicio de un comercio de intermediación que en el decenio de 1840 diversifica sus iniciativas económicas para transformarse en empresario industrial, promotor inmobiliario y fundador de la nueva banca de Bilbao. En un Bilbao efervescente, ubicó en Olabeaga los almacenes y el escritorio en la calle Ribera. Se especializó en el comercio de las harinas y derivados, el producto de comercio que sustituyó al tradicional de las lanas a partir de 1830 y entre 1840-1860 se convirtió en una fuente extraordinaria de capitalización que sirvió para promover la industrialización en el sector agroalimentario y el aprendizaje del negocio industrial. Hay que destacar su participación directa en la fundación de nuevas instituciones financieras: el Banco de Bilbao (200.000 reales), la Sociedad Bilbaína General de Créditos.
Recuerdan las crónicas que se casó con Francisca Labroche Oreña (1806-1867), natural de Deusto y tuvieron cinco hijos. En relación con su ideología política en 1820, como el resto de la juventud burguesa de Bilbao, se inscribió en la milicia urbana que combatía a los realistas y en defensa de la constitución libera. A la entrada del general Sarsfield en Bilbao el 26 de noviembre, expulsados los carlistas del control de la villa, fue nombrado regidor del nuevo Ayuntamiento de la villa. Participó en la constitución de la Comisión permanente de Guerra, constituida el 9 de junio de 1836 para la defensa de Bilbao. Más tarde fue uno de los dirigentes del liberalismo fuerista que preconizaba el restablecimiento del régimen foral.
Promovió la fundación de la Sociedad Bilbaina en 1839, una sociedad de ocio y recreo que servía como marco de reunión. Fue su primer presidente y en 1850 de nuevo ocupó la presidencia. En 1839 fue elegido alcalde de Bilbao, para su ejercicio en 1840, sustituyendo en el cargo a Juan José Lama.
Fue uno de los principales protagonistas del salto de Bilbao desde el comercio a la industria y considerado todo un pionero en la villa
Siempre que se le preguntaba él decía que era comerciante. Fue en 1844 cuando, dentro de una estrategia perfectamente calculada, evoluciona desde una mentalidad netamente comercial y comienza a hacer inversiones en el tejido industrial y en el mundo inmobiliario. A su muerte, el Pontón era la más moderna empresa de un Bilbao industrial, pudiéndose valorar en 1.482.873 reales de vellón entre la “Fábrica de Harinas del Pontón” y la “Fábrica de Lencería Miraflores”. Todo su patrimonio acumulado le convirtió en el mayor contribuyente fiscal entre los industriales de todo el Estado. Fue un pionero en el nuevo Bilbao.