bilbao

sI hay un lugar en el mundo donde el ciclismo adquiere tintes excesivos, donde los ciclistas son tratados como semidioses, ese sitio es Flandes. En todas las carreras que pisan suelo flamenco se repiten las mismas escenas de miles de aficionados en las cunetas animando a los deportistas, como si imitaran al león rampante de sus banderas. Dentro de esa pasión, hay una carrera que resulta especial sobre el resto. Se trata de la Ronda van Vlaanderen, como se conoce en neerlandés al Tour de Flandes. El segundo Monumento de la temporada cumple hoy cien años. En su 97ª edición Tom Boonen quiere dar un paso más y quedarse en solitario como el ciclista con más victorias en la carrera flamenca. Para tratar de evitarlo estarán los dos hombres más veloces del ciclismo actual: Fabian Cancellara, que ya tiene un Tour de Flandes en su palmarés, y Peter Sagan, máximo exponente de la nueva generación de velocistas.

los muros

Encerronas de alta tensión

Las dos principales características del Tour de Flandes son los adoquines y los muros. A lo largo del recorrido que cada año propone la organización se suceden repechos que suben la tensión entre los favoritos. Son ascensiones cortas, duras y explosivas que exigen concentración y estar siempre bien colocado. Las carreteras, además de ser estrechas, con anchura poco mayor que un coche, están adoquinadas, lo que dificulta el trabajo de los deportistas. La bicicleta vibra continuamente, con un baile que taladra los brazos, haciendo que el desgaste físico se multiplique respecto al de una carrera convencional y que las caídas se lleguen al mínimo despiste.

Desde que en 1913 Paul Deman consiguiera el primer triunfo, la carrera solo se ha suspendido entre 1915 y 1918 por culpa de la I Guerra Mundial. Durante cien años, los belgas han sido los grandes dominadores del adoquín, sumando un total de 68 victorias. Solo en cinco ediciones el podio fue copado por tres ciclistas que no fuesen belgas. Boonen, además de estar a tiempo de ganar su cuarto Tour de Flandes, es el último en entrar en el club de los tres títulos en el que también están sus compatriotas Achiel Buysee, Eric Leman y Johan Museeuw. Fiorenzo Magni es el único extranjero que ha conseguido levantar los brazos en tres ocasiones y se da la circunstancia de que es el único que lo ha conseguido de manera consecutiva.

luis otaño

Primer vasco en llegar a meta

Esta clásica flamenca sigue siendo una asignatura pendiente para el ciclismo vasco. No solo el podio ha estado vetado para los ciclistas de Euskadi, sino que para ellos siempre se ha presentado como una carrera complicada, en la que hacer un buen papel se ha convertido en misión imposible.

El primer ciclista vasco que consiguió llegar a la meta de la Vuelta a Flandes fue el errenteriarra Luis Otaño, en 1963. El guipuzcoano, de 79 años, no recuerda haber tomado parte en dicha prueba, pero su memoria sí alcanza para detallar lo complicadas que eran, son y serán, las carreras sobre adoquines: "Hacía falta mucho cuerpo y fuerza. Ahí los belgas siempre eran muy buenos". Y por si el ciclismo ya era duro de por sí, deja claro que todos los equipos de la época contaban con ciclistas belgas en sus filas. Enrolado en equipos franceses, el guipuzcoano acudía con asiduidad a carreras de Bélgica, algo que no era común entre los ciclistas vascos y los españoles: "Tenías mucho que perder y nada que ganar. Bahamontes y esos no iban porque en los adoquines se perdían".

El ciclismo ha cambiado en cinco décadas, pero Otaño sabe cuál era la fórmula necesaria para ganar en Flandes y que a buen seguro será útil hoy en día: "Había que ir en cabeza para empezar bien los muros. Eran muy estrechos y el que no entraba en cabeza ya se quedaba descolgado. Después, si los belgas tenían un amiguete delante, no te ayudaban para cogerlos".