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Rincones perdidos en la memoria

El patio de mi casa en Particular de Indautxu

Hubo allí un chalet de lujo y a Particular de Indautxu, ya solo calle Indautxu, llegaron a llamarla la calle del amor por ser nido de amantes. Hoy manda la gastronomía y Bilbao Centro actúa como brújula que a uno le guía

El patio de mi casa en Particular de IndautxuPablo Viñas

Ahí va la canción infantil y popular que, a buen seguro, recordarán. “El patio de mi casa, es particular...” ¿La han cantado, verdad? Particular es el adjetivo que también pusieron a esa suerte de callejón de Indautxu que, para la inmensa mayoría de los vecinos del barrio, también resulta ser el patio de su casa. Es un rincón para el disfrute y el regocijo, sin tráfico y con un sinfín de terrazas que ofrecen distracciones para el bebercio y el comercio, dicha sea esta última expresión con permiso de Bilbao Centro que tiene su sede en el corazón de este rincón a la bilbaina que ofrece una salida al recreo.

La calle (el barrio de Indautxu, para ser más exactos...) pertenece a la segunda fase o lo que se conoció como la Ampliación del Ensanche, de 1913. La etimología de la palabra Indautxu no está muy clara aunque la más aceptada parece ser “camino estrecho o sendero” refiriéndose al sendero o sendera que, naciendo en los jardines de Albia, pasaba por la Plaza Elíptica, Ercilla, y por Alameda de Urquijo llegaba hasta San Mamés. Démosla por buena.

Salgamos de ese mundo y metámonos en la historia de la calle y en la pujanza que gasta hoy en día. La calle nace en Gregorio de la Revilla y muere en un muro. Anteriormente se llamó Tercio de Ortiz de Zarate (1940-1943), Particular de Indauchu (hasta 1997) y Particular de Indautxu hasta el 26 de diciembre de 2003. Aunque la gente sigue diciendo aquello de “vamos a Particular” desde el mencionado 2003 se llama, con oficialidad, calle Indautxu.

Cuentan las crónicas que a mediados del siglo XX se ganó el adjetivo de “muy particular” hasta el punto de que solían llamarla la calle del amor, porque, según dicen, algunos señores pudientes de Bilbao, y no pocos, compraban piso a sus amantes en esta calle sin salida. Esos eran los rumores de la época.

Cuenta ahora el historiador César Estornés que en la calle Particular de Indautxu, 8, Leonardo Rucabado edificó un chalet en 1907. Fue propiedad de la familia Govillar, un apellido castellanizado del Goubillard francés. Al parecer aquella familia llegó a Bilbao huyendo de la Revolución francesa y en pocos años se codeó con los apellidos más alados de la sociedad bilbaina. Hoy, como ya se habrán dado cuenta, no queda resto de aquel suntuoso edificio.

Permítanme que viaje hasta Alameda Urquijo, 70 y les recuerde que allí estaba el cine Izaro que se inauguró en 1943. En 1990, fue reconvertido en los multicines Mikeldi, que arrancaron su andadura con tres salas para sumar una cuarta en 1996. ¿Por qué este guiño cinéfilo? Porque la parte trasera de estos cines daban al muro de cierre y broche de Particular de Indautxu, donde hoy se preparan un puñado de oficinas.

Según se entra en el callejón a mano izquierda se encuentra uno de bruces con La Destilería, uno de los locales de vermuts y copas más célebres de Bilbao. Sus puertas abiertas recrean un espacio acogedor y cercano. Muy próximo a este local se encuentra la sede de Bilbao Centro, una de las capitales del barrio de Indautxu. Con Adolfo Lorente, Jorge Aio y Olga Zulueta se ha generado una laicísima trinidad, una tierra cuyo objetivo principal es la promoción de Bilbao como referencia de compras y ocio, tanto para los habitantes de la ciudad como para sus visitantes y turistas. Cuentan con todos los elementos y las habilidades para crear esa magia que se produce en el centro de la ciudad. Un entorno moderno y cultural, un comercio de gran calidad y una hostelería y hotelería de lujo. Exposiciones, concursos sobre diversos hábitos de consumo (cafés, vermuts, tortillas...), rutas especializadas, pasarelas y un sinvivir constante, sin olvidar las fiestas de Indautxu, allá entre los días 15 y 16 de julio, que año tras año conquistan más corazones.

En el año 2010 de la mano de Ainara Barañano (interiorista) y Aristide Stornelli (artista), abrió sus puertas Narata, un espacio de diseño y arte contemporáneo proponiendo una nueva visión en la manera de ver el mobiliario y el arte. Ahí sigue, con el imán de su creatividad. Bien cerca está Puntada sin hilo, una tienda de reparación de ropas capaz, según dicen quienes la usan, de hacer milagros. Gaztandegi es un himno al queso. El callejón está repleto de locales, algunos de salud y estética y, sin que se queden fuera del repaso, cuatro leyendas a pie de calle: el bar Joserra, el batzoki de Indautxu, el Doze y la pescadería Koldo.

Hace no mucho reabrió el batzoki de Indautxu, que preside María Loizaga. Con ladrillo vista al descubierto y un tono azul Bilbao gana prestancia. El establecimiento cuenta con barra amplia y dos comedores, uno en la parte baja y otro en el piso superior con capacidad para 37 comensales. Las responsables de la gestión son Edurne Cotillas y Zelai Diliz, de Pescados y Mariscos Koldo, vecino frontal y de las pocas pescaderías de domingo.

“No existe modernidad sin una buena tradición” asegura el lema del restaurante Doze, descendiente de Los once aldeanos, allá en la propia plaza Indautxu. Y, como remate, entremos en el santuario, el bar Joserra, cuyas tortillas de patatas se veneran como doblones de oro. Entonces era el bar Marial, comprado en 1979 por Joserra y su pareja. En sus inicios, la barra del Joserra ofrecía la langosta de Lemona, que era pulpo con mahonesa, el gran grillo, los comunistas de bonito con tomate y cebolla, la gilda de guindilla y anchoa, y pimientos fritos, miniaturas tradicionales que todavía están presentes pero acompañadas de mucha más oferta gastronómica.