Reflejo de la enorme ilusión que ha despertado en Francia, una de las diez preguntas que el diario parisino L"Equipe hace a sus lectores antes de que arranque la temporada en Europa es una bala de plomo cargada de presión: "¿Se va a confirmar Sicard?". Entre los que responden está Igor González de Galdeano, manager de Euskaltel-Euskadi, el equipo vasco en el que el ciclista francés más prometedor de los últimos tiempos correrá, al menos, esta y otras tres temporadas más. "Más que confirmarse, este año Romain ya nos va a dar cosas, pero no hay que correr tanto. Es pronto aún para él, aunque, claro, si sigue en esta línea Sicard es el futuro".
El hazparnearra es todo lo que hay que ser para ser buen ciclista. Son cuatro brochazos. "Ganador, listo, aplicado y temperamental sin que tener carácter signifique que no se deja aconsejar. Sabe escuchar y es paciente", continúa Galdeano. ¿Pero tan bueno es? "Sí", contesta, tan lacónico y explícito que el manager de Euskaltel se siente en la necesidad de fundamentar su confianza infinita y para ello explica que no hay más que fijarse en los detalles que ha dejado desperdigados en 2010, su primera temporada con el equipo naranja. "Ha hecho cosas que no he visto hacer a nadie". Por ejemplo, segundo en la etapa reina de la Dauphiné Liberé. "Ese día pasaron muchas cosas. Para empezar, Romain desobedeció al coche. Nosotros pensábamos que no era capaz de ganar la etapa, pero él sabía que no veíamos carrera, no nos hizo caso y tomó la iniciativa. Y acertó. Le felicité por ello, por tener personalidad. Pero él, en lugar de sentirse feliz, estaba de mal humor. Había hecho segundo, no primero. El chaval es también ambicioso".
Una mañana de marzo de la París-Niza una revista francesa sentó a Sicard frente a Bernard Hinault, la última leyenda gala con la que Francia emparenta a cada uno de sus brotes, chicos talentosos sin destetar, con la misma impaciencia que Bélgica espera a su nouvelle Eddy Merckx. Hinault le dijo que no pensara aún en el dinero, que no lo mirase, que era el diablo, que lo importante ahora era buscar la tranquilidad que le procurara la serenidad que no tuvieron otros jóvenes y buenos ciclistas como él que se estrellaron por la presión o el divismo que les arrancó los pies de la tierra. Le dijo también que se quedara en Euskaltel, que allí estaba bien, protegido y alejado de la filosa desesperación francesa que le reclama ya, con 22 años, en el Tour que Francia lleva sin ganar un cuarto de siglo, desde 1985, desde Hinault.
"Todo eso no me afecta", dice Sicard, que solo piensa en caminar despacito, "lento pero seguro", porque recuerda que no es la primera vez que ocurre en Francia que a una esperanza se le señala directamente con el dedo, que oprime, agobia y aplasta. "Yo no estoy de acuerdo con mucho de lo que se habla ahora. Por eso no hago caso. No soy la promesa francesa. O no, al menos, la única. Gané el Tour del Porvenir y el Mundial sub"23 en 2009, vale, pero tuve suerte. Quiero decir que no soy muy diferente a otros ciclistas que corrían entonces conmigo. Además, eso ya no cuenta. En 2010 empecé de cero. Este es otro mundo", continúa.
"Romain está aliviado de estar en un equipo de fuera de Francia. Allí sería la promesa francesa de un equipo francés, con lo que tendría un seguimiento especial que podría ser muy duro", traza Galdeano, que ha puesto al de Hazparne a la sombra de Samuel durante la primera parte de la temporada, "por un lado para que abra bien los ojos y aprenda y, por otro, porque Samu necesita ciclistas fuertes a su alrededor y él lo es", y que le reserva luego su estreno en una grande junto a Igor Antón, en la Vuelta y no el Tour "aunque lo estén deseando en Francia". "Aún es demasiado joven. Tendrá tiempo de hartarse a correr el Tour, pero cuando lo haga irá bien, preparado, para hacerlo en condiciones", abunda Galdeano. "Es mejor no ir todavía", conviene el chico, al que le viene repentinamente a la memoria Laurent Jalabert, al que admira, pero con quien Francia "fue tremendamente injusta"; "no le quisieron como merecía, quizá porque corrió mucho tiempo fuera y no en equipos franceses". Él sigue ese camino.
Castroviejo, "monsieur crono" Sicard fue campeón del mundo sub"23 en Mendrisio, el primero en la historia del ciclismo vasco, y aquel hito eclipsó, quizás, a Castroviejo e Izagirre, dos perlas vascas que corrieron aquel Mundial y que ahora comparten con el lapurtarra generación y porvenir. "Hay que esperar dos o tres años para estar seguros, pero sí, los tres han demostrado cosas en 2010", asegura Galdeano.
Castroviejo, 23 años, es un tipo enjuto y fuerte, nada que ver con la figura estándar del contrarrelojista, el molde Cancellara, alto, corpulento y potente, una bestia. "Y, sin embargo, es ahí donde ha destacado". Quizás, argumenta Galdeano, porque se mentaliza mucho. Quizás, prosigue, porque curvea bien y domina de manera deliciosa la bicicleta. Quizás, cuenta el propio corredor, segundo tras Intxausti en la crono de Asturias y undécimo en la de la Vuelta a Suiza, porque su condición de hiperlaxo, lo que quiere decir que es de goma, sin límite en la flexibilidad. Una cualidad que descubrió su profesor de karate; un incordio porque le hace tremendamente vulnerable en cualquier deporte agresivo con las articulaciones; una virtud que le permite adoptar la aerodinámica perfecta sobre la bicicleta sin que sus músculos se resientan.
"Ahora estoy seguro de que puedo hacer buenas cronos. Es una presión que me pongo y me hace bien", reconoce el getxotarra. Y lo que dice es la cara de la moneda. La cruz es para Galdeano la posibilidad de que una virtud se convierta en obsesión. "Se está especializando mucho, demasiado. Es muy joven para eso. Quiero que explore todos los mundos del ciclismo y que progrese".
Izagirre, el valiente "A mí, de todas maneras, Castroviejo no me sorprendió en 2010. Hizo lo que esperaba que hiciera. Es bueno, muy bueno, y lo demostró". A Galdeano le impresionó Izagirre, 24 años, hijo de José Ramón Izagirre, destacado ciclocrossista en los 90, antes incluso de empezar la temporada. "En la concentración de enero, un día de frío, 4º o menos, y lluvia, fue el único que salió a entrenar. Se hizo tres horas y media solo", dice el alavés. "A Gorka le motiva el mal tiempo. Es valiente". Y ganador. Dos carreras, una etapa del Tour de Luxemburgo, bajo la lluvia y ante Sergei Ivanov, y la Clásica de Ordizia, en 2010. "Eso no es fácil, nada fácil. Pero ya digo que el chico es valiente, fuerte y de esos que se entregan hasta el límite de sus posibilidades".
"Gorka tiene mucho que pulir", cuentan por otro lado; "sobre todo, tiene que controlar los impulsos. Es muy impetuoso, pero es joven aún y tiene tiempo para tranquilizarse".
A los tres, "ciclistas totalmente diferentes", les concede Galdeano "dos o tres años" de aprendizaje. "En ese tiempo deben llegar a la cresta de la ola donde están ahora Igor Antón y Mikel Nieve, presente y futuro de Euskaltel". Los tres de la generación de Mendrisio son los siguientes.