2023 ha sido un año de reconocimientos para el actor Patrick Criado. Sobre todo, para su personaje de Manuel Flores La Vespa, en la serie Las noches de Tefía (Atresplayer). Crítica y público se han rendido a sus pies. La serie cuenta la historia de uno de los campos de concentración (conocido también como “colonia agrícola penitenciaria”) que el franquismo puso en marcha en el Estado, concretamente en la isla de Fuerteventura, en Canarias, a donde se enviaba a los condenados por la entonces vigente ley de vagos y maleantes y que incluía, entre otros, a homosexuales. La serie cuenta con dos líneas temporales: una en 2004, cuando un documentalista pide a uno de los expresidiarios que cuente su experiencia, y otra, con recuerdos, reales e imaginarios, de su tiempo en Tefía. Criado ha sido galardonado, gracias a su personaje, con el premio Ondas 2023 a Mejor intérprete masculino en ficción y con el premio Cignus 2024 a Mejor actor de serie.

¿Ha merecido la pena interpretar el papel de Manuel Flores La Vespa en Las noches de Tefía

-La verdad es que me daba miedo hacerlo. Tuve sensación de pánico. Era vértigo a un personaje de estas características y a una serie que no es al uso y que, además, tiene una narrativa diferente. Pero bueno, luego al ver la acogida que ha tenido y los reconocimientos que ha recibido, ha merecido la pena. También, por supuesto, ha merecido la pena dar visibilidad a un episodio de nuestra historia que debía ser contado.

¿Hizo casting o le llamó directamente el director, Miguel del Arco? 

-Me contactó directamente Miguel. Estaba con mi madre dando una vuelta y me llamó para contarme la serie. Lo hizo con mucha pasión. Miguel tiene una manera de hablar que te deja con ganas de saber más. Así que nada, me pasó los guiones y le dije que sí.

¿Qué está suponiendo esta serie en su carrera? 

-Ha sido un reto con muy buena acogida. A la gente le está gustando mucho. Luego, no sé, el tiempo dirá...

¿Antes de que llegara este proyecto a sus manos sabía de la existencia de este campo de concentración? 

-No. Y es muy fuerte porque en la ESO estudias toda la historia de España, pero cuando llegas a la dictadura franquista no se menciona en ningún momento.

¿Cómo preparó el personaje?

-Miguel tiene una manera de trabajar que es puro ensayo. Luego me fui a Cádiz a coger el acento. Iba a los bares, a las terrazas, a las discotecas y hablaba con la gente. Hice un grupo de colegas que a día de hoy son mis amigos. Fue como estudiar un idioma. También retocamos algunas frases del guion para hacerlas como las diría un gaditano.

En la actualidad, este campo de concentración es un albergue juvenil. ¿Cree que hubiera sido mejor hacer un museo que recordara a las nuevas generaciones lo que pasó dentro de sus paredes?

-Todo lo que sea para recordar y dar visibilidad a lo que allí ocurrió, es positivo. Hubiera sido interesante hacer un museo, pero lo que realmente creo que sería válido y que apuntaría hacia un futuro mejor sería que se enseñase en la educación, que los chavales, cuando estudien la dictadura franquista, sepan lo que ocurrió con los homosexuales y, bueno, también con la gente que no lo era.

¿Cuál era la parte que pensaba que más le iba a costar grabar? 

-La parte del cabaret. Yo no soy cantante ni bailarín y, claro, de repente tenerte que poner ahí y que no quedase patético... Pero bueno, lo hice. 

Estuvo nominado a Mejor actor revelación en los Goya 2014 y ha ganado un Ondas, un Feroz y un Cygnus, entre otros premios. A la hora de la verdad, ¿para que sirven todos estos galardones?

-Es cierto que los premios y reconocimientos cumplen una función importante al dar visibilidad al proyecto en el que has participado y, en cierta medida, también te da reconocimiento personal. Sin embargo, en términos laborales, no necesariamente garantizan más trabajo. Al final, cada nuevo proyecto es examinado por sí mismo, y lo que realmente importa es tu trabajo más reciente. Es un placer recibir el reconocimiento, compartir la alegría con los compañeros y ver cómo se valora tu esfuerzo. No obstante, es importante mantener una perspectiva equilibrada y entender la relativa importancia de estos premios. 

