ME di de alta en Twitter a finales de 2006, como suelo hacer con la mayoría de las herramientas tecnológicas que salen al mercado, para empezar a probarlo. La verdad es que no lo entendí. En ese momento Facebook me daba unas posibilidades y un medio de comunicación desconocido hasta el momento, así que en el año 2008 me di de baja. Reconozco que no le di las oportunidades suficientes. Para mí era como leer mensajes de texto SMS del móvil, siempre se quedaban cortos. No había nadie interesante que estuviera allí, que me hablara o contara cosas con suficiente enjundia. “Ya estoy en la T4”, ese mensaje enviado a la red por uno de mis tecnólogos de referencia fue el desencadenante para borrar mi rastro en Twitter. Años más tarde me reconoció que en ese momento el tampoco acababa de entender el verdadero uso de esa mal llamada red social.

Aproveché el verano de 2011 para volver a ponerme al día sobre Twitter y volver a darme de alta. Sabía a quién tenía que seguir, nunca he llegado a las 300 cuentas, sabía lo que tenía que escribir y retuitear y, sobre todo, me di cuenta de que era la herramienta perfecta para documentarme sobre los temas que tenían que ver con mi trabajo. Seguramente no recuerdas que en el año 2016 Disney estuvo interesada en la compra de Twitter. Al final se acabaron echando atrás y aunque las razones de esta decisión nunca se han explicado con claridad, se parece mucho al lío que ha montado Elon Musk con su compra, no compra. Durante semanas asistiremos a noticias relacionadas con el juicio y el contrato que se supone se rompió porque el producto que le querían vender no era ni mucho menos la fachada que vemos los usuarios. Parece que dentro de Twitter reina una libertad que hace que se haya convertido en una herramienta ingobernable, en la que los bots, las cuentas falsas y las fake news campan a sus anchas. Según Elon Musk, el número de cuentas falsas se acerca al 90% de los usuarios; no sé si esta será la cifra real, puede que el juicio nos sirva de auditoría pública y nos diga cuál es el estado real.

Quizás ese grado de crispación y esos ataques de bots se den dentro del ámbito de las noticias políticas y que los seguidores de la tecnología no nos vemos tan afectados. En el ámbito del marketing digital, la robótica, la inteligencia artificial y la computación cuántica, que son las cuentas que sigo de forma mayoritaria, no me encuentro con tantos ejemplos de fake news. Si que me llega de vez en cuando algún seguidor con la foto ligera de ropa, que hace un retuit de algo que publiqué hace siglos, cuyo objetivo es dar cierta credibilidad a esa cuenta creada casi seguro por un bot. También es verdad que en ocasiones las recomendaciones que me propone Twitter tienen que ver con el ámbito político, de algún tuit incendiario y que nunca entenderé porq ué me ha llegado a mí cuando mis canales para leer sobre eso no están en esa herramienta.

Pase lo que pase en el juicio solo espero que no acaben por hacer un agujero en la línea de flotación de Twittter. Si sabes seguir los perfiles adecuados, que te informan de forma telegráfica de artículos interesantes que luego saltas a leer a la web, si has aprendido a escribir con referencias basadas en la evidencia y adornarlo si quieres con una imagen que avale todavía más lo que has escrito, si ya hace muchos años que te diste cuenta que no es una red social sino otra cosa, ni sé cómo definirla, y si de alguna forma te ayuda en tu calidad de vida, creo que has entendido Twitter y como yo lo vas a seguir aprovechando. l

@juandelaherran