La Sociedad Filarmónica acoge la llegada del ensemble Los Elementos en un recital que atrajo a gente melómana
Interpretaron la cantata ‘Clori, Tirsi e Fileno’ de Handel dirigidos, por primera vez allí, por el alto Alberto Miguélez Rouco
En el universo de la música lírica hablan del Haendel más romano cada vez que suena Clori, Tirsi e Fileno. Esta cantata serenata pastoral a tres voces cuenta con el propio alto y director del concierto. Alberto Miguélez Rouco como Fileno, la soprano Alicia Amo como Tirsi y la también soprano Ana Vieira Leite como Clori. Esta deliciosa serenata, que data de 1707, narra la historia de una pastora enamorada de dos hombres a los que acaba perdiendo cuando estos descubren su infidelidad. Clori, Tirsi e Fileno podría considerarse una ópera en miniatura, ya que está dotada de verdadero refinamiento y ligereza, y posee elementos musicales que hacen de ella una auténtica joya. Darán fe de lo que les cuento quienes ayer acudieron a la Sociedad Filarmónica, donde el ensemble de Alberto, músico residente del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), estaba formado, además de por los ya citados, por los violines de Claudio Rado y Jaume Guri Batlle; la viola de Elena Abbati; el violonchelo de Giulio Padoin; el contrabajo de Giulio Tanasini; los oboes y flautas de Georg Fritz y Olga Marulanda; el fagot de Giovanni Battista Graziadio; el archilaúd (un instrumento musical de cuerda pulsada que proviene del laúd, al igual que la tiorba y la cítara, que tuvo su origen en Italia a finales del siglo XVI y surgió de la necesidad de los intérpretes vocales de sentirse apoyados por sonidos más graves) de Jadran Duncumb y la clave de Joan Boronat.
El programa de mano era bastante explícito en el detalle del concierto celebrado ayer. No por nada, la Sociedad Filarmónica que preside Carmen Iztueta se nutre de una sociedad melómana en alto grado. En él se explica que Clori, Tirsi e Fileno de 1707, encargo del marqués Francesco Maria Ruspoli, incide en el asunto bucólico con varios personajes que dada su brevedad la asemejan a una ópera de pequeñas dimensiones. El argumento, como les decía, narra las vicisitudes del triángulo amoroso entre la pastora Clori y los pastores Tirsi y Fileno, con quienes se identificaría la audiencia. El libretista anónimo desarrolla el tema sobre tópicos masculinos y misóginos de la infidelidad femenina aunque, dada la exageración, de forma irónica.
Haendel utiliza la estructura barroca tardía de recitativo y aria da capo, con dos secciones contrastadas y la repetición de la primera, forma consolidada por Alessandro Scarlatti, y utilizada en óperas, oratorios y cantatas. Dicho queda. No conviene olvidar que la pasada semana escucharon en esa sala el oratorio religioso Il Giardino di Rose del propio Alessandro Scarlatti. La prohibición papal de óperas en Roma motivó el auge de este tipo de músicas religiosas.
Entre quienes ayer se acercaron a la Filarmónica se encontraban Antonio Brandiaran, un hombre fuerte de la Santa y Real Casa de la Misericordia, María Febrer, María Carés, representante del ensemble, Edurne de Iturri, Cristina Martínez, Mikel Moreno, Arantza Martínez, José Luis Mendizabal, Enrique Sotomayor, Patricia Molero, Mabe de Diego, María Buesa, Carmen Fernández-Valdés, Txemi García Mediero, Rita Sixto, Imanol Eserasate, Alberto Díaz, María Jesús Soto, acompañada por los tres hermanos Iñaki Erice, Mariasun Erice y Maje Erice, Mikel Gorostiaga, José Luis Fernández, Teresa Olabarria, José María Gutiérrez y un buen número de gente melómana como les decía. ¿Hasta qué punto? Permítanme que les lea una advertencia que se escribe en el programa de mano. “Notificamos a ustedes que, durante una prueba que hemos realizado en la sala, una simple tos, en medida instrumental, equivale a la de una nota mezzoforte emitida por una trompa. Sin embargo, colocando un pañuelo delante de la boca, ese mismo sonido se equipararía al de un ligero pianissimo”. Casi nada al aparato, ya ven.