ERDONEN la pirueta pero hay ocasiones en que la ocurrencia más sencilla es aquella que mejor encaja en la historia. Digamos que la música interpretada ayer por la Banda Municipal de Bilbao sonó de cine. ¡Qué bello cuando esto ocurre! Lo de la facilidad de la que les hablaba viene al caso porque bajo la batuta de José Ramón Pascual-Vilaplana, interpretaron en el Teatro Arriaga las obras Omaggio a Ennio Morricone, del compositor italiano Claudio Mandonico;Silverado, de BruceBroughton, un eminente compositor ganador de nueve Emmys y nominado a los Óscar de Hollywood, y The pawnshop (conocida entre nosotros como Chaplin, el prestamista), del compositor gallego, Antón Alcalde. El concierto llevaba por título Memoria del séptimo arte y se organizó como un homenaje a las bandas sonoras que dan aire al cine desde que este se hizo sonoro. Fue, créanme, todo un espectáculo, un recreo para los asistentes.

Antes de que comenzase el concierto uno lo pensaba. La música de cine remueve nuestras emociones, nos conmueve, nos impresiona, nos imbuye en la película y nos hace vivir historias. Algunas nos transportan a la imaginación, y otras, a la cruel realidad de la vida. Sin ella el cine no sería lo que es. No necesitamos ver una película para disfrutar de su música. Pero, ¿podríamos ver una película -pienso en Star Wars, Titanic, El señor de los anillos, etc.- sin su banda sonora? Cuesta imaginarlo, no digan que no.

Al tiempo que lo pensaba iba llegando la gente. Entre las primeras la directora gerente de Bilbao Musika, Ana Madariaga, apenas momentos antes de que lo hiciese la concejala de Cultura, Nekane Alonso. Ambas saludaron, en los exteriores del teatro al clarinetista Rafa Climent, a quien le dieron la enhorabuena por el trabajo de su hija, Carmen Climent, en la longeva serie Cuéntame como pasó. El buen hombre se lo agradeció pero como buen padre les preguntó: "¿Y no la habéis visto en Alardea?", como ampliación de los elogios a su hija. A su lado estaba el flautista de la Banda Municipal, Juan Jesús Silguero, en la actualidad el músico con más larga trayectoria dentro de la Banda Municipal de Bilbao. Unos metros más allá, el contrabajista Danylo Betsko saludaba y charlaba con Carmen Jiménez y Mariana Chacó. No sé si es por el apellido municipal o cuál es la razón pero da un nosequé de felicidad ver a los músicos entremezclándose con la concurrencia, detalle que también es de aplaudir en Pascual-Vilaplana que se sacó varias fotografías con la gente que se lo solicitó e incluso con el regidor, Javier Segura; el subdirector, Iñaki Urkizu; los timbales de Iñaki Morcillo y Paco Pineda, oboe de la Banda.

Poco a poco fue llegando la gente, un punto preocupada en algunos casos cuando preguntaban. "Oiga usted, periodista, ¿sabe cuándo nos van cerrar los teatros?", preguntaba una voz acongojada. Difícil saberlo. De momento sí se puede decir que ayer estuvo abierto el Teatro Arriaga para María José López Ibáñez, Charo Velasco, Mercedes Vicinay, María Luisa Ortega, Ander Uriarte, Idoia Aranguren, María Teresa Martínez, María Teresa García Barrejón; las hermanas Marta y Alicia Bermejo, Mikel Palacios, Iñaki Mendia, Alama Iturriaga, Alberto Muñoz, Santiago García, Maika Fernández, Antonio López, Rosa López, Juan Carlos García, Emilia Fernández, María Ángeles Bengoetxea, Carmen Alonso, Juan Carlos Agirre, Miren Olarreaga, Maite Olabarria, Sara Olmos y un buen número de asistentes a la velada sinfónica.

El concierto comenzó con una banda sonora que le pasaporta a uno hasta una vieja población fronteriza del Oeste americano. A partir de ahí no cesó la aventura. Al fin y al cabo, al director se le oyó decir que "la música y el cine son, sin duda, dos eficaces bálsamos para la tristeza y dos poderosos nutrientes para la ternura".

La Banda Municipal de Bilbao, dirigida por José Ramón Pascual-Vilaplana, ofreció el concierto titulado 'Memoria del séptimo arte'

Sonaron en el Teatro Arriaga 'Omaggio a Ennio Morricone', de Mandonico; 'Silverado', de Broughton, y 'The pawnshop', de Alcalde