AQUELLOS que dan tanto por sus vecinos y por su comarca y que la imprimen, de esta manera, de un carácter genuino, se merecen recibir y ser protagonistas alguna vez. Es poco para lo mucho que aportan, pero es el cariñoso gesto que pretenden los Laboral Kutxa DEIA Hemendik Sariak, que se celebran el próximo jueves en el frontón de Lezama (18.30 horas) para reconocer y aplaudir a personas, asociaciones, entidades y empresas de la comarca de Txorierri, la de la unión, la empatía y el avance.

Uno de los nombres propios de la tarde será el de Alberto Azurmendi. Han pasado ya más de dos décadas desde que este lezamarra comenzara a desarrollar su afición por la caza. “Empecé a raíz de mi abuelo que me regaló una escopeta”, recuerda con nostalgia. Dio sus primeros pasos en competiciones de tiro al plato y ahora participa en batidas de jabalí junto a su inseparable rifle browning 9 3x62. Los fines de semana le gusta escaparse a un coto de caza del que dispone en Araba, entre Murgia y Zarate. Allí cultiva una afición que se fundamenta especialmente en la técnica. “El tiro al plato es muy técnico. Es muy importante la colocación de los pies porque conoces la trayectoria del plato. Una correcta posición de pies y controlar que la culata quede en el mismo sitio te permite que los tiros sean más certeros”, explica. A lo largo de su trayectoria, ha logrado triunfos en diversos campeonatos como el de Bizkaia, en dos ocasiones o el de Euskadi en una, además de un segundo puesto en el campeonato de España por equipos celebrado en Valladolid. Recientemente, se impuso al tirador Mikel Elorrieta en el desempate en una competición celebrada el campo de tiro de Zambrana. “Él ganó la primera tanda, yo la segunda y en el desempate me impuse”, afirma.

La gala de los IX Laboral Kutxa DEIA Hemendik Sariak también reconocerá a los aventureros Ignacio Corcuera, más conocido como Livingstone, y su compañero Iker San Vicente, dos intrépidos que participaron a principios de este año en la categoría Dakar clásico, una carrera para coches clásicos que se disputa en Arabia Saudí de forma paralela al rally tradicional. Y el desenlace fue estupendo: primer puesto del podio para el erandioztarra y su compañero, a bordo de su Volkswagen Audi Iltis, una joya de vehículo que fue el primer coche en ganar el Dakar de hace cuarenta años. Su objetivo era evocar el Dakar africano y rendir homenaje a aquellos vehículos pioneros de hace 40 años. Para participar en la prueba, tuvieron que desmontar, sanear y pintar dos veces, manteniendo el motor original de 1980, para ser consecuentes con la idea del Dakar Classic. De este modo, por la arena del desierto saudí se batieron el cobre compitiendo con otros treinta coches y camiones de los años 80 y 90 en esta categoría creada para nostálgicos del rally, que consta de doce etapas en las que se recorre una distancia diaria de entre 200 y 300 kilómetros. Este desafío estuvo liderado en todo momento por el eslogan De Erandio al Dakar.

Ignacio Corcuera ha participado en los rallies más duros del mundo. Corrió tres veces el Dakar africano, en solitario y sin asistencia; disputó el Rally de los Faraones y fue de Bilbao a Dakar en 112 horas en 2013, por solo señalar algunas de sus proezas. También ha participado en La Rosa de los Vientos, que consiste en unir los puntos extremos de un país: lo hizo en Senegal, Túnez y Libia.

El alias de Livingstone es algo que acompaña a Corcuera desde hace tres décadas años, tal y como él mismo explica, cuando disputando un rally en Nafarroa llevaba el típico sombrero salacot de los exploradores y alguien le dijo que se parecía a David Livingstone. Por su parte, Iker su copiloto es aficionado al mundo de los clásicos desde hace dos décadas. Durante este tiempo ha acompañado a Ignacio en algunas de sus memorias en África luchando a brazo partido contra el desierto.

