El Giro de Italia, la carrera más bella del mundo por razones estéticas evidentes, terminó en Roma, epítome de esa idea. La ciudad más impresionante, fascinante y bonita por motivos emocionales. Solo desde lo irracional y emocional se puede contemplar la Ciudad Eterna.

Tal vez por eso, al Giro lo bendijo León XIV en la Basílica de San Pedro cuando la carrera se adentró en el Vaticano. El papa recibió al pelotón y les conminó a unir, cuerpo, corazón y espíritu. Olav Kooij venció al esprint. El regalo perfecto para su líder, campeón del Giro.

En la monumental Roma se coronó Simon Yates, de rosa definitivo, entronizado entre Isaac del Toro, el joven sensacional que pudo reinar, y Richard Carapaz, el ciclista guerrero.

Podio final del Giro, con Del Toro, segundo, Simon Yates, campeón, y Carapaz, tercero. Efe

Protagonista el inglés de una historia de redención. La justicia poética como asidero de una episodio trascendente en la narrativa de su biografía.

Nada supera a la victoria de los vencidos, a la capacidad de sobreponerse a una derrota cruel. Dijo Ernest Hemingway que “el hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”. Tenía razón el escritor. 

La exhibición en Finestre

Al inglés le enterró Finestre, una subida esculpida en el infierno, siete años atrás. Su sterrato le hundió. Sepultado por el peso de una montaña formidable, la representación del poder intimidador y superior de la naturaleza.

Lo que Finestre le quitó, Finestre se lo devolvió. Regresó del olvido Simon Yates para celebrar su mejor victoria, la personal, como aquellos generales que vuelven de una larga campaña tras perder batallas hasta ganar la guerra.

El papa León XIV saluda al líder del Giro Simon Yates en el Vaticano en Roma. Efe

En el mismo lugar, la vida le dio revancha a Simon Yates, aplastado, sometido y humillado siete años atrás; enérgico, sensacional y valiente en su último encuentro con Finestre.

En la roca que emerge por encima de los 2.000 metros, donde escasea el oxígeno, en el duomo más imponente de la travesía por las cumbres del Giro, enfiló hacia el paraíso Simon Yates.

Lázaro, levántate y anda. En ese puerto que fue su camposanto, el inglés resucitó. Desde sus entrañas, en una ascensión lisérgica, (quebró el récord de la subida) Simon Yates volvió a la vida.

En Finestre encontró el camino de vuelta. Espantó los fantasmas que le encadenaron a su derrota más cruel. Liberado, desenterró el Giro de 2018 y lo vistió en 2025. La maglia rosa, custodiada por una montaña despiadada y cruel durante siete años, volvió a vestir a Simon Yates.

Olav Kooij, vencedor de la última etapa. Giro de Italia

El inglés, su caminar pizpireto y alegre, de cuando era más joven, 25 años, se recompuso en plena madurez. Aquella prenda que le arrebató Chris Froome a jirones, que le despellejó el alma, regresó a su cuerpo para cubrirle de gloria en Roma. Se reconoció en el espejo. De vuelta a su ser.

El capítulo de Finestre, como lo definió Simon Yates, agitó la emoción, la tensión narrativa y generó un debate táctico por lo formidable de la hazaña. Una obra maestra con todos los elementos para establecer esa etapa en el imaginario colectivo. Días para la memoria. Postales para el recuerdo.

Van Aert, con Simon Yates, celebran la victoria. Giro de Italia

También fijó el anclaje de las pulsiones humanas, convertido el coloso en el mejor escenario del teatro shakespereano o de una tragedia griega. Para Simon Yates, Finestre fue una cuestión identitaria, un ser o no ser, puro Hamlet. El príncipe que reina y que pelea con los fantasmas.

Duelo Del Toro y Carapaz

El otro diálogo, entre Isaac del Toro, exuberante y descarado su Giro, apenas 21 años y 12 días de líder en una actuación formidable, y Richard Carapaz, campeón de 2019 y el hombre que nunca se rinde, concentra el nudo gordiano de las relaciones humanas.

El ecuatoriano tenía como misión derrocar a Del Toro. El líder, defenderse de esa amenaza. El mexicano desactivó la ira de Carapaz, pero sucumbió en el arte de la diplomacia. Cuando Simon Yates, el tercer hombre, abandonó a ambos, –demasiado pendientes el uno del otro, en un marcaje cegador, restrictivo, reactivo– Del Toro no supo gestionar la situación.

No comprendió que él era el dueño del Giro y que debía defender su estatus independientemente del comportamiento de Carapaz, que le arengó en la persecución de Simon Yates hasta que fue demasiado tarde y el ecuatoriano negó al líder cuando trató de engancharle a su causa.

