La expansión de diferentes especies de animales y de plantas por todo el mundo puede formar parte del ciclo biológico, pero en ocasiones puede tener consecuencias catastróficas para algunos ecosistemas, que pueden cambiar para siempre. El mar Mediterráneo es actualmente un campo de batalla en este sentido.

Uno de ellos, el último en llegar, es el pez león, el género Pterois y que ha ampliado significativamente su territorio en el Mar Mediterráneo desde que comenzó la invasión. El primer ejemplar documentado fue pescado en Israel en 1991 y se cree que llegó del mar Rojo, de donde es originario a través del canal de Suez. Tardó un poco en asentarse diseminándose por el Mediterráneo oriental y sur: Líbano, Chipre, Turquía, Grecia, Túnez, Siria, Italia y Libia. Ahora se dirige imparable hasta el oeste y el norte. Las observaciones se extienden ahora a aguas más frías que antes se pensaba que no eran aptas para la especie, según una nueva investigación de la Universidad de Wageningen, publicada en la revista NeoBiota ().

Un ejemplar de pez león de la especie 'Pterois miles'. Alexander Vasenin

Dos especies invasoras

Originarias de la región del Indo-Pacífico, las especies de pez león Pterois miles y Pterois volitans se consideran, de entre los peces invasores, los de mayor éxito en los ecosistemas marinos, también se ha extendido por el océano Atlántico y el Caribe, con la capacidad de afectar drásticamente a las comunidades de peces locales y la biodiversidad en las áreas invadidas.

Los peces león, de la misma familia que los cabrachos característicos de nuestras costas, los escorpénidos, son depredadores generalistas e impactan los ecosistemas al depredar ampliamente a los peces locales, incluidos los endémicos de alto valor de conservación. Como no están acostumbradas al pez león, las especies de presas nativas no suelen huir de este nuevo depredador

“Después de años de estudiar a estos depredadores, me parece sorprendente cómo pueden adaptarse fácilmente a tantos entornos diferentes y tener éxito en áreas tan diferentes de aquellas en las que evolucionan”, dice el autor principal, Davide Bottacini.

Además de la invasión natural de estos peces, también existe el riesgo de intervención humana en su introducción en el Mediterráneo ya que estos peces león, por su espectacularidad estética, son uno de los preferidos en el mundo de la acuriofilia de agua salada, por lo que se pueden dar fugas accidentales.

Voraz y prolífico

“Siempre es impresionante ver cómo un depredador tan extravagante y, para nosotros, llamativo puede acercarse a su presa sin que nadie se dé cuenta”, continúa. El nombre de pez león responde al aspecto de melena que les dan sus largas aletas deplegadas cuando rodean su cabeza. A veces se le llama también pez escorpión por el veneno que esconde en las espinas de sus aletas dorsales y pectorales. Esta característica la comparte con su pariente el cabracho. Su toxina, sin ser mortal para el ser humano, si es tremendamente dolorosa, llegando a producir fiebre alta y vómitos.

A su voracidad se une una la alta tasa de reproducción de esta especie. Llegan a poner dos millones de huevos al año, a razón de una puesta cada dos o tres días.

A través de una revisión detallada de los datos científicos existentes, los investigadores identificaron lagunas en la comprensión de las interacciones del pez león con los ecosistemas mediterráneos y propusieron futuras direcciones de investigación para abordar estos desafíos. Esta información proporciona conocimientos vitales para la conservación de la biodiversidad y tendrá implicaciones prácticas para los formuladores de políticas que buscan diseñar planes de mitigación sólidos y eficientes.

Se puede controlar

Sin embargo hay diversas maneras de frenar la expansión de esta especie, o al menos controlar su población. La primera medida se basa en aumentar el número de depredadores naturales de pez león, como los meros, que podrían ayudar a controlar las poblaciones de esta y otras especies invasoras siempre y cuando se reduzca la presión pesquera sobre ellos.

Otra opción, como en el caso de alguna otra especie invasora, es incorporar el pez león a la dieta humana. Algunos restaurantes están introduciendo en sus menús esta especie invasora en sus cocinas y sus menús. Si su carne se parece a la del cabracho, sería posible crear promover el consumo del pez león entre la población

Según explica Erneto Azzurro, investigador del Instituto para la Investigación Biológica y Biotecnológica Marina IRBIM-CNR , "se trata de un pez muy sabroso que se puede preparar de distintas maneras". Parece que, por una vez, la sobrepesca de una especie podría ayudar a preservar los ecosistemas en lugar de para expoliarlos.