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Histórico olvidado

Adrián Celeya, la cara amable del buen padrino

Fue uno de los grandes nombres del derecho moderno en Euskadi, toda una voz autorizada

Adrián Celeya, la cara amable del buen padrinoDEIA

"Maestro en Derecho, maestro en valores, y maestro de vida, de trayectoria vital sugerente y fructífera para la sociedad vasca”. Así el presidente de Euskaltzaindia, Andrés Urrutia al catedrático emérito y jurista Adrián Celaya, fallecido en octubre de 2015 a la edad de 98 años. Fue el primer profesor de la cátedra de Derecho Foral y Autonómico Vasco, creada en la Universidad de Deusto en el año 1982, y es considerado como el padre del Derecho Foral. No en vano dedicó buena parte de su vida a analizar y unificar ese Derecho Civil Foral Vasco y fue él quien sacó el Derecho Foral del anonimato y divulgó esta materia con criterio científico hasta convertirlo en un Derecho nuevo y con proyección de futuro. Hubo quien le definió el padrino del Derecho Civil vasco.

Fue creador de la primera cátedra de Derecho Foral y autonómico vasco e impulsó estudios, tesis y leyes a su alrededor

La biografía de Adrián Celaya recoge una intensa trayectoria investigadora en torno a los fueros y su actividad docente en la Universidad de Deusto. De su labor docente decía que lo importante de un profesor no es acumular conocimiento entre sus alumnos sino abrir el campo y enseñar un método. De la misma manera, señalaba que el Derecho no sólo hay que conocerlo, sino quererlo porque la justicia es vida. Fue juez y vocal del Consejo General del Poder Judicial, y jugó un papel decisivo en la puesta en marcha del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. Ha publicado varios textos y artículos sobre Derecho Foral y formó parte de la Comisión que elaboró el proyecto de Ley Civil Foral del País Vasco, aprobada por el Parlamento el 1 de julio de 1992.

Recibió numerosas distinciones, entre otras el premio Manuel Lekuona 1995, Lan Onari e Ilustre de Bizkaia

Echemos un vistazo a su trayectoria vital por la periferia de su tan querido universo académico y judicial. Adrián Celaya nació en Lutxana (Barakaldo) en 1917, pero se consideraba de Sestao con raíces familiares en Zeberio. Allí aprendió euskera de chaval y, aunque luego no lo practicó, de mayor volvió a recuperarlo de tal forma que el euskera fue una de sus grandes preocupaciones. Incluso fue el fundador de Euskerazaleak en una época –finales de los años 60– y un ambiente que no era precisamente el más propicio para ese tipo de iniciativas, pero su ilusión y preocupación por la lengua de su país pesó más que las circunstancias, que las dificultades en las que se movía el euskera.

Una vida tan jugosa tenía que espolvorearse de reconocimientos. Adrián Celaya recibió numerosos premios y distinciones, como el Manuel Lekuona, Manuel de Irujo, Lan Onari, Cónsul de Bilbao, Ilustre de Bizkaia, hijo adoptivo de Sestao. También fue presidente del Club de Remo Kaiku, prueba de su vínculo sentimental con ese municipio. El primer trabajo que se le conoce fue como maestro, pero después de estudiar Derecho, ejerció el resto de su vida laboral como juez y catedrático de Derecho Civil.

Llegó a la Universidad de Deusto en 1951, cuando llevaba cinco años como juez. Durante varias décadas impartió Derecho Civil aunque, como cuenta uno de sus alumnos en un lejano reportaje de DEIA, “en aquella época el Derecho Civil Foral del País Vasco no existía en los planes de estudio ni prácticamente se hablaba de él, pero mientras nos daba el temario de Derecho Civil común, Adrián procuraba hablarnos de una cosa que entonces sonaba un poco rara pero que era muy interesante: nos hablaba de paz, de convivencia, de reconciliación entre los vascos y de un Derecho Civil que había aquí”.

Obtuvo las máximas distinciones en el campo del Derecho en España y en Euskadi: la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort, y el Premio Manuel de Irujo del Gobierno Vasco. Socio número 275 de Eusko Ikaskuntza, participó en la comisión que restableció la Sociedad en 1978 y fue primer presidente de su Sección de Derecho. Insaciable.