Sucede de vez en cuando la pastelería se convierte en un arte cautivador para los paladares y en un atractivo para la visa. ¿No se han comido alguna vez, qué sé yo, una carolina por los ojos? No es extraño, por tanto, que tratándose de algo prodigioso pueda hablarse de un arte de señores. Y si estamos de acuerdo en esa precisión, nada mejor que lo que hizo José Manuel Angulo, todo un maestro, cuando abrió su primera pastelería: llamarla Don Manuel, nombre de caballeros.
Eran los duros años de la reconversión industrial y los felices días en lo que el Athletic tocaba la gloria con sus últimos títulos mayores, las ligas. Salía Bilbao del aciago pozo de aquellas inundaciones de 1983 y pastelería Don Manuel abría sus puertas por primera vez en diciembre de 1984, bajo la dirección de José Manuel Angulo y su esposa Elena Morán. En 1989, abrieron su a tienda situada en Alameda Urquijo 39, reformada y ampliada en noviembre de 2007 y desde ayer se han desplazado hasta Alameda Recalde 35, donde celebraron esa trashumancia con una fiesta inaugural presidida por una carolina gigante que tomó la calle como una dulce escultura.
Hoy José Manuel y Elena ya no están solos, mano a mano. Les acompañan sus hijas Nadia y María Angulo con espíritus innovadores para el local. Y no sería justo olvidar a Olatz y Nikole Vázquez, las nietas que les insuflan la ilusión por seguir. Nietas a las que se comería, si me lo permiten decir así. No en vano, Manuel gasta ya 72 calendarios y mantiene firme el espíritu y viva la fuerza. El nuevo local que hoy abre sus puertas mide más de 200 m² y cuenta con obrador propio en el sótano, un infierno en que se elaboran bocados para tocar el cielo. Él culpa a un viejo vecino pastelero, que le metió de aprendiz en la pastelería Felipe (ya saben, esa joyita de mucho prestigio, que aún está en Gordóniz 21...) cuando tenía catorce años. Gracias vecino.
Entremos en el local que, pese a sus dimensiones, ayer se quedó pequeño para la recepción a tantos amigos como gasta este dulce marqués, si me permiten llamarle así. Le acompañaron la presidenta de Cecobi, María López Negrete,. Marta Fernández; el presidente de BilbaoDendak, Rafa Gardeazabal; el presidente de Bilbao Centro, Adolfo Lorente, acompañado por Jorge Aio, Olga Zulueta y José Mari Amantes; la presidenta de Surne Bilbao Basket, Isabel Iturbe y el viejo león Dani, quien portaba la copa por la Ría mientras Don Manuel estaba en obras; concejales de la talla de Kontxi Claver y Jon Bilbao, Cristina Múgica, con espíritu foral, Anton Taramona, el músico Iñigo Ibaibarriaga, viejos compañeros de mi oficio a los que aprecio como Javier Gamboa, Iñaki Astigarraga, Txema Soria, Arturo Trueba e Iñigo Markinez; Javi Marín, que gasta el mismo espíritu festivo que Don Manuel, Jorge Olaizola, Carmen Bengoetxea, María Luisa Etxebarria, casi vecina de portal, Idoia Gutiérrez, maquinista de DEIA para según qué clientes, Aranzazu Gutiérrez, Elena Busturia, Garbiñe Bilbao, José María Hernández, Sara Urrutia, Cristina Arriaga y un buen número de gente amiga o de gente curiosa, que de todo hubo.
Por el local, que recordaba a una pasarela de barco, se movió también la gente de Verno como Iraide Urrutia, Fernando Enales, Javi Fernández, Rodrigo Salinas, Patricia Welsh, Ainara Urkijo, Marta Basterra, Xabier Santos, Natalia del Rey o Ismael Martínez entre otros y gente que viste la camiseta de Don Manuel con orgullo, en su mayoría mujeres entre quienes se encontraban Yassmine Belphassoub, Lina Stita, Itziar Pérez, Lili Sandoval, Vanessa Morales, Sofía Prado, Marimar Nieto, Esther Quintas, Paulina Llante y Marie Cepeda entre otra mucha gente que disfrutó del cortador de jamón, de los canapés, pintxos, pastelitos de bocado y trufas, siempre con el mismo ruego en la boca: que no desaparezca la tradición.