En 2005, hizo su debut como actor en un capítulo de la serie Amar en tiempos revueltos. ¿Qué queda de aquel chaval?

-Siempre trato de disfrutar de lo que hago, y creo que parte de ello se remonta a mi infancia. Cuando era niño, vivía la actuación como un juego y los recuerdos que tengo de esos tiempos parecen tan vívidos como si hubiera estado realmente en esos lugares. La falta de juicio y la inmersión total en el juego eran tan intensas que recuerdo esas experiencias como si fueran reales. Por ejemplo, cuando trabajaba en proyectos como Las 13 rosas o Los girasoles ciegos siendo aún un niño, todo era vivido con autenticidad. No recuerdo pensar en las secuencias que tenía que realizar detrás de la cámara, sino que las vivía plenamente.

Está a la espera de que se estrene Hildegart, su nueva película dirigida por Paula Ortiz. ¿Cómo ha sido trabajar con ella? 

-Paula es una persona fascinante, un ser que encierra un mundo interior lleno de poesía, estética y sensibilidad. El proceso de trabajar con ella fue no solo hermoso, sino también político, a pesar de que la trama de la película no se centra en la política, esta se encuentra presente en el contexto. Nos sumergimos en la investigación del contexto político de la época, debatiendo sobre las posiciones de los personajes. Fue un proceso enriquecedor de experimentación, aprendizaje y reflexión. La película nos llevó a explorar y comprender más sobre el entorno político de la narrativa. Paula es una gran profesional, y trabajar con ella ha sido una experiencia maravillosa.

¿De qué trata la película?

-Hildegart fue una destacada activista política y feminista durante la década de los años 30 del siglo pasado. Su notoriedad creció gracias a sus escritos, que abordaban temas modernos, como feminismos y sexualidad. A través de artículos en periódicos y la publicación de libros, se convirtió en una figura reconocida, siendo considerada como una especie de influencer de la época. Era normal que la gente la detuviera en la calle, un nivel de atención que hoy en día resulta impensable para alguien por sus ideas políticas. Sin embargo, a pesar de su éxito y popularidad, su vida dio un giro trágico. Hildegart fue criada por su madre con la intención de convertirla en la mujer perfecta. Desde pequeña, mostró habilidades sorprendentes, como hablar siete idiomas y desarrollar tesis sobre filosofía y política antes de cumplir los once años. No obstante, cuando Hildegart empezó a alejarse del camino que su madre consideraba el correcto, esta no pudo soportarlo y la asesinó.

Interpretó el personaje de Rafael de Fonollosa en la serie La casa de papel (Netflix). ¿Qué le ha aportado el haber trabajado en una de las series más conocidas e internacionales? 

-Cierta popularidad y haber trabajado con Pedro Alonso. Estar en esta serie ha sido bonito por lo que representaba. De todas formas, a día de hoy lo veo como un trabajo que hice en aquel momento y que me aportó un aprendizaje.

¿Si volviese a nacer elegiría de nuevo esta profesión? 

-Esta profesión es muy intensa, tiene sus desafíos y altibajos. A pesar de la incertidumbre, la amo apasionadamente. Es la vida que he elegido y la que siento que debo llevar. Si tuviera la oportunidad de volver a nacer, creo que, dada mi naturaleza como actor y mi deseo de experimentar diversas vidas, probablemente elegiría una trayectoria diferente. Así podría seguir explorando distintas experiencias. Sin embargo, mi elección de ser actor es fundamental para mí; siento que debo ser actor para cumplir con mi propósito.

¿Es activo en las redes sociales?

-Tengo ciertos dilemas con las redes sociales. Aunque soy activo de alguna manera, me generan bastante adicción y tengo una lucha constante contra ellas. Las utilizo como medio y herramienta de trabajo, intento ser activo, pero hay momentos en los que necesito dejarlas por un tiempo. Puedo estar menos activo en algunas ocasiones, mientras que en otras disfruto participando en actividades para redes sociales. En el mundo actual, las redes sociales afectan a todos de alguna manera. Estamos viendo cómo se desarrollan perspectivas opuestas, el lado A y el lado B. Estar activo está bien, pero también es necesario tener cuidado, ya que a veces descuidamos otras áreas importantes. En resumen, considero que las redes sociales son una herramienta de doble filo.