ÑOS atrás recuerdo haberle entrevistado y no olvido su timidez en el gesto ni su osadía en la palabra cuando me dijo que no cambiaría su don al piano por el de Messi jugando al fútbol, bajando la mirada, eso sí. Ya entonces Adrián Hodor era un pianista con maneras, una promesa que a sus 16 años estaba cargado de esperanzas. Comenzó su carrera musical como pianista a la edad de 10 años en Artebi- Escuela de Música, Artes Escénicas y Visuales. Y con un año más, apenas 11, interpretó el concierto de J. Haydn en Re Mayor con la orquesta de Artebi durante el Día Europeo de la Música. Recuerdo que a aquella charla le acompañó la profesora Danuta Dziegielewska Filiochowska. El tiempo pasa y hoy tiene 25 años ya. Ha recibido clases del profesor Ireneusz Jagla y de Andrzej Jasinski, con quienes mantiene un estrecho contacto y no olvida la nota que le dejó Joaquín Achúcarro augurándole un gran futuro ni las clases magistrales del maestro de Arbolantxa a las que asistió con asombro e interés.

Como supondrán, Adrián ya es un pájaro que vuela libre, una promesa que ha levantado el vuelo. Ha participado varias veces en el Festival Internacional de Musika-Música celebrado en el Palacio Euskalduna de Bilbao y ha asistido al Festival Internacional de Fréderic Chopin, en Duszniki Zdrój (Polonia), algo así como la Champións Legue para quines apuestan por una carrera musical de envergadura al piano.

Me van a perdonar el recuerdo pero ayer volví a verle. Parecía un gigante en el escenario del auditorio del Palacio Euskalduna, donde apareció para tocar en un recital de la Bilbao Orkestra Sinfonikoa que fue dirigida para la ocasión por la batuta de Jaume Santonja, nuevo director asociado de la Euskadiko Orkestra, hace apenas unos meses, desde octubre pasado. El dúo, como comprenderán, funcionó a las mil maravillas, con la Bilbao Orkestra Sinfonikoa desplegando sus muy variadas habilidades. Los más de 300 asistentes que se acercaron a presenciarlo en directo vivieron una tarde empapada en emociones.

Para los amantes del detalle de los programas de mano les diré que tocaron Rosamunda. Obertura D. 644, de Franz Schubert; el Concierto nº 1 para Piano y Orquesta en si bemol menor, de Tchaikovsky, y las Danzas de Galanta, de Zoltan Kodaly. Estaba anunciado como un Concierto extraordinario en el lenguaje de los recitales y a fe de quienes lo vieron el adjetivo le vino como anillo al dedo.

Media hora antes de que comenzase el concierto, soplaba el viento con fuerza en la explanada del Palacio Euskalduna. Hacían guardia los madrugadores de la tarde y se respiraba expectación. Entre los que se encontraban allí podemos citar a María Ortega, María Sordo, Mark Vezkalla; la joven Ane Rodríguez, quien miraba todo con los ojos de la primera vez, acompañada por Patxo Rodríguez, Mercedes Alduncín, Marisol Laraudogoitia, Raquel Varela, José Luis Ballesteros, Juan Carlos Martínez, asiduo impenitente a los conciertos de la BOS; Erik Fano, Agurtzane García, Luis Miguel García, Miren Azkarate, Itxaso Sagardui, Joseba Aurrekoetxea, José María Hernández, Unai Aristondo, Javier Escalza, Rosa María Madurga, Javier Irazabal, Mari Nati Atxutegi, Amaia Fernández, Javier Fernández, Begoña Mayoral, Ane Odriozola, Luis Rodríguez, María Ángeles Bilbao, Alazne Izagirre, Uxue Alonso, Dani Mendiguren, Alicia Gorostiaga, Rosa Bellido, Ander Ugarte, María Jesús Hernández, Gloria de la Hoz, Luisa Izquierdo, Ainhoa Fernández, Isabella Murua, pianista en formación y entusiasta de la música clásica, Joana Uria, María Begoña Pérez, Andrea Bengoetxea, Unai Piedra y toda una legión de melómanos y melómanas que disfrutaron de una tarde vestida de armonías. Todos ellos salían del Palacio Euskalduna con una sonrisa. O eso creo, que hoy en día no se distingue.

El Palacio Euskalduna acoge un concierto de la Bilbao Orkestra Sinfonikoa junto al pianista precoz Adrián Hodor

Más de 300 personas amantes de la clásica acudieron a un recital de altura 'gobernado' por la batuta de Jaume Santonja