La cita es una tarde de jueves después del trabajo en la sede de la Sociedad Ciclista Amorebieta. En la mesa se sientan Iñigo Larrucea (Amorebieta), Iker Fernández (Punta Galea), Javier García y Eduardo Aguinako (Elkar Kirolak) y Joseba Gorostiza (Elorrio y Federación Vizcaina) para tratar de radiografiar la situación que atraviesa el ciclismo de base en Bizkaia a partir de algunos números. Las matemáticas no son una opinión. Hace quince o veinte años Bizkaia lograba reunir cada año en Bilbao a 1.500 chavales de escuelas mientras esta temporada que acaba de concluir el récord se ha fijado en 234. La regresión es importante y de ello hablan durante un par de horas. De eso y de la necesidad de un cambio en el planteamiento del ciclismo de base, de los niños y sus costumbres, de los padres, los educadores, el dinero o el papel de Euskaltel-Euskadi en el sistema del ciclismo. Se dejan en el tintero, sin tratar, algunas cuestiones fundamentales como la adaptación de las carreras a la nueva realidad del ciclismo. Queda para otra tarde que puedan cuadrar el trabajo, la familia, los amigos y la actividad en sus respectivas sociedades.

¿El ciclismo vizcaino se muere?

Javier García: No lo creo.

Joseba Gorostiza: No. Somos la provincia del Estado que más niños tiene en escuelas. Incluso más que algunas autonomías.

Iker Fernández: No es para tanto. Es importante hacer una reflexión autocrítica, pero estamos mejor que muchos.

Eduardo Aguinako: Normalmente, cuando se hace una sentencia de esas características, lo que se consigue es sacar de contexto los problemas del ciclismo.

J. Gorostiza: Es cierto que hace 15 o 20 años las escuelas vizcainas reunían a 1.500 chavales en Bilbao mientras que este año el récord ha sido 234, pero…

E. A.: Pero el análisis no puede ser tan simplista. Hay que analizar el ciclismo en el contexto en el que convive con los demás deportes, exceptuando el fútbol, que juega en otra liga. El ciclismo no está ni mejor ni peor que otros deportes. Y todos luchamos contra lo mismo. ¿El fútbol? No, contra el fútbol no. Esa idea es errónea. Peleamos contra una sociedad que ha cambiado, unos tipos de vida que hace una década no se estilaban, contra la tecnología que ha entrado en los hogares y provoca que los niños pisen menos la calle… El número de licencias desciende, es cierto, pero ese descenso no es mayor ni más preocupante del que pueda darse en otros deportes que no sean el fútbol.

J. García.: Aunque es cierto que el ciclismo lucha contra sus propios fantasmas. Está el tráfico o el miedo de los padres a la carretera. Y luego, la manera de hacer atractivo este deporte. O, mejor dicho, más atractivo que la Play y todas esas cosas que no te obligan ni a madrugar ni a moverte de casa. La sociedad se ha vuelto cómoda y el ciclismo no lo es. He ahí un problema.

J. Gorostiza: Tengo 43 años. De cuando corría a hoy ha cambiado todo, o mucho. Antes el ciclismo era el segundo deporte en Bizkaia tras el fútbol y deporte nacional en Euskadi. Recuerdo 400 cadetes en la salida de un Gran Premio de Amorebieta. Pero ahora todo eso pasó. El ciclismo es un deporte más entre un inmenso abanico de posibilidades. Entre cuántos deportes puede elegir un crío? ¿40? Por ahí.

I. F.: Cuarenta deportes más los de la Play.

J. Gorostiza: Curiosamente, los deportes que más se han quedado anclados en el pasado han sido el fútbol y el ciclismo. No han evolucionado al mismo ritmo que la sociedad. Se han quedado atrás. Ese es nuestro pecado.

E. A.: Tráeme un sábado por la mañana a diez chavales, 10 portátiles con juegos y 10 bicicletas con una manguera. Te prometo que en menos de una hora tengo a los diez jugando con la manguera y las bicicletas. El ciclismo es divertido, pero el problema es que el sábado siguiente los chavales no vuelven a coger la bici. ¿Por qué? Ese es nuestro problema. No hemos encontrado todavía la forma de hacer nuestro producto lo suficientemente atractivo como para que los chavales se decidan a coger la bicicleta por iniciativa propia, sin tener que ir a buscarles a casa.

I. F: Y ahí es cuando nos encontramos con otro asunto delicado: los padres. No vale solo con convencer al niño o la niña, sino que hay que involucrar a los padres. Tienes que ganártelos a ellos también, que se diviertan igual o más que sus hijos.

Iñigo Larrucea: Los padres deciden muchas veces el deporte que tiene que hacer su hijo. Y el ciclismo ahora no tiene buena fama. A los críos no les influye el asunto del dopaje, pero a los padres sí. Escuchan lo que pasa en profesionales y no les gusta que sus hijos se metan en ese mundo.