Otro de los premios del próximo jueves tendrá forma de agradecimiento. Será un gigantesco: ¡Gracias por cuidar de nuestros mayores! Han sido los que más han sufrido con esta pandemia que parece que va diluyéndose, ha sido fundamental protegerles y ponerles en el centro de los corazones. Es lo que han hecho con mimo y siguen haciendo en Loiu Gurena, un complejo residencial ubicado en un marco natural tranquilizador, y a pocos minutos de la localidad. Cuenta con 176 plazas en residencia y 50 en apartamentos tutelados. Sus habitaciones son dobles e individuales con baño privado. Y las instalaciones combinan salones con jardines, terrazas, huertas, granja, txoko familiar y un amplio aparcamiento. Así han configurado en Loiu un auténtico hogar para los mayores. “Ahora estamos en la vuelta a la calma, estamos retomando la normalidad. El brote de agosto fue duro, porque muchos residentes pasaron el covid, y muchos, gracias a la vacuna, lo pasaron de una forma leve, pero hay otros que todavía están con secuelas recuperándose. Y algunos de ellos, a pesar de no haber pasado el covid, con los cambios que les supuso esa situación, arrastran más desorientación, mayor inestabilidad… Pero ya estamos recuperando la funcionalidad normal, aunque mantenemos las mascarillas como medida de precaución y seguridad”, explica Eunate Luzuriaga.

Será difícil de olvidar todo lo pasado. Imposible. Pero las miradas se dirigen al futuro y quieren cargarse de optimismo. “Esperemos que el próximo paso sea que los familiares puedan entrar a la residencia, estar en los salones, habitaciones… que ahora no se puede y muchas familias lo están pidiendo porque quieren ver dónde vive el residente. Y es que los familiares de los ingresos recientes no conocen las habitaciones. No saben ni cómo es la residencia por dentro”, admite Eunate. Las actividades, una parte esencial de la vida en Loiu Gurena, también se han retomado y eso está viniendo estupendamente a los abuelos. “Lo que hemos detenido es el programa de encuentros intergeneracionales que solemos hacer con alumnos de Urdaneta y otros colegios y no lo estamos realizando ahora como algo preventivo. Pero a corto plazo esperemos que sea posible”, desea Eunate. Lo que nunca ha dejado de producirse es el trato amable, familiar y respetuoso, que son los sellos de identidad de estos centros residenciales.

Sinfín de posibilidades

En la ceremonia también habrá hueco para el deporte con significado. Con el objetivo de tratar de recuperar los caminos de Lezama y concienciar sobre la importancia de cuidar y proteger el medio ambiente y la cultural local se puso en marcha la carrera del club Lezamako Mugetatik. De esta forma, a finales de agosto o principios de septiembre, el fin de semana anterior al de las fiestas de Andra Mari, se organiza esta prueba deportiva que discurre por el bello entorno de la localidad, con un recorrido de dificultad moderada, pero que tiene varias partes duras y técnicas, sobre todo la bajada del bosque de Basobaltz, la subida al Ganguren y la bajada de Ugarte. Este año ha celebrado su decimoquinta edición después del parón provocado por la pandemia en 2020 y lo hizo el pasado agosto con un itinerario de 25 kilómetros, exceptuando la categoría junior, que fue de 17 kilómetros. En esta edición, la participación ha sido notable, tal y como refleja Iñaki Azurmendi, uno de los responsables de la organización, en la que también están implicados los padres y madres de la escuela, y que cada año empieza con los preparativos tres meses antes. “El día de la carrera va todo sobre ruedas, pero los días previos son duros...”, señala. La participación en este 2021 ha sido muy positiva. “Este año han respaldado la prueba más que nunca. Al principio pusimos el límite en 250 y luego lo aumentamos a 280 personas, se nota que la gente tenía ganas de correr”, destaca.

Pero, sin duda, uno de los elementos más destacados y a la vez temidos es el muro de la Mugetatik, el kilómetro vertical. Se trata de un tramo que cuenta con cronometraje propio. Comienza hacia el kilómetro 14 de la carrera general y va de la Torre de Lezama hasta la cima del Ganguren en un “santiamén”. Una distancia de tres kilómetros y un desnivel de 400 metros, que supone algo más que un reto valiente y atractivo. Y para quienes hagan el menor tiempo en recorrer esa cuesta se reservan unos premios especiales.

