Timo Roosen ha sobrevivido al caos y se ha impuesto este miércoles en el esprint de la segunda etapa de la Vuelta a Burgos después de una caída con muchos afectados a 500 metros de meta. La segunda jornada de la carrera, de 158 kilómetros y con llegada a Villadiego, transcurrió con tranquilidad durante buena parte del día. El pelotón tuvo en todo momento el control sobre la fuga, que fue atrapada a 43 kilómetros de meta. Pero la tensión llegó a falta de 8 kilómetros, aprovechando un repecho en el que los mejores colocados para la clasificación general se movieron, dejando rezagado a Mikel Landa. Tao Geoghegan y Vincenzo Nibali fueron los más persistentes, pero los equipos con esprinters que aspiraban a la victoria de etapa frustraron cualquier intento de llegada en solitario. 

El QuickStep y el Trek pasaron a la cabeza para seguir con el ritmo, pero a falta de un kilómetro el Jumbo Visma se colocó delante para tirar. En ese momento un badén ubicado a 500 metros de meta sorprendió a David Dekker, el tercer corredor en la cola que había formado el equipo. El neerlandés no pudo mantenerse en su bicicleta y cayó, provocando un efecto dominó del que solo se libraron tres de los cuatro integrantes de Jumbo que lideraban el pelotón. Algunos corredores sufrieron caídas fuertes, mientras que otros, debido al tapón, tuvieron que echar el pie a tierra. Por tanto, la victoria para Roosen fue plácida, entrando primero a meta seguido por sus compañeros y sin nadie más alrededor. 

Para la etapa de mañana llega uno de los puntos clave de la carrera, con la ascensión al Picón Blanco. A pesar de este puerto de categoría especial que se corona a 46 kilómetros de meta, marcará diferencias en la lucha por la general.