bilbao - Madariaga, dicen, es testarudo como una mula, pero no tanto como para partirse el cráneo contra un muro. Antes de que eso ocurra, frenado por la crisis, que echó el cerrojo a las cajas de caudales privadas e institucionales, ha buscado otro camino para seguir adelante. Se ha echado atrás. No habrá Equipo Euskadi en 2015, eso ya lo ha anunciado, pero para los escépticos que dudan de la renuncia de Madariaga, la fama le precede, ha pasado el plazo para presentar los papeles ante la UCI, y él, será cierto lo que dice del cansancio que arrastra, “son tantos años y tantas guerras”, se ha convencido de que pelear por evitarlo no conduce a ningún sitio, salvo a chocar contra el muro.
Mejor no comprobar cuánto de resistente es su cráneo, le suele decir a Lefevere, otro que, como él, lleva muchas guerras, cuando el belga le llama por teléfono para preguntarle si tira adelante o qué, si resiste, si encuentra algo, si las instituciones le apoyan. Y Madariaga, que no. Que se acabó, Patrick, se acabó, acuérdate siempre del Equipo Euskadi, no lo olvides y no te preocupes, le debe tranquilizar, que yo aquí sigo. Porque no continúa el buque insignia del ciclismo vasco durante las dos últimas décadas, pero sí Madariaga, que ha preferido coger las piezas, ya se lo ha contado a Lefevere, y juntarlas para relanzar un único proyecto que hasta ahora era el equipo aficionado EDP y crear “algo novedoso”, no solo en Euskadi sino en todo el Estado, que se parece al modelo de cantera que el belga tiene montado a la sombra del Omega-Quick Step profesional.
“Pero nosotros ya no podemos asegurar a los chavales que serán profesionales o un equipo de superior categoría, como ha podido ser hasta la fecha con el Euskaltel-Euskadi o el Euskadi continental”, lamenta Madariaga, que no quiere hablar de lo que no tiene y espera que algo, sea por donde sea, surja en Euskadi -un nuevo equipo profesional que lleva tiempo gestándose sin acabar de materializarse-. Si acabase naciendo, ese equipo profesional vasco deberá alimentarse, entre otros, de proyectos como el de Madariaga, donde no les prometen ya un futuro profesional a su alcance, “pero sí les garantizamos que les vamos a apoyar en su camino de formación de forma integral, con profesionales de experiencia”. Habla Madariaga de Gorka Gerrikagoitia, que hace un año pilotaba en el World Tour a Euskaltel-Euskadi y este año, con una dignidad encomiable, ha tragado kilómetros y bocadillos en el calendario continental que tenía el Equipo Euskadi, donde no había lugar donde posar la vista que no fuera recuerdo de la decadencia, y como metáfora de todo eso estaba el botellín naranja de Euskaltel metido en la ponchera de las bicicletas del Euskadi. De ella bebían los corredores. Y a Gerrika le resultaba un trago tan amargo que un día le dijo a Madariaga, a quien aprecia, que eso no tenía sentido, que eran tantas las carencias y los sacrificios que no merecía la pena y que era mejor destinar ese esfuerzo y ese dinero a reforzar el equipo aficionado, que es lo que, tras juntar todas las piezas, ha acabado haciendo.
18-20 corredores Gerrikagoitia llevará el timón y a su lado estará Jorge Azanza, navarro de Altsasu que hace menos de un año vio cómo repentinamente tenía que colgar la bicicleta tras la desaparición de Euskaltel. Tendrá una plantilla de 18-20 corredores que aún está por cerrar pero que cuenta ya con algunos de los mejores junior de Euskadi: el sobresaliente guipuzcoano Mikel Alonso; dos navarros que llegan recomendados por Mikel Nieve, uno que desde la cima del Sky no olvida sus raíces; el vizcaino Gotzon Martín, o, si finalmente se cierra el acuerdo, Cyril Barthe, el mejor junior de Iparralde que corre en el Aviron Bayonnais y que fue séptimo -sexto Alonso y noveno Martín- hace un par de semanas en el premundial de Beasain.