Orozko - Los ataques de la avispa velutina, el clima, la gestión de pastos o la dura competencia de mieles más baratas pero de peor calidad. Son los principales problemas a los que se tiene que enfrentar, hoy en día, un apicultor a la hora de sacar una mínima rentabilidad a su actividad. A esto hay que añadir el saqueo de colmenares, unos robos que proliferan especialmente en zonas de la península de alto nivel de producción pero que cada vez se están dando con más asiduidad en Euskadi.

Iñigo Macías, de Orozko, lo ha sufrido esta misma semana. Pero no ha sido la primera vez. “Hace dos años me robaron 12 colmenas y, en esta ocasión, han sido siete”, lamenta. Con cierta resignación afirma que “podía haber sido peor” ya que justo en este último mes había recogido ya la cosecha de miel de brezo por lo que “las cajas se encontraban vacías de producto”. Sin embargo, contenían lo más importante e imprescindible. “Estaban llenas de ganado” y se estima que cada una de las colmenas puede llegar a albergar en torno a 60.000 individuos en verano. Su sospecha es que “lo que le interesaba al ladrón es precisamente eso, las abejas, para no tener que hacer el gasto de comprarlas”, algo que no duda en calificar como “muy cruel”.

Y es que, Iñigo Macías no solo es un apasionado de la apicultura desde que pidió al tío de su mujer -el ganadero y apicultor Marcelino Pikaza, fallecido en 2012- que le enseñara a criar abejas y a producir miel. En 2014 se quedó en paro y decidió asumir el riesgo de convertir su afición en un trabajo a tiempo parcial. “Ahora ya soy un profesional, pago autónomos e impuestos, he hecho una importante inversión para tener varias explotaciones distribuidas en diferentes puntos del Parque Natural de Gorbeia y este es mi modo de vida”, declara. De ahí que afirme con gran indignación: “Hay que tener poco corazón y ningún escrúpulo para robar a una persona, con una familia y dos hijos, que vive de esto”. Su sospecha es que ha sido “alguien que conoce bien la zona” lo que le genera “cierta desconfianza y tristeza” pero tiene claro que no ha sido “un apicultor profesional, nos conocemos todos y somos muy honrados”.

Macías ha interpuesto la correspondiente denuncia ante la Ertzaintza pero tiene nulas esperanzas de recuperar sus colmenas. Aunque nunca está de más apelar a los habitantes del entorno del Parque Natural. “Si alguien ve en algún colmenar cajas nuevas o un asentamiento apícola que ha crecido de repente, que dé aviso. Yo, si veo mis colmenas, las reconozco al instante. Pero sé que es muy difícil que sean localizadas”.

Medidas de seguridad Tras este segundo robo en solo dos años, el apicultor de Orozko se está planteando seriamente la instalación de medidas de seguridad en sus explotaciones. “El sindicato está en conversaciones con la Diputación Foral de Bizkaia. Vamos a ver si, a través del Servicio de Ganadería, nos pueden subvencionar la adquisición de sistemas de GPS con los que podríamos rastrear y localizar la ubicación de nuestras colmenas en caso de que sean sustraídas”, explica. Ese, complementado con algún otro método de seguridad, “podría darnos algo más de tranquilidad e incluso ser la solución”, indica esperanzado.

Lo que tiene claro Iñigo Macías es que “voy a seguir desarrollando esta actividad” aunque para ello se vea obligado a “asumir gastos extra que no debería tener”. Y aunque su seguro le llegue a abonar alguna cantidad por el robo de las últimas colmenas, “no hay dinero que pague todo el trabajo invertido en ellas”, asegura.