Uno de ellos es el denominado Ganguren Ziztu Bizian, que se otorga a quien menor tiempo invierta en ese tramo de entre quienes realicen el recorrido total de la prueba dentro de los quince minutos contados a partir del tiempo del vencedor. Esta cita deportiva organizada por el club Mugetatik aglutina cada año a vecinos y diversas asociaciones lezamarras, así como competidores de otros territorios. Esta es una prueba deportiva que permite disfrutar de la naturaleza y los bosques. “El de Basobaltz es espectacular y esta carrera sirve también para cuidarlo, porque desbrozamos caminos que de otra manera, con el paso del tiempo, se van cubriendo de maleza”, expone Iñaki. Este es el caso de uno de ellos, que hace referencia al camino de los caseríos más alejados al cementerio, y que se recuperó en las primeras ediciones. “Era el camino de los muertos, donde llevaban los cuerpos a hombros hasta el cementerio. Tenía mala fama por la liturgia que lo envuelve”, rememora Iñaki. “Estaba perdido y lo volvimos a abrir”, recuerda sobre esos primeros pasos de la prueba, ahora ya consolidada.

Volver la vista atrás y recordar la infancia es dibujar una sonrisa en la cara. ¡Qué etapa tan feliz! Y si hay algo que deje huella de esos años es el colegio: los amigos, los profesores, el equipo directivo... Y, a la par, trabajar en una escuela es una de esas profesiones que también marca. Que se lo pregunten a la actual dirección de Derioko herri ikastetxea. Son momentos especialmente emotivos para ellos, porque están viviendo sus últimos meses antes de la jubilación. “Será un curso muy especial”, admite Mila Maguregi, jefa de estudios.

Llegará en junio el adiós tras más de una década al frente del colegio público de Derio y se agolpan los sentimientos: alumnos que han visto crecer, que han ido superando los desafíos de cada edad, que han ido aprendiendo, abriendo los ojos para este mundo, que han ido trazando su caminito… En la actualidad, hay 564 escolares desde los 2 años hasta los 11. “¡Nos jubilamos, sí!”, confirma Mila con alguna que otra risa de por medio. Se llevarán incontables experiencias y una muy grande, la más grande de todas: la de convivir con el estallido del coronavirus. “El curso anterior fue muy duro, nos ha tocado vivir todo esto… Pensábamos que nos íbamos a jubilar con normalidad, pero…”, reconoce Mila. La pandemia llegó para ponerlo todo patas arriba. “Los comienzos de curso siempre son duros, pero claro, todo esto… Te requiere una responsabilidad muy fuerte y una carga mentalmente, porque tienes mucha responsabilidad. Es una carga añadida. Pero hemos aprendido mucho: el mensaje de la pandemia es que para salir de una situación se necesita la colaboración. En la sociedad, todos hemos sido necesarios y en una escuela, todos los estamentos hemos sido necesarios para salir adelante y llegar a buen término”, destaca la jefa de estudios.

Este inicio del periodo educativo ya ha sido más calmado. “Está siendo más tranquilo con el protocolo más marcado y no ha sido empezar de cero, solo ha sido hacer algunas modificaciones y en ese sentido ha ayudado conocer ya la situación”, indica Mila. Así que muchos pequeños deriotarras dirán adiós a parte de su familia escolar. A buen seguro que los despedirán con cariño. El equipo directivo no los olvidará. Tampoco al Consistorio. “Hemos tenido una suerte terrible con el Ayuntamiento, hemos tenido una comunicación muy buena y siempre, todos los alcaldes que han pasado, han estado en disposición de ayudar a la escuela en todo momento. Es algo que agradecemos muchísimo. El año pasado, por ejemplo, nos pusieron a una persona más para desinfectar y cualquier obra en cualquier momento se ha hecho”, enfatiza Mila.

Emociones

La gala que se celebrará en Lezama también servirá para cantar un sonoro zorionak zuri a Hiru Bat Dantza Taldea, por su 50 aniversario, ni más ni menos. Unas bodas de oro a las que el grupo de Zamudio llega con los 120 dantzaris que integran su gran familia. La mayoría de ellos, casi un centenar, niños y jóvenes de entre 4 y 15 años. “El grupo lleva 50 años con monitores que enseñan a bailar -generalmente son dantzaris que previamente han pasado por el grupo- de manera voluntaria. Nadie, en estos 50 años, ha cobrado nunca nada y, a la vez, nunca se ha cobrado ningún tipo de cuota por aprender a bailar. Nadie cobra por enseñar a bailar y nadie paga por aprender a bailar. Es la filosofía que tenemos más arraigada”, subraya Ainhoa Bilbao.

