Mantiene inalterable su filosofía: la de ir poco a poco, día a día, “y dejar que la carrera te ponga en tu sitio”. Siempre lo ha hecho así. Sabe de sobra de lo que habla, no el vano el ultrafondista bermeotarra cuenta con gran experiencia en pruebas de larga duración. Y lo ha hecho en los terrenos más vírgenes que se pueda encontrar en el planeta. Ha corrido en desiertos como el Sahara o el Kalahari, selvas como el Amazonas, montañas como los Alpes... Lleva más de dos décadas participando en pruebas de ultrafondo “con un punto de aventura”, pero su último gran reto lo ha superado con nota. Urdaibai ha vencido bajo el intenso frío el Ice Ultra celebrado este mes de febrero en Suecia sobre cinco etapas con 230 kilómetros de distancia en total. Pero más que el valor de la victoria, lo que ha degustado “es que he mostrado capacidad de adaptación. Que más que la medalla o el primer puesto, me quedo con que he superado los retos que me he encontrado en el camino”.

Sin darle excesiva importancia al puesto en el que quedó en tierras suecas, “da lo mismo ser primero que quinto, lo que más valoro es que supiera adaptarme a la prueba. Que les he hecho frente a los retos que me he ido encontrando en el camino”, según asevera, Urdaibai ha vuelto “contento” a casa. Y es que enfrentándose a temperaturas que incluso llegaban a 40 grados bajo cero, el bermeano se ha tenido que adaptar a las complejas condiciones. Él mismo explica cómo se desarrolló la prueba sueca. “En la primera de las etapas puedo decir que sufrí en exceso, que hubo momentos en lo que lo pasé realmente mal. Fue una dura pugna psicológica. Pero fue entonces cuando me di cuenta que lo importante era llegar, como fuera. Ya habría otros días en los que andar mejor”. Dicho y hecho. Su clave pasa por entrenar al máximo los detalles para que luego estos no le sorprendan. Es fácil decirlo mientras entrena en casa pero luego debe disputar la prueba a miles de kilómetros de su hogar. Su encuentro con el frío fue un baño de realidad brutal. “Ten en cuenta que cualquier alimento que portaras debías llevarlo dentro de la ropa. Meterte un trozo de barritas y esperar a fundirlo en la boca”, por ejemplo, hacía que el “trozo restante, que estaba a la intemperie, se quedara congelado en apenas un minuto”. Son trucos que fue corrigiendo mientras corría distancias de hasta 60 kilómetros. Fue día a día. Y según pasaban los kilómetros “me fui encontrando mejor”, evidencia.

No fue hasta que comprobó la dureza del terreno cuando Urdaibai se encontró “mejor”. Prueba de ello es que “me di cuenta de que era mejor correr con bastones”. Ya en la tercera etapa, sobre un lago helado, el bermeotarra se fue encontrando mejor. “Es duro psicológicamente”, afirma, pero entonces pudo correr. Para la cuarta etapa fue el primero y en la quinta y última, de 15 kilómetros, pudo dar caza y superar al primer clasificado. “No me di cuenta de que había ganado hasta que entré en la meta final”, asegura.

Territorio hostil

De su experiencia contra el frío, Urdaibai se trae varias anécdotas a Bermeo. “Una es que tienes que tener mucho cuidado, ya que todo se congela. Ni qué decir tiene que la barba, la nariz, las pestañas y demás sufren bastante. Todos los días nos daban agua, pero me di cuenta de que es mejor cogerla hirviendo y tomártela así. Al paso de una horas, después de andar corriendo, termina congelándose y ya no vale para nada”, certifica. “En la primera etapa no me di cuenta, pero luego sí que empecé a hacerlo”. Son pequeños detalles que marcan la diferencia. Otra de sus principales conquistas según remarca, “es ver todos los mensajes de gente conocida en redes sociales, que me han felicitado por lo bien que lo he hecho. No he podido responderles como se debe pero lo haré”.

Su experiencia con los autóctonos merece un capítulo aparte “por la buenas personas que me he encontrado. Me han ayudado mucho es esos días que he estado solo y lejos de casa” , según relata este bermeotarra, maisu de la ikastola San Fidel de Gernika-Lumo. Y otro tanto dice de los escenarios que ha surcado durante su aventura, que califica de “indescriptibles, a pesar de que el frío es muy duro rival”. Ahora se tomará “15 días de descanso, al menos hasta que pasen los Carnavales” antes de volver a hacer lo que más le gusta: correr ya en las inmediaciones de su Bermeo natal, “por los montes y paisajes cercanos”. Su próxima aventura podría llevarle al calor de Australia, según adelanta, pero para eso “tengo que cuadrar muchas cosas”. Veremos qué le depara el futuro. Lo que sí está claro es que seguirá disfrutando de su actividad preferida”, esa que le ha llevado a enfrentarse cara a cara con el frío del Ártico sueco. Y llegar a vencer en la Ice Ultra.

“Los alimentos tenía que llevarlos dentro de la ropa. Fuera se quedaba congelado en un minuto”

Ultrafondista