Finales de la década de los 70 del siglo pasado. En diferentes pueblos y localidades de toda Euskal Herria surgen inquietudes ciudadanas por impulsar proyectos culturales y artísticos de toda índole o para la conservación y recuperación del patrimonio material. La localidad de Laudio no fue una excepción, y en ese contexto social nace, entre otras cosas, un interés por promocionar y difundir la creación artesanal de objetos de barro o arcilla. Un punto de inflexión fue 1979, cuando la organización de un cursillo de cerámica impartido por una veintena de monitores alcanzó tan buena acogida y logró contar con la participación de 53 adultos, 43 alumnos de EGB y un centenar de estudiantes del Instituto.

En noviembre de ese mismo año, Jose Urkijo Mendiguren, vicepresidente de la asociación de familias Ibiltzen de Laudio, autoriza a Marciano Barbero -con experiencia en el material al realizar cursillos de gres desfloculado- a llevar a cabo las gestiones oportunas para la creación de un Taller de Cerámica en Laudio, una iniciativa a la que se sumaron hasta 15 personas, entre ellas vecinos que acabaron despuntando en esta actividad como Javier Moreno, hoy en día profesor de Bellas Artes de la UPV, o Susana Corbellá, directora y propietaria del Taller Ateller en Amurrio.

Ese fue el germen del que nació la agrupación Larra Bustingintza, constituida oficialmente el 28 de marzo de 1985 tras la aprobación, durante una asamblea con una docena de participantes, la creación y los estatutos de esta asociación recreativa y cultural. Javier Moreno fue su primer presidente, a quien un año después sustituyó en el cargo el ya fallecido Marciano Barbero. Gracias al empeño y el esfuerzo de este grupo de apasionados por la cerámica, Larra Bustingintza puede presumir de llevar ya 35 años de recorrido y andadura, una larga y destacada trayectoria que ha querido ser reconocida por la asociación local Cosecha 48 en el transcurso de un sencillo acto en la Herriko plaza. El homenaje contó con la presencia de antiguos y actuales miembros del grupo y de la Directora del Museo de Alfarería Vasca de Ollerías, Blanca Gómez de Segura, que recordó a Marciano Barbero como “una de esas personas entusiastas que quiso compartir con los demás su amor por la cerámica” al tiempo que alabó a Larra Bustingintza “por su tesón” y por formar parte de “ese resurgir de la cultura con mayúsculas en el País Vasco”. A su juicio, el conocimiento de las artes pasa, entre otras cosas, por saber “cómo se transforma el barro, la arcilla en cerámica por la cocción en el horno, la plasticidad del barro para producir objetos bellos…” y que el taller de Larra siga vivo hoy en día “es un tesoro que Laudio debe agradecer porque todos sabemos que lo realmente complicado es que los proyectos prevalezcan en el tiempo y eso es gracias a las personas que los mantienen vivos”.

Jon Gallastegui, antiguo miembro de la asociación, fue el encargado de hacer ante los asistentes un repaso de la historia de la entidad y de agradecer a Cosecha 48 el reconocimiento “en su 35 aniversario de andadura, 35 años de incansable trabajo y de cursillos, tanto a escuelas como a adultos, enseñando a crear con el barro”, afirmó.

Actividad ahora parada Desde su puesta en funcionamiento en una lonja privada en el barrio de Latiorro para después pasar a un local de la casa de cultura del parque de Lamuza, el taller de cerámica Larra Bustingintza ha destacado por la organización de numerosos cursillos de modelaje de torno, esmaltado o de técnicas antiguas de cocción de barro como el Raju. El trabajo de sus artistas y alumnado se ha mostrado públicamente en diferentes exposiciones, “tiene, sin duda, una interesante y bonita historia desde que arrancó con Marciano Barbero, ya que han pasado un montón de personas del pueblo por sus instalaciones”, destacó Fito Guerrero, de Cosecha 48 y alumno también del taller. De ahí el merecido homenaje brindado que consistió en la entrega de un diploma conmemorativo tanto a los integrantes de Larra Bustingintza como a Blanca Gómez de Segura, por su presencia y apoyo.

Sin duda un extra de motivación para una asociación afectada por unos acontecimientos que han paralizado su actividad desde 2017, cuando el Ayuntamiento precintó uno de los hornos y, posteriormente con el inicio de las obras de rehabilitación de la kultur etxea, desmanteló el local incluida la cabina de esmaltado. La asociación espera que todo, poco a poco, se reconduzca y recupere para poder retomar la actividad “ya que seguimos teniendo varios grupos de gente con ganas de empezar a trabajar con el barro”, aseguraron.