Hace algo más de 100 años, el 15 de agosto de 1923, fallecía Virginia González Polo, una zapatera que sostuvo una vida en lucha y vigilancia continua. Sin duda les hablo de una de las dirigentes obreras más olvidada, a pesar de haber sido la primera mujer en formar parte de las direcciones de las agrupaciones obreras. Cuentan, quienes han estudiado su vida, que hay innumerables razones para que tuviera el reconocimiento que no ha tenido. Fue la mujer que creó la primera Agrupación Socialista exclusivamente femenina, en Bilbao; fue la primera mujer que formó parte del Comité Nacional y de la Comisión Ejecutiva del Partido Socialista Obrero Español; fue la primera mujer que perteneció al Comité Nacional de la Unión General de Trabajadores; y fue la única mujer que fundó primero el Partido Comunista Obrero Español y después el definitivo Partido Comunista de España, siendo elegida secretaria femenina de su Comité Central, en el primer Congreso. Todo este empuje le llevó a participar en el Comité de la huelga de 1917, y fue encarcelada junto a Besteiro, Largo Caballero, Anguiano y Saborit. Una guerrillera de los derechos que dejo huella en Bilbao a su paso por la ciudad.

Era un Bilbao agitado por las ideas y la lucha obrera. Virginia nació en Valladolid, en el seno de una familia humilde con veintidós hijos. Su padre era tornero y su madre tejedora. Tuvo que empezar a trabajar desde los nueve años como guarnecedora de calzado. Se casó con el también zapatero Lorenzo Rodríguez Echevarría natural de Ponferrada. Marcharon a León y se mudaron a La Coruña donde en 1894 nació su único hijo César Rodríguez González. Allí comenzó a relacionarse con círculos anarquistas, afiliándose en 1893 a la Sociedad de Zapateros y guarnicioneros de La Coruña.

En 1899 se trasladó con su familia a Bilbao, donde contactó con el socialismo organizado, uniéndose a la Unión General de Trabajadores, representando en 1905 a los trabajadores del calzado en el VIII Congreso de la UGT. Por iniciativa suya, en el Congreso se aprobó que los vocales del Instituto de Reformas Sociales reclamaran que se consignara en la ley la prohibición, a las obreras embarazadas, de realizar tarea alguna en las cuatro semanas posteriores al parto, finalmente se aprobaría en la ley de 8 de enero de 1907 sobre el trabajo de las mujeres y los niños. En 1904 fundó la Agrupación Femenina Socialista de Bilbao, destacando especialmente por introducir el debate sobre los derechos de las mujeres obreras en la agenda política del movimiento obrero. Entre 1905 y 1907 escribió en La Lucha de Clases artículos sobre el papel de la mujer en la sociedad. No en vano, puede decirse que introdujo la maternidad como uno de los derechos laborales de la mujer más sobresalientes.

Durante su etapa en Bilbao, Virginia escribió asiduamente, como les dije, en La Lucha de Clases, y participó en numerosos mítines, donde destacó como brillante oradora. Un ejemplo es su intervención en el mitin del 1º de mayo de 1905, donde mostraba su idea sobre la situación de la mujer: “manifestó que la mujer, hasta aquí, ha permanecido alejada, trabajando como bestia, pero hoy, debido al trabajo del partido obrero, despierta y será puesta en condiciones de vida, para educar a sus hijos, creando una nueva generación que ha de luchar por la redención del obrero”.

Virginia murió en Madrid el 15 de agosto de 1923, tras una vida dedicada a la lucha por la mejora de las condiciones de los trabajadores y de las mujeres. Sobresale sobre todo su trabajo pionero como feminista, y su reivindicación de la nueva mujer. Bilbao le inculcó la lucha reivindicativa. Bilbao le olvidó.