EL gesto reflejo de Juanra Urkijo, al dirigirse al micrófono del Zine Antzokia e inmediatamente excusarse "porque es la costumbre", ya que el protocolo del acto recomendaba no utilizarlo, mientras los premios esperaban en un apartado del escenario a que nadie más que los galardonados los tocaran muestra lo difícil que resulta la transición a la realidad obligada por el coronavirus, también en la entrega de los XIII Laboral Kutxa DEIA Hemendik Sariak. "Os acogemos de esta manera cuando el auditorio debería estar repleto en una bonita ocasión para recibir a buena parte de la sociedad encartada", prosiguió el alcalde de Zalla. "Era y es una bonita ocasión" para poner de relieve la lucha de diferentes colectivos frente a la pandemia desde que se declaró el estado de alarma a mediados de marzo.

En efecto, "ya han transcurrido seis meses desde que nuestras vidas cambiaron radicalmente, medio año en el que nuestras costumbres ya no son las que eran, un tiempo en el que hemos tenido que reducir nuestros contactos para evitar contagiarnos, pero las consecuencias a nivel relacional no son tan importantes como las que se han generado en el ámbito social con familias que lo están pasando realmente mal", según recordó la presentadora del acto, Nagore Orella. "La sociedad ha respondido para ayudar en ese camino con un objetivo: que nadie se quede relegado con motivo de esta pandemia en un compromiso indudable que se palpa en Enkarterri, mirando a 2021 con la esperanza de afrontar nuevos retos que provoquen regresar a nuestra querida y apreciada normalidad".

Y en ese trayecto, "DEIA manifiesta su compromiso de ofrecer un espacio a vuestros pueblos", garantizó el director adjunto del periódico, Kike Santarén. El coronavirus "nos ha cambiado", reconoció mandando un abrazo a los allegados de las víctimas. Sin embargo, "también encontramos historias esperanzadoras de esfuerzo y solidaridad".

Como buen ejemplo, seis establecimientos de Gordexola que trabajaron para que no escasearan los productos esenciales. "Gracias a vosotras hemos aprendido a manejarnos con la tecnología", agradeció María Pilar González, usuaria del proyecto municipal Compartimos un café de Galdames a quien todos conocen como Mari, que a sus 90 años quiso asistir personalmente al acto. Para la explotación de agricultura ecológica Artzentales-eko supuso un gran reto abastecer a los hogares de alimentos de temporada. La precariedad a veces no permite acceder ni siquiera a los recursos imprescindibles. Por eso, resulta tan valioso el Banco de Alimentos de Sopuerta. "Una sola familia ya sería demasiado, nos puede tocar a cualquiera", advirtió a los presentes Germán Gazpio, uno de los voluntarios. La ausencia de equipos de protección adecuados en las semanas más dramáticas llevó a la movilización de Enkarterri Viseras, de la misma forma que Cruz Roja articuló una red de voluntariado sin precedentes y la enfermera de Alonsotegi Miriam Zurimendi también vivió el tsunami en primera línea. Al igual que las residencias Isasti Gorabide de Lanestosa y Emilia Mitxelena de Turtzioz, que "ahora somos más familia que nunca", según la directora de esta última, Magdalena Peña