LA gran esperanza del ciclismo francés, Thibaut Pinot, continúa con su particular vía crucis en este Tour de Francia y comienza a recordar lo que le ocurrió en 2013, cuando tuvo que abandonar. Parece que los años impares están malditos para él en la Grande Boucle. Tras su tercer puesto en la pasada edición de la ronda gala, este año el escalador del FDJ era uno de los firmes candidatos a dinamitar la carrera. Difícil repetir el éxito de 2014 ante los grandes gallos presentes este año, pero cuanto menos, partía como animador de la ronda.

El sábado sorprendió a todos, donde nadie lo esperaba, en la contrarreloj. Mejor tiempo entre los favoritos, por delante de Froome, Nibali o Contador. La exhibición de la Vuelta a Suiza no era un espejismo. La gran promesa se reivindicaba ante los llamados Cuatro Fantásticos. No obstante poco le duró la alegría. En la primera etapa en línea le pilló el toro, no estuvo entre los de cabeza y en los abanicos se quedó cortado. Toda la alegría de la crono se convirtió en decepción, la primera de varias. El día de Huy el galo volvió a ceder, en un final de etapa en el que debía estar con los favoritos, pero sus piernas pincharon. Segundo chasco. Y como no hay dos sin tres y las desgracias nunca llegan solas la etapa del adoquín fue el infierno de Pinot. Pinchó cuando cerraba el pelotón de los favoritos en uno de los tramos de pavés. Llamó al coche por el pinganillo, pero... “Es seguro que cuando tienes el coche 13, sabes que vas a esperar mucho tiempo”, diría a la postre. Efectivamente. Nueva decepción para el bueno de Thibaut. Tuvo que aguardar. Más de 1:20.

Es habitual que en este tipo de etapas, los equipos repartan auxiliares para atender a los ciclistas ante el caos que se organiza en los tramos de adoquín. Con el corazón a 200 pulsaciones y la desesperación de no responder a las altas expectativas creadas salió a relucir la frustración de Pinot, que lo pagó con el pobre asistente que solo hacia su trabajo. Enfado y desengaño. Una temporada entera preparando la gran cita ciclista y a las primeras de cambio llega el revés, una sensación de hundimiento, deseo de abandonar, eso pareció recorrer el cuerpo del escalador francés. Se llegó a bajar de la bici, visiblemente enfadado. Amenazó con tirarla, pero logró contenerse. Cambió su montura y continuó en carrera. Desganado, frustrado. Tres minutos y veinte segundos se dejo con los favoritos. Cede 6:18 con Froome. Su salvación es por de pronto lograr una victoria de etapa. Si mantiene su plan inicial de luchar por la general, solo una escapada bidón le puede devolver un tiempo que su maldición y su frustración le han robado.