Paz y consenso son las palabras que mejor definen a José Antonio Ardanza y su legado como lehendakari desde 1985 a 1999 y que, sin duda, le hacen merecedor del premio DEIA Laboral Kutxa Hemendik Sariak en esta 17ª edición. Ardanza fue el quinto lehendakari en la historia de Euskadi durante catorce años intensos en un país convulso en el que tuvo que enfrentarse a duras situaciones tanto a nivel político como económico y social.

A lo largo de su andadura política José Antonio Ardanza dedicó muchos de sus esfuerzos a lograr la pacificación de Euskadi y a denunciar el terrorismo de ETA. En esta faceta, precisamente, logró un amplísimo e histórico acuerdo –conocido como Pacto de Ajuria Enea– cuyo propósito fue normalizar políticamente el país y conseguir la erradicación de la violencia.

Elorriarra de nacimiento, aunque los últimos años vivió en Gautegiz-Arteaga, José Antonio Ardanza estudió en el seminario de Derio y se licenció en Derecho por la Universidad de Deusto. Trabajó durante varios años en el sector privado, pero pronto sus ideales le llevaron a la política. Desde joven simpatizó con el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y militó en las juventudes jeltzales (EGI, Euzko Gaztedi Indarra)) de forma clandestina formando parte de su ejecutiva entre 1962 y 1966.

Su carrera política comenzó como alcalde de Arrasate y estuvo al mando del gobierno municipal desde 1979 hasta 1983. También fue juntero en Gipuzkoa y en 1983 se convirtió en el Diputado General de este Territorio Histórico. La salida de Lehendakaritza de Carlos Garaikoetxea en 1985 le sorprendió al frente de la Diputación Foral de Gipuzkoa y el PNV lo eligió como candidato para las elecciones vascas anticipadas que se celebraron en 1986, después de que los afines a Garaikoetxea abandonaran las siglas jeltzales para integrarse en el Grupo Mixto, de manera que tuvo que lidiar con la profunda crisis que derivó en la escisión del PNV, que fue la fuerza política más votada en aquel momento, aunque los socialistas lograron más escaños. Ambas formaciones llegaron a un acuerdo para gobernar en coalición, lo que supuso el inicio de varios pactos de gobernabilidad consecutivos.

Uno de los hitos protagonizados por José Antonio Ardanza fue la creación de la Mesa de Ajuria Enea en el que se logró la unidad de acción entre todos los partidos democráticos contra el terrorismo, dejando aislada a Herri Batasuna, una alianza que, como señaló en una de sus últimas entrevistas, “la echó abajo el PP en 1993”.

Además de la situación política y la fractura social que se vivía en Euskadi debido al terrorismo, tampoco eran buenos tiempos en lo económico y al lehendakari Ardanza le tocó lidiar con la última parte de la reconversión industrial en Euskadi o la gran recesión de la década de los 90. Su perfil y experiencia le ayudaron a liderar el Gobierno vasco durante cuatro legislaturas consecutivas en las que Euskadi conoció una importante modernización que permitió un desarrollo económico y social que situó a la sociedad vasca en unas cotas de riqueza y bienestar comparables con el entorno europeo. Su legado incluye también la profundización en la defensa del autogobierno, con la asunción de nuevas competencias, y la negociación del concierto económico con el que Euskadi se fue transformando y avanzando hacia el progreso.

Tras su etapa política, Ardanza siguió trabajando en la defensa de los intereses de Euskadi. En 2011 escribió su biografía titulada Pasión por Euskadi en la que plasmó sus vivencias como lehendakari. “Ser lehendakari es uno de los oficios más difíciles, más complicados y más comprometidos” señalaba en una de sus páginas. “Eres una especie de faro en medio de la tormenta y todo el mundo tiene derecho a criticarte: todas las olas revientan contra ti”, explicaba.

Casado con Gloria Urtiaga y padre orgulloso de Nagore y Aitor, amante de la lectura y del cine histórico, el mar, la pesca, el frontón y los paseos por el monte con sus perros, el lehendakari Ardanza siempre será recordado por haber sentado las bases para lograr una Euskadi más justa, más libre y en paz.