Ese esfuerzo generoso ha marcado los pasos de baile de Hiru Bat Dantza Taldea, que tomó el nombre de un grupo anterior que tenía dos formaciones de danzas de chicas y una de chicos. En la actualidad, esta referencia cultural de Zamudio aboga por las tradiciones sin renunciar a las novedades. “Estamos federados, por lo tanto, solemos tener parte del repertorio clásico, pero de un tiempo a esta parte hemos ido innovando con alguna coreografía para modificar los pasos y los bailes. Eso ha hecho que la gente esté más animada a venir a vernos bailar porque siempre se van a encontrar con algo que sorprende”, señala Ainhoa. Hiru Bat Dantza Taldea alcanza el medio siglo en buen estado de salud y mira al horizonte con ganas. “Lo que más nos cuesta mantener es a los chicos que juegan al fútbol, se les suele hacer difícil compaginar los ensayos con los entrenamientos”, reconoce esta integrante del grupo, por otro lado. Ahora, esta asociación quiere festejar con su querido municipio estos 50 años de vida y por eso ha organizado para el próximo día 23 una serie de actividades, como una kalejira, un alarde de danzas y dos actuaciones a cargo de Tio Teronen Semeak y Luhartz.

Hiru Bat Dantza Taldea imprime vida a su municipio y eso lo consigue también RK Abentura en Erandio. Gracias a ellos, los vecinos disfrutan de manera gratuita de un servicio de piraguas; gracias a ellos, la localidad mira y admira la ría: se divierte, hace deporte, cuida de su salud, comparte tiempo de ocio... Desde el 1 de junio y hasta finales de septiembre, todos los viernes por la tarde, y los sábados y domingos por la mañana, las piraguas esperan para recorrer las aguas del municipio, desde el centro neurálgico del embarcadero de Altzaga. RK Abentura, con todas las precauciones, quiso ofrecer esta posibilidad incluso durante el año pasado, cuando la pandemia aún era fuerte. Algo que agradecieron los vecinos en esos tiempos difíciles y tan duros mentalmente. Fernando Recio, Isusko Rodrigo, Carlos Ramírez y Karlos Gómez son las personas que están detrás de las piraguas. Los patrones de esta iniciativa que tan buena acogida tiene en Erandio.

También se llevarán sus merecidos aplausos el jueves la Asociación de Padres y Madres del colegio Gorondagane, de Sondika, que se ha caracterizado desde sus inicios por buscar alternativas de formación para todos los niños, de organizar salidas, de apoyar al centro… Son muchas las labores que realizan dedicando su tiempo libre para ofrecer un espacio de calidad y de formación a los alumnos. La actual directiva del Ampa lleva desde 2014 dinamizando las actividades extraescolares del centro. “Empezamos un grupo de amas y después también se unieron aitas, y ahora lo formamos entre 12 y 15 personas. La verdad es que estamos encantados”, señala la presidenta Naiara González.

Después de un año complicado por la pandemia, donde no han podido llevar a cabo todas las actividades que pretendían, ahora empiezan a ver la luz al final del túnel. “Debido al coronavirus, ha habido pocas actividades, pero ahora hemos podido organizar en dos horarios, al mediodía y a la tarde”, comenta. En concreto, las que se realizan por la tarde son fútbol, baloncesto, multideporte... para niños y niñas a partir de los 5 años. En cuanto a las del mediodía, que se han podido organizar debido a la mejora de la situación sanitaria, se han organizado actividades para mejorar el inglés, mecanografía y métodos de relajación, dentro del programa Arin con actividades “orientadas a reforzar la capacidad de aprendizaje de los niños de una manera divertida mediante juegos y ejercicios diseñados para desarrollar aspectos tan importantes como la atención, la concentración, el razonamiento lógico matemático, la creatividad y la imaginación y el pensamiento crítico”, detalla Naiara.