I. F.: El dopaje es una excusa, no una razón determinante.

E. A.: El principal reto es que los padres traigan a los hijos cada fin de semana porque ellos no pueden venir solos. Y ahí chocamos con una sociedad acelerada que no tiene tiempo para estas cosas.

I. L.: No puede ser ese el problema cuando el fútbol y los demás deportes te exigen lo mismo y funcionan. La cuestión es otra.

I. F.: Se trata de conseguir que el niño se divierta, de engancharle. Y con él, a los padres. ¿Pero cómo?

J. Gorostiza: En eso es precisamente donde nos hemos quedado anclados. Utilizamos los mismos juegos para los niños que hace 20 años. El pivote, el triángulo, el velódromo… Esa es la realidad que tenemos. Tenemos que evolucionar.

E. A.: A los niños hay que hacerles ver que la bicicleta es una herramienta que sirve para muchas cosas. Para ir a la playa a jugar al fútbol, para ir a los columpios, o a por el pan, para visitar el Guggenheim… Si les dices que tienen que hacer 34 kilómetros una mañana se asustan, les parece duro y no vienen. Es la forma de vender este deporte lo que hay que cambiar. Hacer 34 kilómetros suena a esfuerzo; ir a jugar a la playa que está a esa distancia parece algo divertido. Hay que cambiar la idea de que los niños tienen que aprender a sufrir en la bicicleta. Se trata de todo lo contrario.

Un director de ciclismo no le dedica a su club menos de tres o cuatro horas entre semana. El fin de semana les exige toda una mañana. Las dos. Sábado y domingo. Eso supone destinar todo el tiempo libre que uno posee a hacerse cargo de los chavales. La retribución se dobla cada año: nada el primero, nada de nada el segundo... Es de los pocos deportes en los que los directores o educadores no ganan nada sino todo lo contrario. Pierden dinero. Será por eso que no hay relevo en la dirección de las sociedades.

I. L.: Las sociedades atravesamos otra crisis importante: nos falta gente, no hay relevo. Pedagogos, monitores, personas que sepan estar con los chavales, que les enseñen y eduquen correctamente. Eso es lo que no hay.

E. A.: Cuantos más críos tienes, más gente se te incorpora a echar una mano. Los niños traen padres o hermanos.

I. L.: Los padres son pan para hoy y hambre para mañana. Yo necesito gente que esté integrada en el club y esté preparada pedagógicamente para hacerse cargo de un grupo de chavales. Creo que a estas alturas no sirve la voluntad, que puede ser enorme, pero puede que no sea lo que necesitan ni los niños ni el ciclismo.

I. F.: Realmente, hoy en día es difícil encontrar gente que se comprometa a echar una mano en las sociedades con estas condiciones.

J. Gorostiza: Depende de lo que pidas.

I. F.: Compromiso es lo mínimo que se puede pedir. Consigues gente para un cruce un fin de semana. Para toda la temporada no convences a nadie porque al ciclismo de base hay que entregar una parte importante de tu vida.

I. L.: No vale comprometerse para un sábado y luego desaparecer hasta junio, que es lo que suele pasar. Los padres no pueden sostener una sociedad. Pueden colaborar, claro, pero el club no puede depender de ellos.

J. Gorostiza: Yo entiendo que los entrenadores de cada categoría tienen que ser, además, educadores. Es lo ideal.

I. L.: Si mañana hago una campaña de captación de chavales en Amorebieta me vienen 60 o más, no tengo ninguna duda, pero ¿de qué me sirve si no tengo gente para llevarlos?

E. A.: Más aún, teniendo en cuenta que creo que a todos los que estamos aquí el ciclismo nos cuesta, además de tiempo, dinero. ¿Por qué aguantamos? Es un misterio. Será porque las satisfacciones que te pueden dar los críos lo superan todo. Me emociona escucharles contar a sus padres las historias de los entrenamientos: cómo han subido, cómo han bajado, lo que han visto, lo que han aprendido. Eso lo cura todo. Te vas para casa pagado.

I. L.: Eso nos pasa a todos, pero hay que empezar a pensar en gastar dinero con gente más o menos profesional para que se ocupe de los niños. Si no, creo que el ciclismo en Amorebieta se va a morir tarde o temprano porque subsistimos gracias, en parte, al Ayuntamiento, cuya aportación va acorde con el número de niños que tengas.

I. F.: El futuro va por profesionalizar de alguna manera ese aspecto contratando a gente preparada para trabajar con chavales.

I. L.: Todos los responsables de la base de otros deportes cobran algo por lo que hacen, aunque sea testimonial. En el ciclismo no, no hay dinero.

