El lunes de ayer, 25 de octubre, no fue un día más en Gernika-Lumo. En primer lugar, porque por segundo año consecutivo se prefirió pasar del Último Lunes de Octubre, la cita ferial por antonomasia en Bizkaia. Y en segundo lugar, porque su impacto -con decenas de miles de asistentes transitando por las más céntricas arterias de la localidad- se trasladó al siempre más tranquilo mercado de todos los lunes del año, que por momentos se vio masificado. “Sí, es verdad que tenemos más gente, por eso de que no tenemos el Último Lunes, pero las carteras tampoco se mueven”, señaló la ya veterana vendedora Maribi Aretxederreta.

Resignada parecía esta arratzuarra, habitual en el mercado de la plaza de todos los lunes y con tantas jornadas feriales a sus espaldas. “No es un día como los habituales del Último Lunes de Octubre, ni mucho menos. Se nota que estamos los de siempre, y ciertas personas que vienen a pasear”, asentía. Sobre el devenir del extraño día, aseguraba que “durante las primeras horas no ha habido tanta gente, pero ahora mismo -sobre las 13.00- sí que se nota que hay más personas”. Y es que el histórico recinto, que ha debido de adaptarse para abrir sus puertas por el coronavirus pero que durante los últimos tiempos ha trabajado con normalidad, vio cómo el paso de las horas fue llenando las estanterías. Eso sí, parece que hay cuestiones que apenas cambian: las ventas. “Los bolsillos no tienen la alegría de antes, ya sea un Último Lunes de Octubre o los lunes normales. Pasa gente, pero no se lanza a comprar” los productos de un mercado ferial que expone lo mejor de la huerta de Urdaibai. “Es lo de siempre”, reconocía. A su lado, en otro puesto, asentían con la cabeza. “El día es mejor que los lunes normales, pero las ventas son lo de siempre. Pasa mucha gente pero las carteras se mueven igual”, advertían. “Empiezo a pensar que la gente quizás no tenga tanto aprecio a los productos de nuestras huertas, aunque diga lo contrario”. “Ha sido un día de ventas más enfocado a los de la zona, que acuden sea cual sea la jornada ferial”, ahondaron.

Lo cierto es que por la mañana, de puertas afuera del mercado, la estampa era la de una jornada habitual en Gernika-Lumo. Céntricas calles, como Juan Calzada o Artekale, o la fuente del Mercurio y sus aledaños -calles Picasso e Industria-, que ayer deberían haber estado atestadas de gente, estaban solo colonizadas por los coches. Los establecimientos hosteleros, pese a rozar el completo, no mostraban tampoco la imagen del Último Lunes. No había el habitual trajín, aunque por la tarde, recién salidos del trabajo, fueron más los vecinos de la villa que se decidieron a entrar a los bares.

El Ayuntamiento ya había advertido en septiembre que la populosa feria no se iba a celebrar por “criterios estrictamente sanitarios”. “Este año tampoco toca”, aseguraron. Y aún con la reciente relajación de las medidas, ya no daba tiempo para organizar una feria que durante años ha traído a la localidad a más de 100.000 visitantes. Así pues, la jornada de ayer fue “para los de casa, para los de Urdaibai, para los que vienen de siempre”, certificaron los habituales de la venta, a la espera de citas mejores.