CAÍA el sol plomizo, espeso, de justicia, como dicen los antiguos. Y en el horizonte, a más de 200 kilómetros, saludaba la Alpujarra, desafiante, como la que se sabe peligrosa y no necesita espigarse. Mantiene calmados sus casi 20 kilómetros porque la gota no rompe la piedra por su fuerza, sino por su constancia. En un pelotón amarrado por el calor, solo el espíritu indomable de Amets Txurruka podía desafiar a un asfalto que freía neumáticos. William Wallace de la bicicleta, Txurruka se sublevó ante un pelotón que en toda la Vuelta no había dado opciones para los fugados. A unos doce kilómetros de la salida, el vizcaino gritó libertad. Le acompañaron otros cuatro hombres para luchar contra la tiranía del gran grupo: Carlos Quintero (Colombia) Ilia Koshevoy (Lampre) Antoine Cousin (Europcar) Bert Jan Lindeman (Lotto-Jumbo).

El vizcaino, curtido en mil batallas, se erigió en el líder entre los aventureros, dominando la fuga. Los amotinados consiguieron llegar a los 13 minutos de renta. La empresa, imposible de salida, se tornó en muy complicada. Había vuelto uno de los clásicos del verano, cambiando su maillot del naranja al verde, su nombre era el mismo, un viejo conocido y una vez más estaba en la escapada. Los equipos de los gallos empezaron a tirar, pero el crono se mantenía pétreo, y la decena de minutos no conseguía descender. Se acercaban los fugados por Lanjarón, mucho agua, pero encima de la bicicleta solo había sed. Y la decena de minutos de renta decayó de forma preocupante. Cuando la falda de la Alpujarra saludaba coqueta, ya solo eran siete los minutos de diferencia y con 19 kilómetros de velcro en el asfalto y mucho por decidir en la general, las cosas no parecían claras. Txurruka seguía ahí, esperanzado. Pero sus aliados en la fuga mutaron en enemigos y los ataques, fieros y desalmados, empezaron a sucederse. Con uno pudo, con dos también, pero al tercero, el de Etxebarria sucumbió. Como William Wallace, entregado por sus compañeros. Su sacrificio, su arrojo y experiencia logró para los escapados la primera victoria en lo que va de Vuelta. Txurruka no lo vio, -alcanzó la meta en 16º lugar- pero había logrado que los rebeldes alcanzasen la meta primero. De botín, Txurruka obtuvo el premio a la combatividad. Mientras, en el Orica se frotaban las manos ante el corredor que incorporan.

A su llegada, el ciclista del Caja Rural se lamentaba ante la ocasión perdida: “Me han dejado tomar la responsabilidad de tapar todos los huecos y he terminado por vaciarme. Ha sido una lástima”. Aunque por el lado positivo, Amets era consciente de que “cada día voy mejor”. No es poco después de su caída en el circuito de Getxo, que le dejó de propina una costilla dolorida. “Soy optimista para la segunda y tercera semana”, declaró el vizcaino. Tal vez Amets tenga más grande el corazón que las piernas, pero a un rebelde no se le vence nunca.

Fraile sigue de lunares Mientras tanto, en el Caja Rural todo son buenas noticias. Su corredor, Omar Fraile, continúa vistiendo el maillot de líder de la montaña. El de Santurtzi marcha empatado a puntos -13- con el ganador de ayer, Bert-Jan Lindeman y a casi el doble de puntos -6- que el tercer clasificado en la montaña, Walter Pedraza del equipo Colombia.