EL luminoso recibidor de Bizkaia Aretoa, en plena avenida de Abandoibarra, estaba rebosante ayer tarde de familias jóvenes con peques que llegaban apresuradas. Y parejas de mediana edad. Se trataba de quienes venían a aplaudir la entrega de diplomas. Esta vez, las madres y abuelos eran quienes recibirían la graduación. El auditorio Mitxelena estaba a punto de acoger el acto solemne de reparto de certificados a la XX promoción de las Aulas de la Experiencia de la UPV/EHU. Más de 60 jóvenes estudiantes de edad avanzada.

Intervinieron Mikel Bilbao, director de las Aulas de la Experiencia de Bizkaia; el profesor Pedro Novo, padrino de la promoción; Koldo Bilbao, de la Obra Social de la BBK; el concejal Gonzalo Olabarria; y dos alumnas, María Teresa Martí y Begoña Casado. La clausura corrió a cargo de la rectora, Eva Ferreira.

Vimos a la edil Nora Abete, orgullosa hija de uno de los graduados, o a Gemma Aguirrezabala, esposa de otro. Estaba presente el claustro de profesores, con Josetxo Urrutikoetxea, Andoni Pastor, el doctor Javier Meana, la matemática y divulgadora científica Marta Macho, el historiador José Luis de la Granja, el músico Manu Torrelledó, el experto en Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos Jesús Casquete, el profesor de Historia Contemporánea José Mari Beaskoetxea o el también historiador José Antonio Pérez. Mucho que aprender de la panoplia de conocimientos que incorporan.

Como colofón actuó el Coro de las Aulas de la Experiencia, con el pertinente Gaudeamus Igitur incluido en su repertorio.

Amantes del vinilo

A solo unas manzanas, en el Yimbi de Ercilla, no ponían canciones en latín. Sonaba el soul sincopado del gran Isaac Hayes. Lo acaba de pinchar Olatz Arrese, DJ de turno en la XIX Feria Internacional del Disco de Bilbao que sigue abierta hoy.

Su organizador, el catalán Pere Tarrasa, también promotor de las ferias de Barcelona, Mallorca y Madrid, explicaba que cuentan con “40 mesas y unos 50.000 discos, el 85% vinilos y la mayoría con un precio entre 20 y 30 euros”. Aunque también los hay de hasta mil, como uno de The Misfits y otro de los Smashing Pumpkins. Según Terrasa, “en el País Vasco la clientela busca clásicos como Pink Floyd, además de metal y punk”.

La joven bilbaina Olatz Conde miraba “en general, pero especialmente heavy y punk”, mientras que Marcelo Silva, acompañado por las hermanas Romina y Cintia Franco, pretendía irse con “un vinilo de Joaquín Sabina”. El treintañero Iñigo Charcán olfateaba CDs de Kansas y Survivor. Le podría ir bien en el puesto de los gasteiztarras Txiki y Nagel Nalda, que disponen de un catálogo de 3.500 vinilos y 2.000 CDs. Pablo Fernández, integrante del aula de la experiencia del vinilo a sus 68 palos, perseguía “bandas sonoras, o algo de mi época, como Nacha Pop”. Que gire el plato.