Para entonces, Carapaz no tenía una causa porque la suya era conquistar el Giro. Sin esa opción, el tablero era otro. Por delante, ajeno a esa lucha de egos, Simon Yates voló propulsado por Van Aert, que le recogió en el descenso de Finestre para vestirle de rosa.

El episodio de Finestre también evidenció el buen hacer táctico del Visma, que generó una oportunidad para tirar de manual ciclista: el hombre adelantado que remolca al rebelde, y el desajuste del UAE en dos aspectos.

Primero, la soledad de Del Toro desde el arranque del puerto, desperdigados todos los sherpas por el acelerón del Education First, y segundo, la escasa previsión de no situar a un dorsal en una fuga que, además, nunca tuvieron bajo control. Eso limitó las opciones de Del Toro, que más allá de su errática gestión en Finestre, firmó un Giro excepcional.

Giro de Italia


Vigesimoprimera y última etapa

1. Olav Kooij (Visma) 3h12:19

2. Kaden Groves (Alpecin) m.t. 

3. Matteo Moschetti (Q 36.5) m.t.

4. Mads Pedersen (Lidl) m.t.

28. Jon Barrenetxea (Movistar) m.t.

51. Jonathan Lastra (Cofidis) m.t.

87. Igor Arrieta (UAE) m.t.

121. Pello Bilbao (Bahrain) a 49’'

127. Xabier Mikel Azparren (Q 36.5) a 1:08

145. Jonathan Castroviejo (Ineos) a 2:52


General final

1. Simon Yates (Visma) 82h31:01

2. Isaac del Toro (UAE) a 3:56 

3. Richard Carapaz (Education F.) a 4:43

4. Derek Gee (Israel) a 6:23

5. Damiano Caruso (Bahrain) a 7:32

30. Pello Bilbao (Bahrain) a 1h52:02

36. Igor Arrieta (UAE) a 2h00:15

61. Jonathan Castroviejo (Ineos) a 2h47:31

65. Jonathan Lastra (Cofidis) a 3h04:36 

92. Jon Barrenetxea (Movistar) a 4h02:34

125. Xabier Mikel Azparren (Q 36.5) a 5h09:4

Espectacular Del Toro

Joven, ambicioso y virtuoso, el mexicano fue el hombre de la carrera. Llegó a la cita italiana como tercera opción de su equipo, que apuntaba a Roma con Juan Ayuso y Adam Yates como segundo espada. El alicantino, penalizado por las caídas, tuvo que retirarse y el inglés nunca estuvo realmente involucrado en la general.

Del Toro mostró lo mejor de su repertorio desde el sterrato camino de Siena. Allí se vistió de rosa. Embistió con determinación y solo Van Aert pudo con él en el mano a mano.

En la tierra de la Toscana cayeron Roglic y Ayuso. Eso les eliminó días después del Giro. El esloveno tuvo que bajarse porque su organismo no acabó de rendir bien tras ese contratiempo.

Ayuso también padeció los rigores de esa caída. Del Toro fue musculando su liderato en los siguientes episodios mientras emergía Carapaz, siempre competitivo.

Otro Giro comenzaba en la última semana, la que elevó la altura de una carrera que concentró sus tesoros en el final, a medida que llegaba a Roma. 

El zarpazo de Simon Yates

El ecuatoriano presionó con todo y destempló a Del Toro en San Valentino, donde el mexicano perdió gran parte de su renta. Emergieron las grandes cumbres, la alta montaña, y la ruleta giró. Descartados Roglic y Ayuso, caídos en desgracia, al igual que Mikel Landa, que se estrelló en la jornada inaugural en Tirana, la carrera parecía un asunto de dos.

Del Toro y Carapaz se medían a modo de dos ajedrecistas absortos, cada uno impreso en la mente, los gestos y los movimientos del otro.

Solo pendientes del reloj, de los arañazos de segundos entre ellos. Movían fichas. Del Toro respondió a Carapaz con dos buenas jugadas en la última semana para fortalecerse al menos estéticamente.

Camuflado, a modo de un espectador, Simon Yates observaba a cierta distancia ese pulso. Ni lejos ni cerca. Lo suficientemente fuera de foco para que Del Toro y Carapaz no se perturbaran con su presencia, pero cerca como un depredador dispuesto a cazar con una sola aparición: la definitiva.

Entonces llegó Finestre. El jaque mate. La historia que vale un Giro. La montaña de regreso a la vida. La del milagro. La tierra del funeral y de la resurrección. La tierra conquistada.

“La única alegría en el mundo es comenzar. Es hermoso vivir porque vivir es comenzar, siempre a cada instante”, dijo Cesare Pavese, poeta y escritor. Tenía razón. El Giro redime a Simon Yates.