Hubo un tiempo, permítanme decirlo así, en el que Bilbao –y por extensión, Bizkaia entera...– cantaba por espirituales. Y el arte que de aquel entonces nos llega trae, como la marea, un legado que describe cómo el profundo arraigo religioso de los pueblos vizcainos trascendió, desde mediados del siglo XIX, la dimensión espiritual para convertirse en eje de la vida social. El próspero y moderno ambiente artístico de Bilbao favoreció la aparición de una destacada colonia creativa que muestran a la Iglesia en la religiosidad, el ocio, la educación, las festividades y el comercio. En diversas técnicas y soportes, los artistas captaron con fidelidad la intensa espiritualidad presente en el paisaje y en las escenas de los mundos rural, marítimo y obrero de Bizkaia.
De todo ello han tomado nota el Museo de Bellas Artes de Bilbao y el Museo de Arte Sacro de Bizkaia, en una exposición bautizada, nunca mejor dicho, con el nombre genérico de El espíritu de Bizkaia, de la que el propio comisario Javier Novo cuenta que retrata a una sociedad cambiante en la que la fe seguía desempeñando su papel.
Ayer se inauguró la misma en un espacio casi mágico, el claustro del museo de Arte Sacro, allá en Atxuri, donde la espiritualidad se respiraba en el ambiente. Acompañaron a Javier en la puesta de largo el director del museo de BBAA, Miguel Zugaza, Gorka Martínez, una suerte de mecenas, de Médici fiorentino que proviene de la Fundación BBK; el viceconsejero de Cultura, Andoni Iturbe; el obispo de Bilbao, Joseba Segura; la directora del museo de Arte Sacro, Raquel Cilla y la directora foral de Cultura, Begoña de Ibarra.
Las obras de los dos museos se entremezclaron con una serie de donaciones privadas que enriquecían la muestra. Darán fe de lo que les digo (otra vez nunca mejor dicho...) Miriam Alzuri; Luis Eguiluz y Ana Villacorta, de la Sociedad Bilbaina, entidad que ha cedido tres obras, Teresa Icaza, otro generoso apellido, Emilia Epelde, Manu Ardanza, Juan Manuel Sinde, Jujo Ortiz, Daniel Vega, hoy de la Fundación Santander y durante tanto tiempo ligado al Guggenheim, Susana Astigarraga, Teresa Querejazu, José María Arriola, Rosa Lertxundi, Ignacio Erice, Leire Jauregibeitia, Gilermo Zuaznabar, Luzia Salamanca, Árica López., Iván Gutiérrez, José María Izquierdo, María Jesús Bengoetxea, Marta G. Maruri, Arturo Trueba y un buen puñado de asistentes que disfrutaron de una muestra de entresiglos
La exposición que arranca en el contexto de la Segunda Revolución Industrial (1870-1914), un periodo de profundos cambios sociales cuenta con una nómina de artistas, entre los que figuran nombres como Jenaro Pérez Villaamil, Adolfo y Alphonse Guiard, Darío de Regoyos, Aurelio Arteta, Valentín de Zubiaurre, Ricardo Bastida, Francisco Durrio, Eulalia Abaitua, Antoni Gaudí o David Seymour Chim, entre otros.