J. García: No hay dinero, pero para nadie. Yo vengo del mundo de los rallies. Hace años era piloto. Recuerdo carreras en Euskadi con más de setenta coches y una muchedumbre en las cunetas. El otro día fui a Gernika a ver un rally y apenas había un decena de coches y un puñado de aficionados viendo. Es cosa de la pasta. No hay. La cosa está mal.

E. A.: Por eso hablábamos al principio de que la crisis del ciclismo hay que situarla en un contexto de crisis general, tanto económica como social, de la que no se libra ningún deporte.

En un momento de la charla, Eduardo Aguinako recuerda una viñeta humorística en la que un niño le pregunta a su padre qué usaban ellos en la escuela si no tenían ordenador, ni Netbook, ni Ipad, ni pendrive... El padre, que lee un periódico, le responde: "La cabeza hijo, la cabeza". ¿Tanto han cambiado los niños?

E. A.: Lo mismo que la sociedad.

I. L.: Han cambiado los niños de la ciudad o los pueblos. Los de las zonas rurales siguen siendo iguales.

E. A.: Los niños de ahora van tan acelerados como la propia sociedad.

I. García: Entre semana ya no hay niños en el patio dándole patadas al balón. O con la bici. Sus vidas están llenas de tareas. Y de cosas para entretenerse sin salir de casa.

I. F.: Están más consentidos. Y son menos espabilados. Quizás porque a nuestra generación y las anteriores la calle nos enseñaba rápido de lo que iba la vida.

Euskaltel-Euskadi se concentra hoy en Derio para preparar la temporada que viene. Es el primer paso de un equipo nuevo que por primera vez en su historia correrá con ciclistas extranjeros o no formados en la cantera vasca.

I. L.: Antes que eso de los extranjeros está Euskaltel como referente de los chavales. Aquí en Euskadi manda ese equipo. Y debería ejercer como ejemplo teniendo presencia en las carreras de categorías inferiores, preocuparse de las sociedades, de las escuelas, de los chavales, la cantera. Al menos, podrían tener un detalle.

J. Gorostiza: Lo de los extranjeros no creo que influye para nada en el sentido de que el equipo siga siendo el referente de los críos.

I. L.: Yo tampoco creo que sea determinante. Al final, los chavales se fijan en que ha ganado uno de Euskaltel, independientemente de si es asturiano, moldavo, ruso o griego. Es su equipo.

J. Gorostiza: Es más, los chavales, incluso los junior, apenas se saben los nombres de cinco corredores de Euskaltel. No son de ídolos. Son del equipo.

I. F: En ciclismo, de todas maneras, no pasa como en el fútbol. En Bizkaia todo los niños son del Athletic y sueñan con jugar allí alguna vez, mientras que los chavales en ciclismo quieren ser profesionales, pero se fijan en todos. En el equipo de Contador, en Purito, en el Sky...

E. A.: Que Euskaltel es capaz de llevar mucha gente, y entre ellos niños, a la carretera es indudable. Pero los chavales son de los corredores. De Samuel. O de Contador. O de quien sea.

I. L: La cercanía hace mucho. Los niños en Amorebieta no hace mucho eran de los Silloniz. Y antes de Zarrabeitia. Ahora, de Beñat (Intxausti).

En 2013, Alberto Contador sacará un equipo junior que llevará su nombre y reunirá bajo el mismo maillot a algunos de los mejores chavales del Estado, aunque ninguno vasco. La iniciativa rompe con el espíritu tradicional de las sociedades de ciclismo que siempre estuvieron ligadas a un pueblo, un barrio, y reunía a los chavales de la zona que luego hacían grupo y, con el tiempo, cuadrillas que perduraban después de dejar el ciclismo, para siempre.

J. García.: Lo del equipo junior de Contador es algo que no acabo de entender.

J. Gorostiza: El problema es que rompe con el espíritu tradicional de la base. Era mejor que hubiese sacada sub'23, que creo es lo que va a hacer el próximo año.

I. F.: Pero también es cierto que el ciclismo de base no es como antes, que cada uno corría en el club del pueblo. Ahora los chavales eligen dónde quieren correr desde niños, aunque no sea un equipo cerca de casa. Ahora es así.

J. García: Claro, como la ikastola de tus hijos. Eliges la que te parece mejor, ¿no? Pues lo mismo con el club ciclista.

E. A.: El caso de Contador nos queda lejos. Hay situaciones más cercanas bastante menos ejemplarizantes. Ciclismo de base tiene una gran sonoridad. A la gente se le llena la boca con ese concepto. Pero luego, ¿quién trabaja con la cantera?

I. L.: Te voy a decir quién no: Euskaltel-Euskadi y la Fundación. Viven de la cantera, pero nunca se han preocupado por ella. Y luego, cuando no hay profesionales vascos en primera línea, hablan de que no hay cantera y que la base está mal. A nosotros nos queda mucho por hacer, cosas que cambiar, corregir, pero ellos, simplemente, no han hecho nada, nunca.