Lo vieron mis ojos. En la vaguada que forman la intersección entre Alameda Rekalde y Autonomía se había formado una suerte de lago y una barca de remos cruzó de acera a acera la calle que nace desde la plaza Zabalburu. Lo vi, lo juro, en la mañana después de la noche negra de las inundaciones de 1983. Una barca por el asfalto. Aquellos tristes días fueron el punto de inflexión para la regeneración del Bilbao posindustrial. Pero no, sobre la calle Autonomía no cayó el maná de la reconstrucción. Hoy la calle luce igual que entonces.
Viajemos hacia atrás. En la antigüedad la calle se conocía como Camino de Santiago debido a que era el camino de salida de los peregrinos para continuar por la margen izquierda de la ría hasta Zorrotza y por la ribera del Cadagua, atravesaban la región de las minas a Balmaseda y Valle de Mena. En 1885 el Ayuntamiento de Abando impuso el nombre de calle de la Autonomía, coincidiendo con el traslado de la Casa Consistorial a esta zona de La Casilla y se mantuvo el nombre después de la anexión a Bilbao en 1890. Un nombre que luego viviría envuelto en polémicas.
A principios de siglo llegaba hasta el cruce con la calle Gordóniz, a partir de aquí se llamaba Calle Zugastinobia. Pocos cambios más. Hoy parece que llega su hora. La calle Autonomía perderá dos de sus cinco carriles de circulación. El plan del Ayuntamiento es ganar espacios peatonales de forma provisional hasta que se cierre el recorrido del tranvía, aún en entredicho hasta que se vea como casa con la llegada del TAV a Bilbao. Su nuevo rostro dependerá de cómo se prolonguen las vías del tranvía. Y estas, a su vez, dependerán de cómo se culmine el soterramiento de Abando. Todo está en el aire.
El revuelo y la polémica del nombre de la calle, que les decía antes. El nombre de Autonomía fue ratificado por el Congreso el 1 de octubre de 1936, y el día 7 del mismo mes se establecía el primer Gobierno presidido por José Antonio Aguirre. El 9 de febrero de 1938 se le cambió el nombre para llamarle Gregorio Balparda. muerto en los sucesos del barco-prisión Cabo Quilates. En el acuerdo de la CMP del 11 de abril de 1980 el ayuntamiento decidió recuperar el antiguo nombre en recuerdo al primer Estatuto de Autonomía. El 21 de julio de 1979 es aprobado el Estatuto de Guernica y después de ratificado por ambas Cámaras y por el rey, se publica en el B.O.E. el 22 de diciembre. Una semana antes, llegaba a Bilbao desde París el presidente del Gobierno vasco en el exilio, Jesús María de Leizaola y hacía entrega de sus poderes, bajo el Árbol de Gernika, al presidente del Consejo General Vasco, Carlos Garaikoetxea.
La calle Autonomía se quedó anclada en el pasado industrial y se ha quedado en el furgón de cola de un Bilbao que avanza camino hacia un siglo XXI más despejado y luminoso. Hoy ejerce como trinchera hacia los barrios altos de Ametzola y Rekalde y recuerda a una cicatriz del ayer industrial. La hostelería y el comercio a duras penas sobreviven en una calle entre tinieblas. Solo al fondo del pasillo la vieja plaza de La Casilla y su polideportivo aporta algo de luz.
El proyecto global que se plantea el Ayuntamiento para La Casilla, trasciende –con mucho– de la instalación deportiva. Pretenden dotar de mejor y mayor espacio público de uso peatonal, tanto en la propia plaza de La Casilla como en sus calles aledañas, para encadenarse con Rekalde, Ametzola y la parte baja de Irala. Plantea también la modernización de la calle Autonomía, la humanización de la calle Gordóniz, la recuperación comercial de Labayru y el impulso a la zona de Kirikiño y parte baja de Irala. En total, una población de más de 20.000 residentes. La idea es suavizarlo todo, rehacer una calle Autonomía más amable y en la que de forma transitoria –y hasta el cierre del anillo tranviario– se gane espacio para el peatón. Habrá una ampliación de aceras a través de módulos de diferente naturaleza y tamaño, colocados alternativamente en una u otra acera a lo largo de toda la calle, desde María Díaz de Haro hasta Zabalburu, con tres tipos de módulos: una de zona estancial, un segundo módulo de vegetación y un tercero, de contenerización.
No siempre fue así, no siempre fue una calle relegada al interior. Hijo de esta calle y muy popular fue Tatano, célebre por su robo de maderas para hacer leñas que luego vendía. Vivió en la casa del cafetín de Olaeta. El 24 de junio de 1896 se inauguró el velódromo que el Club Velocipedista había levantado junto a esta calle. Esquina con Doctor Areilza (números pares) estuvo la Cervecera de La Casilla, posteriormente conocida como Cervecera de Riesgo y popularmente como la Cervecera de Narru. Comenzó su historia en los años veinte del siglo pasado y su nombre original estaba en un gran cartel de madera clavado en dos retorcidos postes de luz. Fue instalada por los hermanos Pérez Yarza, propietarios de la fábrica de cerveza La Salve, allá en los terrenos que se conocían como la campa de Baldarrain, Este buen hombre, en palabras de K-Toño, alcanzó notoriedad como comandante en el Eusko Gudarostea. La cervecera cerró al público en noviembre de 1970.
El cine Abando, demolido a principios de 2002, fue construido en 1925 por los arquitectos Hilario Ímaz y Germán Aguirre y la iglesia de Cristo Rey, en la misma acera en la que estuvo el cine, la inauguró el obispo Añoveros en 1975.